La otra ruta pirenaica que hicimos es la que en el texto de
hace dos semanas llamo como un anhelo. Voy a explicarme: Aquella vez cuando paramos
el parking/merendero/camping de la Selva de Oza, lo primero que atrae toda la
atención de la gente es la enorme mole montañosa que emerge desde el magnifico
hayedo/abetal que hay allí, la Selva de Oza. Estamos hablando del Castillo de
Acher, una montaña que hace fiel y verdadero honor a su apelativo de Castillo,
pues en un sistema montañoso de la orogenia alpina como los Pirineos
pueden surgir montañas tan peculiares como esta. Yo veía fotos de la misma, y
siempre pensaba que su relieve y formas eran curiosas, pero nada hay como
subirla, pues, además, añades algo que las fotos y la crónica no te otorgan, y
es sentir su ciclópeo tamaño, sus tremendas cuestas y su ambiente mágico y
diferente a muchas otras montañas.
¿Y porqué lo de un anhelo? Pues porque desde que la vi, hace años, con
esa forma de brutal muela castillo me atrajo poderosamente y he imaginado subirlas
muchas veces. Dani luego la ascendió y me contó cosas de ella, pero, sobre
todo, por aquel entonces Maru y yo no estábamos preparados para hacer sus 1300
metros de desnivel positivo en solo 7 kilómetros sin que nos costara física y
mentalmente (y, también, el mismo desnivel negativo en otros 7 km).

Y en esto de la forma física quiero aclarar, que sí, que, en
aquel entonces, lo más seguro es que la hubiéramos subido y bajado, pero habría
sido padeciendo y no llegando a disfrutar de la montaña como hay que hacerlo:
sin cansarse, sin agobiarse, disfrutando cada metro de la constante subida y de
la tremenda bajada, sin sufrir de las rodillas, sin importarnos las cuestas,
disfrutando del slow mountain, pero con un ritmo más alto que otras veces para
que no se eternice la ruta.
Por eso, estas escapadas pirenaicas con la furgoneta las
estamos disfrutando tanto, pues, aparte de visitar los Pirineos en otras épocas
distintas del verano, nos están sirviendo para ir tachando viejos anhelos y
completando algunas otras rutas que quedaron inconclusas, ahora que es cuando
mejor nos sentimos físicamente.
Estamos en plena Selva de Oza, con un cuesta alfombrada y bella. Comienza la jornada.
Este bosque es un magnífico hayedo abetal, aunque vemos que las hayas están con muy poquita hoja.
De hecho, pasamos por secciones que el haya ya está en modo invierno.
No obstante, algunas aguantan con hoja dándole a la subida un plus de espectacularidad.
Remarco lo de cuesta, pues esto no cede desde el principio, pero con este bosque de cuento todo se hace ameno.
Disfrutando de las diferentes secciones del bosque. Como los recodos húmedos del camino.
De pronto llegamos a una larga torrentera que baja agua, pudiendo ver....
Nuestra 1ª conexión directa con el Castillo de Acher, arriba del todo.
La torrentera sigue para bajo, pudiendo verse el Chipeta alto, al otro lado del valle, en esta perspectiva.
Mi liebre tira para arriba a muy buen ritmo.La altitud sube, el bosque se acaba y la tremenda fortaleza se nos presenta nítida y cautivadora.Detrás nuestro, la estampa no se queda manca. En el medio el Chipeta Alto y a su derecha....
El Acherito y el Petrechema despuntan a la derecha.
Y a la izquierda del Chipeta Alto, el brutal murallón de la Sierra de los Alanos.
Este tramo de subida era tremendo, además con ganas de que nos diera el sol mañanero.
Largo y empinado y con la recompensa a la vista, pero aún muuuuy arriba. Belleza absoluta la fortificada estampa de esta montaña, con los primeros rayos del sol calentándola.
Momento reflexivo marujil en un marco incomparable. Por este lado, vemos que el Castillo no tiene acceso posible, por lo que habrá que ladearlo.
¿Cómo será por dentro el castillo?
Por lo pronto, al echar la vista atrás vemos que estamos en un verde valle colgado con los Alanos al fondo.
La senda que sube sin tregua es reconocible todo el rato.
La roca roja en esta parte alta de la ladera le da un toque aún más chulo a la montaña.
La senda alterna tramos tiesos con lazadas que nos escoran...
A puntos tan espectaculares como esta vista. La montaña de los Alanos que está justo encima de la cabeza de Maru es el Peña Forca (2389 m.), mayor altura de esa sierra.
Arriba, ya hemos localizado el único lugar por el que se accede al castillo.
En primer termino el barranco por el que hemos subido y en medio se aprecia bien el Valle de Hecho de izquierda a derecha.
Un alto entre la pedrera para coger aire.
Estamos a punto de iniciar el ataque final al castillo.
Detrás de Maru, un poco a la derecha, el único punto débil del Castillo de Acher.
Con una empinada, pero cómoda canal escalonada por la que entramos.
Una vez dentro, vemos que su forma con laderas y un barranco en medio
El barranco la recorre entera longitudinalmente y hacia abajo.
Brutales son los laterales surcados de una especie de picos dentados. Esto es a lo que me refiero cuando digo de verlo in situ.
El barranco central que parte el interior del castillo viene a acabar abruptamente allí delante.
¿Y la cima? Ahí la tienen encrespada en lo alto y recordándonos que la subida aún no ha terminado.
La senda bordea todo para evitar la rambla central
La lluvia a lo largo de los milenios ha horadado esa especie de lapiaz rambla que es mejor no aventurarse.
La senda no pasa lejos del principio de este pequeño karst.
Preciosa perspectiva de todo esto que os estoy enseñando. Ya tenemos enfilada la senda para llegar a la cima.
Esa casita pequeña hace de punto geodésico
Por fin tenemos nuestro castillo conquistado con ese espectacular panorama detrás. Otra toma falsa del selfie de cima.
Aunque al final lo conseguimos, pese al tremendo viento que hacía allí arriba y que la cara de Maru lo explica todo.
En dirección este, nos aparece en primer término la Peña Marcantón, y después lo que sería el valle del Aguas Tuertas con el Pico de Acué encima. Más allá lo que yo creo que son montañas francesas.
La parte final del Valle de Hecho con las laderas del Riste, entre la Casa de la Mina y el principio del Valle del Aguas Tuertas.
Maru se ha bajado un poco para protegerse del aire.
La caída del Castillo de Acher con los Alanos detrás nos tiene subyugados.
Queremos comer, pero aquí arriba no lo tenemos fácil.
Bajamos un poco y en el pequeño karst de la rambla encontramos este hueco perfecto para reponer fuerzas, protegidos del viento.
Es hora de volver y salir de este castillo tan especial.
Esos dientes van a ser difícilmente olvidables. La tremenda bajada no desmerece para nada el paisaje ya visto.
Teníamos temor a que la rodilla de Maru padeciera, pero haciendo breves descansos cada 300 metros de desnivel que perdíamos no sufrió nada.
De hecho, su cara lo dice todo.
El abetal nos recibe, cada vez queda menos.
¡Maruja, que ahí no hay cerveza!
Pero allí al fondo sí, y bien que lo sabe esta mujer.
Por la tarde noche, llegamos a Jaca y vamos a este sitio que nos enseñó Dani ya hace tiempo..
Sitio ineludible para los montañeros con la cocina siempre abierta, dato vital para nosotros que aparecimos allí a las 6 de la tarde con más hambre que el perro de Don Quijote.
Y apretarnos una rica merienda cena antes de darnos una vuelta por Jaca y luego a dormir al parking habilitado y volvernos al día siguiente. ¡Dos rutazas y media en los Pirineos otoñales! ¡Fantástico!
¡Hasta la próxima!
Hola Toni.
ResponderEliminarEntre todas las montañas del accidentado relieve pirenaico hay unas cuantas privilegiadas que pueden presumir de ser únicas. El Castillo de Acher es una de ellas. Ya no es únicamente que se levante poderosa sobre los bosques de Oza, está también esa muralla rocosa que circunda lo que aparentemente es una meseta de altura, que luego llegas allí arriba y descubres que no es así, sino que se trata un sinclinal colgado, y que encima, vistas desde allí, esas murallas que miran al norte cobran un perfil dentado, cuya visión, como bien dices es difícil de olvidar. Y por si no hubiese bastante con todo lo mencionado anteriormente, los tonos rojizos de sus laderas (más el verde en primavera) crean un precioso contraste con el predominio gris calizo de estos Pirineos Occidentales... No, el Castillo de Acher no es un accidente geográfico cualquiera. Si es que, joder, es bonita hasta en los mapas!!!
Supongo que sabéis el vínculo tan especial que tengo con esta montaña, pues fue la primera cima pirenaica que subí con Laia. Ahora en agosto se cumplirán 10 años de ello, y llevaba en mente celebrar la efemérides volviéndolo a subir, pero Laia ya no va estando para esas empresas (encima ahora que vuelve estar en tratamiento) y yo tampoco sé como estaré de recuperado en agosto, así que ya veremos... Pero bueno, me alegré mucho, cuando me enviasteis las fotos, de veros en la cima de esta montaña y disfrutando de su espectacular entorno.
Respecto a las fotos... Muy fan de las tomas falsas de los selfies, jajaja, y luego en tu crónica hay calcadas algunas fotos a la mía, como esa de la torrentera con los troncos, y por supuesto la de la haya hueca, que si ese árbol pudiese hablar y contar la cantidad y variedad de caretos que han asomado en su interior... Y recuerdo perfectamente, que después de la cima nosotros también nos resguardamos a comer algo en ese pequeño agujero.
Siempre lo he dicho, la Casa de la Montaña de Jaca, parada obligatoria cuando se visita este sector del Pirineo 😉
Un abrazo.