BUSCANDO EL TEJO DE LA TOBA

Permítanme que les hable de mis padres, en especial de mi padre. Llegado a Cuenca en 1951, con diez años; una vez que trasladaron a mi abuelo, guardia civil de tráfico en Toledo, a Cuenca. Decir que el descubrimiento de esta ciudad y su Serranía fue todo un alborozo para mi abuelo, pintor paisajista como segundo oficio. De mano de mis abuelos y de algún amigo de la familia como Epi, de Calzados Rubio, empezó a conocer la Sierra. Luego con la juventud siguió explorándola solo o con amigos, hasta que conoció a mi madre, conquense del Barrio de San Martín con raíces en Campillo de Altobuey, y enorme amante de la naturaleza en general y de la botánica y micología en concreto. Con ella, también conocieron a gente de la de antes, gente de campo, como Rufino Rodriguez de Valdecabras, que les enseñó muchos secretos de la Serranía. Ya juntos, mis padres comenzaron a andar y descubrir no solo la Serranía, sino España en conjunto.

Mi padre, excepto cazar, se ha dedicado y se dedica a toda tarea que conlleve subir al campo. Antes de todo hay que remarcar la micología, ya que, junto con mi madre, son dos auténticos apasionados. Desde que tengo uso de razón, mi casa, sobre todo en otoño, ha sido un constante peregrinar de amigos y familia, trayéndonos especies de todo tipo para que les dilucidáramos si eran comestibles o no. Pero además de honguero, busca espárragos por Villora, caracoles por el campo, collejas por la Hoz del Huécar, árboles peculiares, rocas caprichosas, Serbales en el Cerviñuelo, manantiales en el Maillo, Gamones en primavera, fósiles por Salvacañete, barrancos por Zafrilla, etc. Su otra gran pasión ha sido la pesca, que ya con la edad la ha dejado de lado. Tengo grabados recuerdos de caña y cucharilla, de cuando tendría 10 u 11 años y me llevaba con él. Como ese de estar metido en el agua del Cuervo, en lo más feroz e inaccesible del río, mientras la cucharilla se me enganchaba en todas las ramas, o ese otro, de ver el amanecer (de mis primeros) en el pantano de Santa Mª del Val, para empezar a pescar.

La entrada que van a ver es fruto de su obstinación por encontrar un magnífico Tejo, que había oído que estaba alrededor del pantano de la Toba. Con ese impreciso dato y tras un par de excursiones, acabó encontrándolo, y luego me dio las señas para llegar a él.



                             Nos colocamos en la entrada del Júcar en el pantano de la Toba.



Cuando pasen con el coche por aquí, hagan por parar (hay una explanada para dejar el coche), ya que este sitio donde comienza el pantano es realmente bello.




         Lo que le da belleza a este sitio es la cantidad de Sauces que hay en la ribera del río.




                         Algún ejemplar de Sauce destaca por su tamaño y peculiariedad.




                     Por esta orilla voy remontando el río, buscando un sitio donde cruzarlo.




Cada vez me voy alejando más de la Toba, y del Tejo, por lo que tengo volver y  encontrar un vado donde solo tenga que descalzarme, aunque no es fácil encontrarlo.




Por fin consigo cruzarlo, y soltar un par de improperios sobre lo fría que esta el agua. Estamos en el mes de Noviembre.




En el centro de la foto se aprecian dos o tres ciervos que salieron pitando nada más que me oyeron.




En estas bonitas praderas húmedas alrededor del pantano, me topé con una gran cantidad de ciervos que bajaban a beber agua.




Los Sauces buscan el agua claramente, y en el otoño tienen este bello color, aunque en primavera es cuando más bonitos pueden estar.




                Pero dejemos el pantano abajo y empecemos a subir para encontrar el Tejo.




                      Pero la cosa se empieza a empinar, y tenemos que extremar el cuidado.




             Antes del Tejo nos encontramos en este bello y húmedo rincón, un Tilo.




       Hasta que por fin lo encuentro, enorme y frondoso, arriba del todo en un lugar realmente difícil e inaccesible.



El rincón donde estamos es de cuadro, y en él se ven más Tilos y algún que otro Tejo pequeño.




       Que mejor sitio para comerte el bocadillo que debajo del Tejo, apoyado en viejo y recio tronco.




El tilo cuando aun le quedan unas pocas hojas y en este sitio tan empinado, es todo un espectáculo para la vista.




         Con estos canchales o desprendimientos de piedras hay que andar con mucho cuidado.



Bajamos otra vez al pantano donde podemos apreciar las grandes paredes de la Muela de la madera, que forman el marco del pantano de la Toba.




            El cromatismo del paisaje en otoño es un gran aliciente para salir al campo.



Y con este pequeño homenaje a mis padres, me despido. Hoy ha sido la búsqueda de un bonito Tejo, en otras futuras entradas seguiremos en busca de tantas y tantas cosas que atesora la Serranía.

Comentarios

  1. En los años cuarenta y cincuenta, no había guardia civil de tráfico, sino que se llamaba Policia de Tráfico y posteriormente, Policía armada de Tráfico.

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  2. Muy buena ruta y estupendo motivo para adentrarse por esos parajes la búsqueda de ese magnífico tejo, Supongo que será el Tejo de El Picuerzo, hace años que lo quiero visitar, pero hasta la fecha no he podido. Toda la ruta es preciosa y los Tilos que te encontraste, una maravilla. Gracias por deleitarnos con tus rutas

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  3. De nada. Para eso estamos, para enseñar estos pequeños rincones mágicos de la Serranía. No sabía que se llamaba el Tejo del Picuerzo; apuntado queda.
    Un saludo, y muy interesante el blog de las vías verdes.

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  4. Le denomina con ese nombre Cristina Guardia en su libro "Árboles singulares de Cuenca". Lo ubica en el Monte El Picuerzo" y lo localiza en la parte alta de un reguero que baja a la cola del pantano por su margen izquierda. En este libro no sale ninguna foto justificándolo por la inaccesibilidad cuando se hacían las fotos. Le otorga la categoría de monumental.

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  5. Un gran homenaje Toni y un sitio espectacular!!!

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  6. Una entrada preciosa, no la recordaba ya aunque la leí en su día pues recuerdo los datos de tus padres y el abuelo. Carol ha quedado prendada. Creía que las fotos eran postales, creo que te subestima un poquillo. Gracias por ir en busca de tejo viejo del Picuerzo y compartirlo con estos impresionables y profanos seguidores.

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  7. Gracias a los dos por estar ahí.

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