El EMBALSE Y LAS FAJAS DE CORTES DE PALLÁS Y EL CASTILLO DE CHIREL.

Hace unos años Dani nos propuso vernos y quedar, como otras veces, en una zona intermedia entre Cuenca y Castellón. Normalmente suele ser la provincia de Teruel la comarca que propicia nuestros reencuentros, pero, otras veces, es Valencia, como en este caso. De las 3 provincias del País Valencià, Valencia es la menos abrupta de las tres, pero es que las otras dos son muy montañosas, aunque eso no quita para que no tenga muchos atractivos naturales y ¡ojo! mucha montaña también. Además, en el plano personal, es una provincia muy querida y visitada por nosotros, tanto por mis raíces familiares, como por tener casa allí desde hace muchos años y buenos amigos.

Tanto sus relieves montañosos más verticales en la parte más meridional, fundiéndose con las sierras alicantinas, como las sierras mas septentrionales como pueden ser la Calderona o la Comarca de los Serranos, conocido como el Alto Turia, son buen ejemplo, pero es que hay más. Por su interior, esa parte que linda con la provincia de Albacete y sur de la de Cuenca, alberga otras Sierras, como la de Utiel o la Sierra del Martés y macizos como el de Caroche o la sorprendente Muela de Cortes, que es donde va a discurrir la entrada de hoy (foto de abajo)



Para finalizar la exposición de los encantos serranos de Valencia, decir que este interior de la provincia recibe tres ríos de los célebres, Turia, Júcar y Cabriel, que traen limpias aguas de las Serranías de Cuenca y Teruel, creando toda una suerte de paisajes y ecosistemas fluviales de gran y delicada belleza por las latitudes que son. Precisamente la entrada de hoy va a tratar de uno de esos paisajes, y todo un descubrimiento inesperado para el que suscribe estas líneas, que hace el río Júcar/Xúquer entre el recóndito pueblo de Cortes de Pallás y el de Cofrentes, con el bello embalse de nexo entre estos pueblos (foto de arriba)

Como otras entradas, después de contaros la parte natural, voy con la parte humana. En esta entrada vais a ver 2 rutas distintas en ocasiones distintas con unos pocos años de diferencia. En la primera, la que quedamos con Dani en Valencia (Cortes de Pallás) cogimos una casa rural para 5 personas, ya que también se vinieron sus amigos de Betxí, Jaime y Mar, dos excelentes personas, buenos trotasendas, con los que hicimos muy buenas migas, pasando un fin de semana estupendo, entre juegos, risas, rutas, cervezas y pepinos. Sin más preámbulos, vamos con la 1ª crónica de esa ruta en Cortes de Pallás, un pueblo que nos llamó la atención lo abrupto de su monte y las mil revueltas que da la carretera para llegar allí. 


Salimos de Cortes de Pallás, y por lo 1º hay que decir que se nos unieron otros dos amigos que trasteaban por allí cerca, Javi Nieto y Tere. Menudo grupazo nos habíamos juntado.

No transcurre mucho tiempo en aparecernos esta imponente muela donde despunta el Castillo de Chirel.


                      Vamos a subir, dirigiéndonos hacia la base de esas laderas de enfrente.


    Aquí el grupo (Mar, Tere, Maru, Jaime, Dani y Javi) al completo mirando y haciendo fotos cada dos por tres.


              La ruta de hoy es de una potencia visual inusitada. Primera visión del embalse.


Vamos en busca de la senda, muy cerca de la 1ª base rocosa que nos hará avanzar hacia la derecha.


                            En esta dirección, siempre dejando el embalse a nuestra derecha.

                    Menuda maravilla este Embalse de Cortes, completamente encajonado.


               Estas muelas, según te acercas a ellas, más imponentes se vuelven.

Si ahora a la ida iremos por la parte de pinada de abajo; a la vuelta lo haremos por esa faja que queda entre los dos paredones de roca.

                                 Que manera tan grácil y delicada de empezar a escurrirte.


   Pasamos por cerca de ese esquinazo, donde a la vuelta pararemos encima a comer algo.


                                     Tremendo lugar que les gusta a los escaladores.


No paro de coger a este señor montañero es posiciones y situaciones harto curiosas, incluso sospechosas.

Como vamos girando en la ruta, la muela de Chirel va enseñándonos otras perspectivas del castillo.


Ah bueno! Se habrán dado cuenta que vamos bien abrigados. Como buena sierra del interior en estas fechas invernales nos encontramos en las umbrías un rocío mañanero helador.

             Gran poder erosivo el de las aguas del Júcar y el Cabriel a lo largo de los tiempos.

                        Creando estampas con las que no paraba de disparar fotografías.

Dani también en modo on; además el fue el guía porque ya había estado previamente. Oigan, aquí tienen a otra indispensable del grupo, que se me olvidaba, la amiga Laia.


             Un castillero como yo quedó enamorado de la estampa del Castillo de Chirel.


                               Estamos llegando al final del trayecto de ida, y nos toca subir

                                             Y asomarnos a cualquier puntal que se precie.


                                         Los detalles isleños siempre me han gustado.


Desde Huélamo y la Muela de la Madera conquense a Cofrentes y Cortes de Pallas. Siglos de transporte de pinos por el Júcar. Con la llegada de los trenes, a partir de 1860, los pinos conquenses se sacaban del rio en la Fuensanta (Albacete) e iban ya hacia Valencia en tren.


Nosotros hemos girado en este puntal para retomar la vuelta, pero vemos que el embalse sigue hacia Cofrentes..


          Nosotros iniciamos la vuelta por esta faja intermedia que tan buena pinta tiene.

                                                             Mis compis ya van por ella.


                   Algún tramito está con cuerdas de ayuda, pero sin ningún peligro.


                                              Lo que no cede es el festín visual de vistas.

             Ese castillo merecía una visita, y tiempo después llego, en la 2ª parte de la entrada.


La senda por la repisa en todo momento es cómoda y sin patios donde pueda darle a uno sensación vertiginosa.


                                   Vistazo hacia atrás para ver lo que llevamos recorrido.

La siguiente sección de faja con el Bco. de la Zangarriana delante tiene un aspecto genial.



              Después del Bco. la faja sigue hasta allí delante, donde ya empezaremos a bajar.


Pero antes, justo en borde de salida al bco, paramos a comer. Vemos a Javi trasteando con el mapa en papel.


             Todo el precioso alrededor del castillo se conoce como los Cintos del Castillo.


Deciros que por el embalse de Cortes hay un trayecto en barco que Maru y yo intentamos ir dos veces, una vez no había hueco y otra vez, en invierno, no funcionaba todavía.


             Nos vamos alejando del embalse, pero la espectacularidad de la senda no decae.


                                       Cuánto cuesta dejar de mirar atrás y ver este paisaje.


                   Nuestra 1ª ruta finaliza allí abajo, donde está el pueblo de Cortes de Pallás.


Como ya he mencionado, pasaron unos pocos años y Maru y yo volvimos a esta zona, con la particularidad que habíamos aumentado la familia con la llegada de Gina, nuestra furgo Camper. Y como el Castillo de Chirel tiraba de nosotros y la zona de Cofrentes no la conocíamos, pues allí nos fuimos a dormir y hacer otra ruta más que es la que vais a ver ahora.


Comienza la cuesta, y vemos que vamos bien abrigados, ya que estamos en los primeros compases del invierno, época estupenda para el que suscribe estas líneas de visitar sierras valencianas.

                           Vamos dejando abajo nuestra furgo en un recodo del embalse.

        Comprobamos que el otoño no trajo muchas lluvias y el embalse se resiente.

   Si es cierto que el monte rezuma humedad, ya que estos días estaban siendo más buenos.



                          Tras un rato, desde el olivar, ya vemos al fondo nuestro objetivo.

                                      Como se ve, al castillo, solo se puede llegar por detrás.

                Apuro el zoom, pues se ve imponente, además rodeado de nieblas cambiantes.

                                      El camino al castillo bien perfilado por la ladera.

Con vistas a todo este montañoso paisaje que se configura en la Sierra de Martés y la Muela de Cortes.


                                                      De pronto, ya aparece la fortaleza.

Que nos muestra su fachada, viéndose para empezar un doble línea de murallas. Lo que no vemos es la puerta. ¿Dónde estará, si al otro lado está la caída al embalse?

Antes de acceder al castillo ya se nos presenta la sublime vista del embalse, que veremos en diferentes perspectivas.


    La muralla que veis es autentica, sin apenas rehabilitación de por medio. Abajo lo cuento.


                                                       ¿Y la puerta de acceso al castillo?


                    
                                     Ahí la tienen. Llama la atención la entrada tan pequeña.

                   
 Esta singular características viene por la singular historia del castillo, que ahora os cuento de forma somera.


Ya he comentado alguna vez que no hay dos castillos iguales, ni por ubicación, ni por historia. En la ubicación el de Chirel es absolutamente inconfundible, pero, además, su historia es curiosa. Al igual que el de Morella lo destaqué por su historia carlista (siglo XIX), el de Chirel lo haré por la historia de los moriscos (siglo XVII)
Comentar que su 1ª mención aparece en un documento fechado en el 1349 (donde solicitan abastecimiento de víveres, junto con los castillo de Chiva y Olocau), y su origen se atribuye a los árabes. El aspecto que tiene hoy es cuando se acometió su 1ª reforma, en el siglo XV, por lo que estamos ante un castillo muy auténtico, manteniéndose en muy buen estado todavía para tener tantos siglos detrás.

En 1609 el Rey de España decreto la expulsión forzosa de los moriscos (aquellos musulmanes y sus descendientes que se habían convertido al cristianismo). El fanatismo y la intransigencia seguía mostrando sus peores caras.
Muchos de estos moriscos desobedecieron la orden. (Habían nacido aquí, y sus ancestros en muchas generaciones atrás también. Y ahora se les echaba del país. ¿No os suena a algo del siglo XXI?)

Al desobedecerla se refugiaron en las sierras montañosas del interior, y esta Muela de Cortes fue otro de los sitios donde estuvieron. El castillo que por entonces pertenecía al Barón de Cortes de Pallás fue uno de los centros de operaciones de las tropas reales para sofocar estas revueltas de los moriscos. Luego fue, poco a poco, perdiendo importancia estratégica y quedó marginado en un territorio muy poco poblado. Quizás eso, y su inaccesibilidad, es lo que ha hecho que el castillo se mantenga bastante incólume y si no está entero es porque en 1748 sufrió daños por un terremoto en la zona.




                                     Maru andando entre las primigenias líneas de muralla.


                   
                                             Que lleva a un punto donde asomarnos a esto.

                             Y estos dos disfrutando de lo lindo ante sitio tan espectacular.


                                La torre de la Guardia aguantó como pudo el terremoto de 1743.


                      
                                             Pasamos por encima de la gran cisterna.

                     
Al que entraremos para verla. No es fácil encontrarse un castillo tan primitivo, sin tanta reforma posterior.


                             Para los más interesados, un panel de todo esto que cuento.

                                                                      La zona de cocinas.

                     Donde queda la traza de lo que parece que fue una gran chimenea.

                                         Las vistas hacia todos los lados son bárbaras.

No habría estado mal ver el barquito por abajo, el que intentamos coger, pero en estas fechas invernales no funcionaba.


                        Podemos ver perfectamente la faja por la que fuimos años atrás.



             Incluso, el rinconazo donde comimos, en el salida del Bco. de la Zangarriana.


                            El que sí pudo cazar el barco fue el amigo Dani en su entrada.


       Los que sí pudieron montar fueron mi hermana y mi cuñado que me cede estas fotos.



                                       Arriba a la derecha se aprecia el Castillo de Chirel.


Si por un momento imaginamos antes que se hiciera el embalse, nos aparece un conjunto de hoces fluviales rocosas de órdago.


Zona más cercana a Cofrentes, donde se ven diversas construcciones asociadas al embalse.
 


No quiero despedirme sin mandarle muchos ánimos a Jaime, y a también a Mar, que están pasando por unos momentos duros. ¡Mucha fuerza amig@s!

                                                            ¡Hasta la próxima!

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