EL VALLE DEL ARROYO DE LAS PONTEZUELAS DE VALSALOBRE Y LA ERMITA DE NUESTRA SRA. DE LA TORRE CON SUS TRINCHERAS


La Villa de Beteta tuvo históricamente 7 aldeas. Hoy en día, seis son pueblos habitados, o mejor dicho, escasamente habitados y el ultimo, Valtablado es hoy en día, un pueblo fantasma. Os quiero enseñar de los pueblos habitados, el más recóndito de ellos, y uno de los pueblos que, por su ubicación y entorno, es de los más bonitos de la Sierra de Cuenca para mi gusto. Estoy hablando de Valsalobre, con sus 21 habitantes (datos INE 2021). La única carretera asfaltada que hay viene a acabar en el pueblo. El origen del pueblo viene de la repoblación cristiana después de la Reconquista, y su nombre nos sugiere claramente la riqueza en yacimientos y manantiales salinos que atesora

El pueblo esta ubicado dentro del valle que crea el Arroyo de las Pontezuelas, afluente del Guadiela, al que va a echar sus aguas un poco antes de la Hoz de Beteta. Valsalobre es conocido por un extenso paraje, reconocido legalmente como Monumento Natural, que es la Serrezuela de Valsalobre, una de las zonas de España con mas simas por metro cuadrado. En este caso, no la vamos a visitar, aunque pasaremos muy cerca.


Mi plan es remontar el Arroyo de las Pontezuelas hasta su cabecera. Lo recorrí hace años en una primavera lluviosa y me cautivaron al instante aquellas soledades, aunque no avance mucho, por lo que en este caso, quiero llegar hasta el final, y de paso, mirando el mapa, vi que sobre la raya entre Cuenca y Guadalajara, en un puntal, había un vértice geodésico con una ermita, acicate suficiente para llegar hasta allí, llevándome una muy grata sorpresa con lo que me encontré allí y que en el título de la entrada lo menciono.

Sé de sobra que cuando ando por estas tierras, en esta ocasión que fui solo, no me voy a encontrar a nadie, además siendo un día entre semana. Esta conjunción entre mi gozosa soledad y la brutal soledad de esta comarca va a fundirse para otorgarme la magia que desprende la naturaleza, y que terminará llenándome de esa sensación de satisfacción por la hermosa jornada que he pasado y que culminaré en el bar de Beteta primero y Vadillos después, haciendo esta transición de vuelta a la civilización y sus diversos ruidos, con la ayuda de unas frescas cervezas. Debo puntualizar que no hice la ruta solo del todo, sino que tuve un acompañante en todas las horas que estuve por allí.

        Nada más pasar el pueblo, y antes de cruzar el puente sobre el arroyo, dejo el coche.


La despoblación del lugar y la limpieza de cielos otorga la característica de Serranía Starlight.


                               Dentro de unas horas volveremos al pueblo por este carril.

  El Arroyo de las Pontezuelas, protagonista de la jornada de hoy, aún con agua pese a la sequía por esta fecha de finales de noviembre.

                                      Por lo pronto, vamos a recorrer el valle de este arroyo.

Los lados del mismo guardan una buena vegetación, donde el final del otoño se aprecia en los caducifolios.


                  El fondo del valle está mas verde que el estadio del Atlético de Madrid.

En este punto se me presentó un alocado y juguetón compañero de ruta, al que llame Orejotas. Hoy no voy a ir solo.


Al fondo, el valle parece estrecharse. Orejotas también parece darse cuenta.

        En todo momento una sendecita sin pérdida nos lleva por estos paisajes tan chulos.

En este punto, me doy cuenta que el agua tiene un color lechoso, al que atribuyo el paso por su cabecera, en Peñalén (Guadalajara) donde hay varias minas de caolín.

    El valle ahora se ha cerrado y se ha vuelto más natural, alejado del pueblo como está.



Hasta que llego a un punto donde descubro que al arroyo le entra otro barranco que es el que se ve venir desde la derecha.

Me llama la atención esa enorme y alta figura que guarda uno de los lados del Bco. ese subsidiario. El nombre dado en el pueblo es la Peña de la Mora.

                                 Al otro lado del barranco veo un curioso aprisco pastoril.

                          Al que subo a ver, para ver como tenía dos tipos de techo distintos.

  
     Bonitas visiones las que está regalando este rincón de confluencia de los dos barrancos.

                                       Decido investigar este arroyo subsidiario a ver qué tal.


Y más todavía, al descubrir que lleva un poco más de agua que el arroyo principal de las Pontezuelas.

A la vuelta de la ruta, aún no he decidido si hacerlo por ahí dentro, bajando el arroyo de las Pontezuelas, o hacerlo por lo alto del lateral izquierdo que ven en la foto.


                                      Pero antes, subo a ver esta bella Peña de la Mora.

                                            Y ver esta cueva aprisco que guarda en su base.

                                           Lugares siempre con una magia especial.


                               Me asomo a este lugar tan puro donde confluyen los arroyos.

                  Y me tomo unos frutos secos, bajo la atenta mirada del guapo de Orejotas.

                                                 Toca ahora remontar este arroyo subsidiario.


Echo un vistazo hacia atrás, para ver que sendos guardianes calizos guardan ambos lados del barranco.

     El que más me gusta es la forma ku ku klan de la cúspide rocosa de la Peña de la Mora.

                            Este ramal es conocido como el Arroyo de Valhernando.

           Tiene una especie de camino por el que se puede transitar más o menos cómodo.


Pasando por una sucesión de pequeñas pozas. Aquí me doy cuenta que el color del agua viene de suelo rico en caolín de este barranco.

Llega un momento que se abre más, y lo sigo remontando pues al fondo está la ermita a la que quiero llegar.

                           El arroyo viene a nacer allí, de diversos puntos como este.

                             Y sobre todo, debajo de esa inextricable maraña de espinos.

                                                    Hay que salir del barranco.....

                                                                    Y entrar en el pinar.

          Llego a un punto donde se puede ver enormes charcas de agua saturadas de caolín.

  Un vistazo a la tierra para comprobar esto. El Caolín también es llamado arcilla de China, y viene porque se sacó por primera vez en el monte Kao-Ling.

   Subo esta ladera, por dónde va el límite entre Cuenca y Guadalajara,  para ponerme en la parte alta, ya que allí se encuentra....

                                          El llano de la Virgen y la solitaria ermita.....

De nuestra Señora de la Torre, perteneciente al pueblo de Peñalén (Guadalajara)


         Detrás de la ermita, al fondo, se aprecias los diversos valles fluviales del Alto Tajo.

Voy al extremo de este llano de la virgen, pues allí está el vértice, marcando los 1437 metros. Veo una cosa extraña...

                                           Una especie de zanja.....¿y esto para qué?

                 Casi al mismo tiempo, me doy cuenta, por la ubicación en alto, que esto....

                                                 Fueron trincheras de la Guerra Civil.

Con sus muchos apartados para ponerse dos o tres soldados con los rifles. Al fondo asoma...

     La mina de caolín a la que aludía anteriormente. Esta parte de Peñalén y Poveda de la Sierra tiene varias minas de caolín.

Pese a que alude una época tristísima de nuestra reciente historia, me encanta encontrarme con estos restos tan militares.
 
Desde aquí podemos ver los muchísimos kilómetros a la redonda de pinares y que engloban los términos de Villanueva de Alcorón (Guadalajara) y Carrascosa de la Sierra (Cuenca)

 Bajo del Llano de la Virgen, entrando otra vez en la provincia de Cuenca, con Orejotas siempre cerca mío, veloz como un rayo.


      Ahora voy a entrar en la auténtica cabecera del Barranco del Arroyo de las Pontezuelas.

 Sus inquilinos se quedan mirándome extrañados, como diciéndose qué soy yo y qué hago allí..

           Uummm, el barranco se pone espectacular, a la vez que intransitable por dentro.


Lo paso por un lado, comprobando la cascada chula que se tiene que formar cuando esto lleve agua.


Ahora voy a volver a Valsalobre sin entrar en el barranco de las Pontezuelas, sino por la parte alta de este lateral derecho del barranco.

 Veo esta parte que se ensancha mucho y que me llama bajar abajo y recorrerlo.


Y más aún, al comprobar que allí abajo se ven los primeros manantiales del Arroyo de las Pontezuelas.

Hago una paradita para comerme una lata de mejillones que Orejotas se encarga de dejarla reluciente.


Al ir por este lateral puedo observar todo el valle desde arriba, donde al fondo despunta...


 El pueblo de Valsalobre.

        Paso por delante de la confluencia del Bco. de Valhernando en el de las Pontezuelas.

                           Con la Peña de la Mora, y debajo la cueva aprisco pastoril.

          El valle va tomando profundidad que se aprecia mucho mejor desde aquí arriba.

      El menda con Valsalobre al fondo. Como ven, pese al sol, había que ir abrigado por estas fechas.


                    Lo que capta todo el rato mi atención es el pueblito de Valsalobre.

                                                    En esa ubicación tan idílica y solitaria.

                          Me voy acercando al pueblo, pero ¡alto! algo se ve más allá

                        Es el precioso barranco del Arroyo de la Navareja. ¿Y porqué lo saco? 

             Por que en esa ladera izquierda, salpicada de robles y pinos, resalta algo. ¿Lo ven?

                                     El pueblo abandonado de Valtablado de Beteta.

 Dos letreros completamente blancos nos indican que los senderos PR de Cuenca necesitan revisión urgente. ¡Que digo yo!

Se nota que los vacos del lugar conocen de sobra a Orejotas que pasa por delante de ellos varias veces.

   Para volver al pueblo, busco un viejo camino ancestral que solo está en los mapas antiguos.

Por él voy, el viejo camino del Pozo Blanco a Valsalobre.


Y con la tarde ya cayendo, entro al pueblo varias horas después. Orejotas a esta altura se echó otra de sus alocadas carreras pero en esta ocasión fue la de despedida.

Aunque la verdadera despedida la hice yo con el calor de una chimenea y la frescura de una cerveza.
                                    

                                                               ¡ Hasta la próxima!

Comentarios

  1. Me a encantado....mis abuelos eran de Valsalobre

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    1. Hola.

      Muy contento por que te haya gustado la entrada, y te haya traido al recuerdo a tus abuelos. La verdad que todo el pueblo y su entorno es precioso.

      Un saludo.

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  2. Hola Toni: nos volvemos a comunicar a través de este medio llamado Internet, y también para decirte que, como siempre tus entradas son preciosas, yo las disfruto a tope desde mi ordenador. Decirte también que de los bares que mencionas, de Beteta y Vadillos, yo también he tomado algunas cervecitas en los dos, y aprovechando que el Júcar pasa por Cuenca, me gusta más que el Pisuerga por Valladolid, viendo que visitas la serranía con cierta frecuencia, si me permites te voy hacer, una recomendación a pesar de ya lo conocerás, en tu próxima visita, pásate por El Tobar al ladito de Beteta, y visita el Hostal Castilla, y si es temporada degustes, el paté de ciervo con trufa, que Socorro la dueña y cocinera lo borda, no es un restaurante con estrellas Michelin, creo que no las necesita, y los clientes tampoco para disfrutar de sus platos, por favor no pienses que me mueve ningún interés, personal ni familiar, simplemente como cliente, que muchas veces he degustado sus platos, y he pagado como un cliente más, espero que te guste y lo disfrutes. Como siempre muchas gracias por tus reportajes. Un placer saludarte de nuevo: Félix

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    1. Hola Felix.

      Disculpa que haya tardado tanto en constestarte, pero he tenido unos problemillas técnicas con esta entrada.

      Del restaurante que dices, hemos comido una vez y comimos muy bien. Todo muy rico y las cosas de caza espectacular, aunque ese paté no lo he probado y habrá que hacerlo algún día.

      Un saludo.

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  3. Hola Toni.

    Cuando nos veamos, que será en nada (qué ganacas ya!!) me tienes que contar como fue ese encuentro y ese amor a primera vista entre Orejotas y tú. Por que una rutaca como esta fue mucho más completa con un compañero como él ;-)
    La ruta, para el lector, pues una sorpresita tras otra, empezando por esos pastizales pastoriles en los que apareció tu improvisado compi. Y luego esa escultura caliza de la Peña de la Mora (¿estará hecha a cincel? 😜), con aprisco incluido (cuando la sacas desde arriba se aprecia mejor su tamaño), que oye, qué bien encontrado ese parecido con uno del KKK, aunque a mi también me ha asemejado a un cardenal chungo y malcarado de esos de la época de la inquisición (ambos parecidos muy siniestros y vomitivos, por cierto). Y que pasada llegar a la parte alta y encontrarte esa llanura herbosa, con su ermita y su vértice, y con el extra de esas trincheras tan bien conservadas. Y el colofón llegó con ese chulísimo Barranco de las Pontezuelas y su fascinante orografía. Vamos, que Orejotas el lametatas de mejillones, y tú, lo debisteis de pasar de maravilla triscando por esos lares.
    Y si señor, no conozco manera mejor para que esa transición del campo a la urbe se haga más llevadera jejeje.

    Un abrazo.

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    1. Hola Dani Dios.

      Si no es por ti, esta crónica no existiría, jejeje.

      De Orejotas, al principio iba con cierto temorcillo de cómo sería el perro. Además, en una de estas, como iba siempre corriendo a mucha velocidad, cuando se estrechaba la senda por el valle por haber profusa vegetación a los lados, pasaba por la senda y una vez me golpeo (obviamente sin querer) en la pantorrilla y me hizo algo de daño. Pero, salvo eso, al final me gustaba mucho que estuviera conmigo, y cuando relamió la lata de mejillones, llegué a pensar que era mío y se venía siempre de ruta conmigo, cual Laia.
      Y de esta entrada, los paisajes muy chulos, pero lo que de verdad me caló, fue esa soledad de estar en un pueblo casi deshabitado, donde solo llega una carretera, el frío que hacía pero con un sol muy agradable, la soledad y mi implante que me iba haciendo oir ruidos nuevos para mí. En fin, esas cosillas del slow mountain, que tanto tú, como yo, sabemos verlas y disfrutarlas ;-)

      Gracias por todo y un abrazo.

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  4. Que buena ruta, nos vamos mañana a ver como se ve con la nevada. Un puntazo lo de las trincheras que desconocíamos que había por allí.

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    1. Hola Cristina.

      Seguro que lo disfrutais, pues aquello con un manto nevado ganará mucho en espectacularidad. Y lo de las trincheras tambien fue una buena sorpresa para mí.

      Un saludo

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