Este verano del 2024 nos fuimos una semana de agosto al norte
cantábrico. Los planes eran no solo senderistas, pero pudimos sacar Maru y yo
dos/tres rutas muy chulas que son las que vais a ver en esta entrada y en la
siguiente, dentro de dos semanas. Esta primera esta hecha en el litoral marítimo y consta de dos rutas
hecha en días consecutivos. Este tipo de senderismo nos gusta mucho, cuando el
litoral en cuestión, es rocoso, de acantilados, sendas y playas/calas poco
masificadas, como más salvajes.
Un asunto muy importante es la meteo, pues en
verano y cerca del mar suele hacer mucho calor, que en el mar cantábrico es
menos, pero sí suele hacer mucha humedad, de esa que no se disfruta haciendo
senderismo de larga duración. Tuvimos suerte en esos días por el litoral
cántabro, ya que no se vio el sol, y el manto de nubes hizo que las
temperaturas no fueran precisamente altas, por lo que la temida humedad agobiante no hizo
acto de aparición, como en otros veranos que sí la hemos sufrido.
Asegurado ese punto, tocaba elegir un tramo de costa
cántabra de lo mucho que hay para elegir, tanto si saltas a oeste, en Asturias,
como a este, en Euskadi. El lugar elegido, para ubicaros, está entre las
poblaciones de Laredo y Castro-Urdiales, aunque para comenzar la ruta hay que
dirigirse al pueblo de Oriñón, dónde en su magnífica playa dejaremos la furgo,
y comenzaremos la ruta, en dirección al pueblecito de Sonabia. Lo que voy a
enseñaros, que nos encantó a Maru y a mí, es el Macizo Calizo de Solpico
Candina, un entramado kárstico, plagado de bellas dolinas que se levanta 489
metros desde el nivel del mar, y que tiene su punto álgido en el Arco de Llanegro, un arco de esos que atrae como la miel al oso y que, al igual que en muchos otros sitios del pais, se le conoce con el nada original nombre de Ojo del Diablo.
De esas rutas costeras qué recomiendo encarecidamente, pues
aúna un desnivel positivo muy respetable, un ambiente aéreo y montañero muy
sorprendente y una belleza geológica paisajística de primer orden. A todo esto,
se le suma, las preciosas, pequeñas y poco masificadas playas que se ven por
allí, rezumando ese toque atlántico que las hace de las playas de baño más
bonitas que se puede ver. Curiosamente, nos gustó tanto esta parte del macizo
calizo, que al día siguiente hicimos otra ruta, algo más corta, para conocer la
otra parte de dicho macizo kárstico. Por lo que verán realmente dos rutas
distintas en una solo, que será algo más extensa de lo habitual, todo en aras
de enseñaros esta belleza costera senderista.
Llegamos al parking de la playa de Oriñón, que presenta este fantástico aspecto salvaje.
El lado izquierdo de la playa la conforma la parte derecha del macizo de Solpico que vamos a recorrer en parte en esta entrada.
En el otro lado, el derecho, comienza otro macizo, la Sierra de Hoz, con muy buena pinta para andar en otra ocasión futura.
Como no dejan pasar a las furgos y caravanas hacia el pueblito de Sonabia, andamos como un kilómetro pasando por el lateral de esta playaza.
Menudo arenal conforma esta playa de Oriñón.
El tramo de carretera tiene suficiente arcen y sobre todo tiene...
vistas a todo esta playa de Oriñón que es la desembocadura de la Ría de Oriñon en el mar.
Llegamos a Sonabia, donde comienza nuestra ruta, teniendo allí arriba nuestro objetivo.
Con diversas rutas en este macizo que lo hacen muy apetecible y sorprendente como veran en las fotos.
Rápidamente la selva cantábrica nos engulle.
Zoom a la infranqueable parte alta, dónde a la derecha asoma.....
Nuestra primera conexión con el Ojo del Diablo, objetivo principal de la ruta de hoy. El Arco de Llanegro.
Por ahora la vegetación nos impide ver el entorno.
De pronto, la jungla se acaba y allí al fondo nos sale la pequeña playa de Valdearenas.
La vegetacion se muta en un inabarcable mar de helechos,
Por donde solo se puede ir por la senda hecha ex profeso.
A la vuelta habra unos niños jugando entre esas rocas, recordándo lo bien que me lo pasaba en este tipo playas cuando era más crío, ya que mis padres eran muy fans del norte.
El helechar llega por momentos a taparnos.
Al coger altura podemos ver mejor la punta rocosa, conocida como la Ballena. Dijimos de ir a la vuelta, pero ya era demasiado.
Un corredor que nos cruzamos nos vino genial para sacar lo que llevamos subido y este maravilloso entorno.
Por ejemplo, el pueblito de Sonabia al lado de Macizo de Candina, y más allá la Sierra de Hoz con nieblas.
LLevamos un rato pensando por dónde vamos a subir a la parte alta, pues se ve el macizo muy inaccesible.
La senda pica cada vez más para arriba, y allí delante parece que hay un desplome rocoso.
Efectivamente, por allí bajan unas personas.
Ese es el paso y allí nos dirigimos.
Encima del paso nos espera, a priori, una niebla bastante densa.
La canal embudo del paso vista desde arriba.
Una vez arriba, se nos presenta esta cara del macizo con esta especie de piso terraza colgado entre el acantilado que da al mar y la parte alta a la que aún tenemos que subir.
La vista que tenemos hacia bajo es espectacular.
Vemos que aún nos queda para llegar a la parte alta del macizo.
Nos sorprendio la aparición en este gran pedregal entre la bruma de diversos y bellos arboles.
Y como buen lugar rocoso y sin masificar vimos muchas cabras.
Otro arreón hacia arriba por esta especie de camino pedrera, que luego leimos que se hicieron para sacar mineral de hierro de la parte alta.
Volvemos a girar teniendo otra vez abajo el pueblo de Sonabia y la playa de Oriñón.
La Ballena o Punta de Sonabia es muy fotogénica. Podeis ver que al principio tiene como una grieta que hace que pasar hacia la punta sea delicado. Vimos desde arriba que alguien paso, pero no todos los que se asomaban.
No me canso de ver esta maravilla desde tan arriba.
Un momento álgido de la ruta es cuando se pasa un collado y de deja de ver la costa y el mar, y se entra en otro mundo, un lapiaz puro y duro, con un sempiternos verdor e inmerso en semibrumas.
Esta que veis es una de las grandes dolinas que se forman en este macizo, que a su vez, estan formadas por...
Multitud de pequeñas torcas como esta
Aunque al lado, que no se descubre hasta que te acercas, hay una sima pura y dura, de increible belleza.
Y de negro, profundo e incierto fondo.
Detrás de Maru, arriba, se la cota más alta del macizo, el Pico Candina (489 metros) y, de haberlo sabido entonces, habríamos subido.
Pero ahora saldremos de la dolina hacia la izquierda de la foto, ya que nos espera.. El impresionante Arco de Llanegra u Ojo del Diablo.De proporciones enormes como debe de tener un buen forat.
Y unas vistas que quitan el hipo.
Si se investiga un poco, se descubre un 2º arco. Lo digo porque vimos gente que veía el 1º y se volvía para abajo.
Y este 2º, al contrario del 1º, te permite pasar por debajo de él y poder sacar esta perspectiva de los dos. Despues de esto toca volver por donde subimos.
En la terraza intermedia, nos asomamos a los bordes para atisbar la caida.
En dirección Laredo (al fondo del todo), nos aparece esa Peña tan atractiva que conoceremos en la 2ª parte de la entrada.
Las cabras posan para nosotros.
Toca bajar, pues queremos ir a ver la Ballena, aunque luego ya no lo haremos. Cogeremos el ramal de senda que nos mete de lleno en la playa.
La magnífica playa de Valdearenas, que una vez a pie de la misma, vemos que es más grande de lo que parecía desde arriba.
Además con su zona de dunas y su aspecto agreste.
Esta bonita flor blanca inunda las dunas haciendo muy top todo este entorno.Cruzamos la playa y subimos al otro lado, donde hay un parking de coches y donde decidimos volvernos hacia la furgo, espoleados por esas cervecillas de fin de ruta. En un vistazo atrás vemos el Ojo del Diablo.
Y aquí acabamos con este día, pero luego en la furgo, descansando y buscando un sitio para dormir, comentamos lo mucho que nos había gustado, incluso, buscando información de este lugar tan peculiar que habíamos conocido, llegue a encontrar esto en internet, y al leerlo, nos informamos más, comprobando que este pequeño macizo montañoso era todo un compendio de cosas que para unos amantes de la naturaleza y la geologia era un verdadero paraiso; a saber, hasta 12 cuevas, varias simas y torcas, poljes, domos salinos, sistemas dunares, varios forats, hasta 5 arroyos con manantiales corren enteros o en parte por él, un sumidero de agua activo, varias playas increibles, el estuario de la ría de Oriñón, robledales, encinares, alisedas. Acojonante la cantidad de cosas que atesoraba este paraje en excelsa conjunción mar y montaña.
Decidido, al día siguiente ibamos a hacer una ruta que salía desde el otro lado de la última foto que ven aquí arriba. Mas en concreto del pueblito de Hazas, en mitad del Valle de Liendo. Por diversas circunstancias la ruta fue más corta de tiempo, pero nos sirvio para conocer más a fondo este lugar. Tras dejar la furgo en Haza, atravesamos uno de los muchos barrios del Valle de Liendo. Lo dejamos atras, asomando al fondo el Macizo de Solpico Candina por esta cara.
Imponente también esta cara sur. Vean el tamaño de la casita por la que pasaremos, para calibrar su tamaño, aunque nosotros no subiremos arriba del todo, sino giraremos hacia la izquierda a mitad de montaña.
Comenzamos por la zona junglesca dónde está la casa que se veía. Pasada esa zona, nos ponemos en modo cuesta, escaseando rápidamente la vegetación alta. Atrás dejamos el Valle de Liendo es esta típica estampa cantábrica. Alto en el camino para ver esta postal. Fíjense al fondo a la derecha.
El Macizo del Monte Buciero y Santoña a la izquierda.
Laredo con su franja de tierra casi cerrando la bahia.
Hay que estar al loro de la sendecita, ya que nos sirve para salvar algún corte rocoso de manera segura.
Sigue la cuesta sin tregua.
Aunque no tardaremos en girar hacia la izquierda y empezar a bordear el macizo.
Pues los carteles abajo ya nos avisaban del angosto paso que hay por este lado
Con las incansables vistas desde el mismo paso.
Y su cuerdecita puesta para hacerlo más seguro.
Hacia el otro lado, el patio de caida al mar impone, y si se tiene vértigo aconsejable es seguir cogido a la cuerda.
Nos ponemos en la terraza colgada del macizo. Allí al fondo es dónde llegamos subiendo desde la playa de Valdearenas, y si nos fijamos a la derecha del todo...
Se ve el camino pedrera para subir a la parte alta.
En la parte alta la perspectiva podría inducirnos a pensar que el buitre va a atacar a la cabra, pero sencillamente es un captura de los dos animales mas numerosos de Solpico Candina.
Lo que me tiene muy embelesado es el porte y la belleza japonesa de los árboles, dondé hay robles, tejos, alisos y otras clases que no identifico.
Aunque para embelesamiento lo suyo es acercarse a los bordes del acantilado.
Y quitar de la foto al sujeto de las gafas y la cinta en la cabeza para admirar todo esto.
Os acerco ese enorme istmo rocoso conocido como La Peña.
Y a sus pies la Playa de San Julián a la que nos acercaremos a la vuelta.
Toca volvernos, dirigiendonos otra vez al paso.
Siempre he sido poco de mar, pero ante este paisaje siempre verde y tan rocoso y montañoso, me siento muy atraido. Ya hemos bajado del Macizo, y sin pasar por los barrios del Valle de Liendo, nos dirigimos hacia la playa de San Julián. Vistazo hacia atrás, para ver al fondo el Macizo Solpico Candina. La playa no la conseguimos ver. Estamos casi encima de la Playa que hasta que no bajas bastante no la ves.Otra playita de de adn cantábrico. Como teníamos cierta prisa al tener compromiso en Santander no bajamos a ella. Eso sí, la estampa del Macizo al que le hemos dedicado dos rutas nos parece excelsa.
Arriba del todo, a la derecha, está el paso de la cuerda de las fotos de antes.
No me prodigo mucho en panorámicas, pero esta paisaje pedía una sí o sí.
En el Valle de Liendo nos cascamos dos tercios como dos soles, esos soles que apenas conseguimos llegar a ver en esa semana cantábrica, pero no nos importó. De hecho, casi lo preferimos.
Y el día lo terminamos viendo el peculiar Faro de Ajo del artista urbano Okuda.
¡Hasta la próxima!
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