LA LAGUNA NEGRA

Retomamos la sección de senderismo por España, inagotable cantera de sitios hermosos y rutas increíbles. Esta vez nos vamos a subir a la fría y pura Soria, al norte colindante con la Rioja. Estamos en los picos de Urbión, donde nace el gran Duero, zona micológica por excelencia y territorio serrano que recomiendo su visita encarecidamente. El paraje que vamos a ver es la famosa y bella Laguna Negra, pero con la peculiariedad que la vamos a contemplar de una manera distinta a las típicas fotos de ella.
Abríguense y vayamos a ver las fotos:



Después de pasar el precioso y serrano pueblo de Vinuesa, tomamos la carretera que sube hacia arriba. El día como veis, esta divino: Frío, agua, nieve, ventisca. El estado natural y salvaje de la naturaleza. Como lo disfruto.




Una vez que dejamos el coche, nos ponemos a andar, comprobando que multitud de arroyos crean bonitos regueros entre la nieve.




Hasta que por fin llegamos a la magnífica Laguna Negra, que como era de imaginar nos la encontramos helada, toda una maravilla.




Hay que tener algo de determinación y coraje para subirte un día como este a ver la Laguna, pero el espectáculo de verla helada y la poquísima gente que había, convertía el plan en algo perfecto.




El único inconveniente que encontramos fue, debido a la niebla vestisquera, el no poder apreciar los cortados de piedra donde está encajada la Laguna, y ese color negro que toma. Pero como he dicho antes, es otra manera más rara y atípica de verla, y no por ello menos bonita. Os lo puedo asegurar.



Aquí tenemos a mi chica junto a un pino silvestre de los que esta repleto esta zona, todos de tamaños grandiosos.




Nos encontramos, ni nada más ni nada menos, que a 2000 metros de altitud y la Laguna Negra es fruto de la acción del hielo durante las glaciaciones del Cuaternario.




Las leyendas son muchas; se dice que no tiene fondo y algunos han sido testigos de las olas que llegan a la superficie, porque se cree que las corrientes marinas se mezclan con estas heladas aguas.



       Al fondo se veía y oía una estruendosa cascada, aunque en la foto no se llega a apreciar.




Nuestra ingenua intención, como si de himalayistas nos tratáramos, era subir al Pico Urbión (2228 metros), que es donde nace el Duero, pero la ascensión era cada vez más dura y peligrosa y, después de este puente, tomamos la decisión de volver.



En este paraíso de enormes pinos silvestres, se encontraba de vez en cuando, solitarios y preciosos Tejos.




Volviendo a Vinuesa, cruzamos el río Revinuesa, comprobando como bajaba del deshielo. En el pueblo de Vinuesa nos esperaba un caldito caliente en una vieja tasca de madera, que sobra decir, lo bueno y lo bien que nos sentó.


Y ahora me voy un par de días a Aliaga, en la zona del Maestrazgo turolense.
Un saludo.

Comentarios

  1. Toni, como eres. En tan solo 5 minutos me has trasladado 30 ó 35 años atras. Sin hielo, aunque yo la he visto así, primaveras y truchas, pateos por la laguna e incursiones por el revinuesa, bajar al pantano, nuestras primeras cervezas a escondidas y los vaciles con las niñas serranas. Truchas y más truchas. Que sensaciones, confirmado tengo que volver.

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  2. Sabía Patxi que te iba a gustar esta entrada, ya que me contaste algo de tu pasado por estos lares.
    Confirmado que yo también tengo que volver.
    Un fuerte abrazo.
    Toni.

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