LAS CALAS DE LA COSTA NORTE DE MENORCA II (PLATJAS DE CAVALLERIAS Y BINIMEL-LA Y CALA ROJA, CALA MICA) Y EL CAP DE CAVALLERÍAS.
Para otra ruta por la costa norte de Menorca elegimos coger una de esas pocas carreteras asfaltadas, concretamente, la que te lleva al Cap de Cavallería y unos cuantos km antes dejar la furgo en el parking de tierra habilitado para ello y tirar hacia la costa para recorrer parte de esa senda.
Recorrimos un par de playas y un par de calas, unos baños y nos volvimos. Ese día la humedad y el calor apretaban más y los ratos de baños y relax fueron mayores. Para terminar, nos acercamos con la Camper a visitar el cercano Cap de Cavallería para admirar el faro, estas grandes y peculiares construcciones tan necesarias en cualquier buena isla que se precie, y en la islas del mar con más historia del planeta, como es el Mediterráneo, mucho más.
Aunque ya había oído hablar, nos llamó mucho la atención lo cuidada que está la isla. No obstante, es Reserva de la Biosfera, un selecto club de medio millar de lugares en todo el mundo. Nos recordó en ciertos aspectos a Nueva Zelanda. Pese a su masificación veraniega, allí no se construye apenas, como en otras partes del litoral peninsular, habiendo muchísimos kilómetros de costa virgen, donde precipicios, calas, y pinares se alternan sin apenas ver una construcción en mucho tiempo, como podeis ver en las fotos.
A Maru y a mí, conociendo el ladrillazo urbanístico del Mediterráneo peninsular, nos llamaba mucho la atención las pocas casas que se veían en tanta longitud de costa. Una maravilla, donde el Camí de Cavalls se erige en un sendero circular de 185 km, que yo recomiendo hacer, entero o en parte, en época fuera del verano, ya que la excesiva humedad y calor lo hacen un poco penoso, aparte de mucho menos masificado. Nosotros haremos tramos de ese sendero, pero solamente para ver calas y pegarnos unos baños. Esta semana es más de relax y descanso, sin ningún objetivo senderista fuerte.
Salimos del parking andando, y ya nos llama el rojizo color de la tierra. A nuestra izquierda tenemos la Platja de Cavallerías. Y nuestra derecha, la Cala Roja, con un aspecto salvaje.Nos dirigimos hacia la de Cavallerías, con esta larga escalera para poder acceder.El final del la playa es conocida como la Platja de Ferragut y nos encanta lo solitaria que está. Aún es pronto y debemos aprovechar que la temperatura no es muy húmeda todavía para avanzar. Pasamos por encima de la Ferragut. Vemos que a la izquierda se ve... Otra de esas antiguas construcciones abandonadas.Lo solitaria que se encontraba esta Playa de Cavallerías/Ferragut nos hizo planear que a la vuelta pararíamos a bañarnos.
Platjas de Ferragut y Cavallerías. La verdad que en ese momento no pensámos que estas dos platjas estaban realmente cerca del parking por lo que a la vuelta habría más gente. La senda, como ven, es cómoda de andar en muchos tramos. No obstante, es el célebre Cami de Cavalls. Pasamos por alguna cala pedregosa sin nombre. Y al fondo, despunta.... La Illa de Ses Bledes.
Vete a saber que me estará diciendo Maru, mientras pasamos por este tramo de senda tan chulo.
Despues viene un larto tramo de andar por este paisaje, que al turista playero de chancla y sombrilla le echará para atrás indudablemente.
Desde aquí se nos abre buena vista del Cap de Cavallerías.
Despues de esto, entramos en la Platja de Binimel-la.
Como esta maravilla de playa virgen llena de extrañas raices, de la costa oeste de la Isla Sur de Nueva Zelanda. Playa salvaje en la que las aguas que vienen de la Antartida hacen que no sean lugares de baño. La sensación andando entre cientos de esas extrañas raices por la playa era increible.
En la Isla Norte de Nueva Zelanda, las playas (por lo menos la de la costa norte) son más parecidas a las de nuestro Cantábrico, aunque con un toque más tropical.
Vamos a elegir el sitio concreto.
Esta mini cala escondida y solitaria va a ser donde plantemos las toallas.
Despues, como es de imaginar, tomamos el desvío para echarnos dos tercios como dos soles en en la terraza del restaurante del parking de Binimel-la.
La Cala roja, ya por la mañana nos gusto mucho, fue la elegida....
Al lado hay restos de construcciones relacionadas con la historia bélica de la isla.
Uno de los platos que hicimos para la merienda cena fueron un revuelto de setas y esparragos.
Seguro que ese revuelto de setas estuvo delicioso 😉
ResponderEliminarOye, no sé si quedará aún algún reportaje más de Menorca, pero de los que nos has enseñado, este es el que más me ha gustado, sobre todo por la variedad del suelo de las calas, empezando por ese de color rojizo, y pasando por esos tramos de cariz más desértico, que oye, en la foto esa que pones que el paisaje echa para atrás a los turistas de chancleta, si me hubieses dicho que estabáis caminando por las cotas altas de Javalambre, me lo hubiese creído. Pero lo que me ha parecido fascinante es la variopinta geología de esa primera cala en la que os bañasteis. Menudo ojo tuvisteis para encontrarla, y que gozada bañaros en bolas allí!!
Un abrazo.
Hola Dani.
EliminarSi queda uno más de la costa norte, que a su manera tb es distinto. Me gusta eso que dices de las reminiscencias a Javalambre. Es así, porque cuando debieras dejar de andar pegado al agua, y la mirada era al interior como todo es monte, todo era campo, pues ocurre esas sensaciones.
Baños en bolas, tercios en esa terraza y encontrar calas y paisajes sin nadie. Ese fue otro gran día menorquín.
Un abrazo.
Mis 2 webs (sin publicidad) podrían interesarles: plantararboles.blogspot.com, un manual para reforestar, casi sobre la marcha, sembrando semillas de árboles autóctonos en zonas deforestadas, baldías, más o menos cercanas al lugar de su recolección. Y yofrenoelcambioclimatico.blogspot.com (MENOS es MEJOR). Salud, José Luis.
ResponderEliminarHola Jose Luis.
EliminarEstoy leyendo tu blog y me parece muy interesante y muy encomiable la labor.
Enhorabuena.
Un saludo.