LUJOS EN FORMA DE COLABORACIONES (XI)

José María Fonollosa (1922 - 1991)  fue un poeta de posguerra, pero a su vez fue un caso raro y peculiar, de poeta maldito y secreto, ya que estuvo inédito más de cuarenta años, hasta que en 1987 en un encuentro casual por las calles de Barcelona, el escritor Pere Gimferrer le animó a publicar lo que tenía, o parte de ello. Al poco tiempo de morirse, le llegó cierta popularidad, al musicar poemas suyos gente como Joan Manuel Serrat o Albert Pla, que le llego a dedicar un disco entero.
El día de su muerte, sobre su mesa, se encontró un esbozo de testamento hecho a lápiz, en el que en un tremendo momento de desoladora lucidez, escribió:


"No a la trasmigración en otra especie.
No a la post vida, ni en cielo ni en infierno.
No a que me absorba cualquier divinidad.

No a un más allá, ni aún siendo el paraíso
reservado a islamitas, con beldades
que un libro garantiza siempre vírgenes.

Porque esos son los juegos para ingenuos
en que mi agnosticismo nunca apuesta.
Mi envite es al no ser, a lo seguro.

Rechaza otro existir, tras consumida
mi ración de este guiso indigerible.
Otra vez, no. Una vez ya es demasiado."

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