LA FORTALEZA DE ALARCÓN

En esta entrada que será la última de Magia Serrana dentro del formato de El Brillo en la mirada, nos vamos a apartar de la Serranía de Cuenca, y nos vamos a bajar a la parte sur de la provincia, a la Mancha, aunque viendo las fotos cualquiera dudará de ver en dichas fotos los adustos paisajes manchegos.
Esa particularidad la da el que vamos a seguir el curso del río Júcar en su horadado camino hacia tierras valencianas. Después de pasar la ciudad de Cuenca y crear el enorme pantano de Alarcón, se encajona tremendamente y le da forma y brillo al majestuoso y hermoso pueblo de Alarcón.




Vamos a empezar la ruta desde el interior de las murallas exteriores de la fortaleza de Alarcón, donde hay un verde y bonito pinar.




Por este boquete hecho en la muralla vamos a bajar al río, que se intuye abajo, en el fondo del cañón.





Y mientras descendemos nos vamos dando cuenta de lo inexpugnable que tenía que ser la villa de Alarcón.




Otra bonita estampa del medieval puente del Picazo, uno de los dos únicos puentes para cruzar a Alarcón. Nosotros vamos a remontar Júcar arriba, siguiendo su cauce.




Aquí vemos la cortante entalladura del cañón de Júcar y lo agreste que está en algunos tramos.




Encima del cañón del río, podemos ver la pequeña torre fortaleza de los Alarconcillos, al otro lado del pueblo de Alarcón.




Esta torre construida al otro lado del río y del pueblo, aparte de tareas defensivas, su principal función era la de vigilancia y observación, ya que desde aquí se avistaba cuando se acercaba el enemigo por todo esa parte.




Aquí podemos ver como el profundo río Júcar y su cañón ha servido de foso perfecto e infranqueable para las tropas que querían asaltar la villa de Alarcón.




Hasta que llegamos al otro puente, el de Tebar. A la izquierda la presa del Henchidero y a la derecha, arriba, el castillo de Alarcón.




La pequeña presa del Henchidero remansa a su vez las aguas del río que vienen, ya encajonadas, del pantano de Alarcón. Encima, podemos ver otra torre defensiva de vigilancia.




Aquí vemos a la Maruja embargada de sensaciones de siglos de Historia y majestuosidad.




El castillo es hoy en día el Parador de los Marqueses de Villena, uno de los Paradores más impresionantes que hay. El infante Don Juan Manuel, escritor de El Conde Lucanor fue señor de este castillo y del Señorío de Alarcón, y entre estas murallas escribió muchas de sus obras.




Hasta que saliendo del cañón del Júcar nos cruzamos al otro lado del pueblo de Alarcón, donde se encuentra la torre del puesto defensivo del Cañavete, donde aparte de tareas de vigilancia, se regulaba el paso hacia abajo para cruzar el río por el puente del Tebar.




               Aún nos da tiempo a ver como el cañón sigue intratable Júcar arriba.




Y con este gran arquero, aguerrido defensor de la señorial Villa de Alarcón, nos despedimos, recomendando encarecidamente la visita a este lugar, que por estar muchas veces fuera de las rutas serranas, se deja de visitar y como pueden ver en las fotos, es un gran error.

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