SANTA MARIA DEL VAL, EL EMBALSE DE LA TOSCA Y EL ARROYO DEL PUERCO

 

Esa misma tarde después de la ruta en Fuertescusa, nos fuimos al viejo refugio de pastores de la Fuente del Peral perdido en la Muela del Rebollar, ya que allí íbamos a estrenar la barbacoa de maletín que nos habíamos comprado. Para esta 1ª barbacoa quisimos hacerla clásica, de las de toda la vida, de carne. Todo ello regado con cervezas y una botella de vino blanco. Todo un festín en un marco incomparable, aunque hemos decidido, viendo la noche algo movidita que paso Maru (Yo desde que me operaron nada me sienta mal. ¡quién me lo diría!) que las próximas barbacoas de maletín van a ser distintas, más de parrillada de verduras o brochetas de gambas y rape, mejillones, cosas así. Con los años, la carnaza la hemos ido dejando de lado, aunque no quita que, en ocasiones, cada vez más puntuales, las probemos.

Luego, una ducha vital y necesaria. Imagínense el sudor de la ruta por Fuertescusa más toda la topera de humo que nos ha soltado la barbacoa. Podríamos ahuyentar fácilmente a la agreste fauna del lugar.  Después, intentamos ver unos capítulos de alguna serie, pero ante nuestro desplome de ojos, a las 10:00 estamos en la cama, durmiendo el aquí escribiente unas diez horas que le sentaron de maravilla. 

Al día siguiente, tras el desayuno nos vamos a Santa Maria del Val, aparcando en el propio pueblo, a la orilla del embalse. Es curioso, ya que lo normal que debajo del pueblo, viniendo de Poyatos, discurra el río Cuervo, pero no, esta vez el río Cuervo se trasforma en el embalse de la Tosca. Que maravillosa visión este embalse hasta arriba, viendo como rodea el pueblo.


Yo a lo largo de los años sí lo había visto así de lleno en contadas ocasiones, pero Maru no, y la ocasión era idónea para recorrer sus verdes riberas, recordándonos a paisajes más de latitudes cantábricas. A eso se suma que este pueblo, para mí, es el de ubicación más bella de toda la Serranía de Cuenca. 

La ruta de hoy va a recorrer en parte las riberas del embalse y luego saltaremos a ver el Barranco del Arroyo del Puerco, un arroyo que yo conocía de hace años, pero con estas lluvias seguro que bajaba bien de agua y le podía enseñar a Maru sus pequeñas cascadas finales. Ese entorno, donde esta la pequeña y angosta presa de la Tosca se vuelve precioso, pero nosotros tampoco nos estamos mucho, pues aún iremos a tomar la cerveza al pueblo, luego a un merendero cercano a comer, echarnos una buena siesta y para Cuenca, poniendo un broche a este estupendo finde por nuestra serranía más cercana.

                

                                    En la Fuente del Peral vamos ver su manantial/fuente que esta vez rebosa agua por encima de la fuente.


Que mana la balsa con un agua realmente fría, considerándose el nacimiento del Arroyo del Peral que pasa por Fuertescusa. Cómo se espabilaba uno al lavarse la cara aquí, después de haber dormido en el refugio cuando veníamos de jóvenes.


El exceso de agua hace que todo esté muy encharcado, sobre todo, a lo largo de los gamellones.


Aquí veníamos los amigos en los primeros años del siglo XXI en las primeras ediciones del Acampedo. 


        A estas horas ya hay bastante hambre, y Maru y yo comenzamos con los preparativos.


                                                    que pasan por estrenar la nueva barbacoa de maletín que llevamos en la furgoneta.    

   

                
                          Mientras se hacen las ascuas comenzamos el pinchito previo.


                                                                                         Secreto y panceta para empezar.


                                                                                      ¡Maru está mejor que en brazos!


                                           Y más todavía con la carne hecha, aunque, siendo sinceros, ya no estamos para barbacoas de carnaza para cenar.


                                   Nuestra Gina y el Refugio de la Fuente del Peral.


A la mañana siguiente, aparcamos en Santa María del Val, dispuesto a comenzar nuestra rutillas. Fíjense que la carretera cruza el embalse.

                  Normalmente, la carretera cruza el rio Cuervo que por algún lado va....

                                                         En concreto, por ahí debajo.

                                      El embalse llega hasta el mismo borde del pueblo.


                             De hecho, anega por completo lo que hace 4 días eran huertas.


             Cruzamos el embalse y cogemos el carril que nos sube a la Muela del Rebollar.


             Me gusta mucho las pinceladas de color blanquecino del guillomo en primavera.


                Vamos dejando abajo el pueblo y al fondo a la derecha, tirando de zoom...


Vemos lo que, según la hipótesis de mi primo y mía, fue el núcleo primigenio de Santa Mª del Val, en época muy coincidente, probablemente, de asentamiento islámico y/o repoblación cristiana. Todo incluido en esta Entrada antigua.


                     Amplia perspectiva del pueblo entre muelas y con el embalse a sus pies.


                      Bella estampa del pueblo puesto a la salida del Bco. del Arroyo Chico.


                                   Dejamos el carril de la muela y nos dejamos caer al embalse, viendo cositas curiosas.


                                                     Y disfrutando del entorno primaveral.


                               Buscamos una vaguada para dirigirnos hacia el embalse.


                                           El bello embalse de la Tosca nos recibe.


                                            Maru ya está haciendo fotos a las flores.


                                               Le enseño este corro de brujas de senderuelas. Recuerdo que mi madre las dejaba secar todas en el mismo hilo en la cocina de casa.


O este rodalito de Perrechicos, que nos cenamos en casa, acordándome de mi padre, una de las setas que más le gustaba irse a buscar y que yo, desgraciadamente, olvidé los lugares y fui perdiendo la afición micológica con el paso de los años. Mi padre y  mi madre ya las buscaban por Cuenca en las ultimas décadas del siglo XX, la que, por entonces, era conocida, sobre todo,  como la de San Jorge.


              Nos dirigimos a lo largo del embalse, asomando arriba los cortaos de la muela


Que en su parte superior se ven bastante erosionados. Justo detrás, se encuentra el Torcal de Lagunaseca, un conjunto de torcas y dolinas.


                                            Maru anda exultante en este paisaje tan chulo.


                   Por esta lengua rocosa le entra un pequeño aporte fluvial al embalse.


De mis primeros recuerdos serranos, allá por el año 1981/82, es ver el primer amanecer que recuerdo en este embalse, una vez que mi padre me trajo a pescar, viajando desde Cuenca de noche para coger el bueno momento para la pesca de los primeros instantes del día.


     Muchos años después, yo traje a mi hijo a que me eché un bailecito en el embalse helado.

    Como avanzar por el borde del embalse se vuelve arduo, lo dejamos y subimos a un collado.


     Y bajar al otro lado, entrando ya en el valle barranco del Arroyo del Puerco, el que una difusa trocha nos llevara paralelo al mismo, pero sin poder acceder a su parte baja en la ida.


Por lo que en poco rato nos ponemos en este lugar tan chulo, donde entra el arroyo del Puerco (izquierda de Maru) en el embalse de la Tosca.


           Y ya se ve la pequeña presa del embalse sujetarlo antes del estrecho que se aprecia.


                                                             Con dicho estrecho daría comienzo la larga Hoz del Solán de Cabras.


                              Esta vez no hay tomas falsas en el selfie correspondiente.


Lo suyo es bajar hacia el embalse y buscar la senda que entra en la parte final del Bco. del Puerco.

                                                                                          Llegamos a la 1ª de las cascadas.

                                                    Maru dispuesta a levantarme.

Y meterme en el agua. Por mucho que me veáis tan valiente y decidido, el Royo del Puerco, a mediados de mayo, no estaba para bromas. Para estas osadas lides, sigo echando en falta mis 22 kg de antaño.

                                                            Una cascada hay que intentar verla y sacarla de todas las perspectivas.


                                Cosa que hace que veamos nuevas vistas de la cascada.


            Como esta ventana interior a la cascada, donde el agua rugía de manera flipante.


                         Seguimos remontando el barranco y vemos otra cascada, esta vez doble, a la que está difícil bajar.


A la vuelta ya vamos a ir pegados al arroyo lo más posible, ya que a la ida fuimos por arriba a la izquierda.

     Casi terminando la ruta, ya vemos a nuestra Furgo aparcada al principio de la carretera.


En la plaza de Santa Maria del Val las cervezas van a ser en el Bar Siro, un bar que lleva toda la vida, además es de los que no cierran o yo por lo menos yo nunca lo he visto cerrado. Creo recordar que fue Ignacio quien me dijo que Siro fue el antiguo dueño y que es su hija quien lo sigue llevando. He aparecido por allí en días raros (entre semana e invierno) y horas más intempestivas (5 de la tarde, por ejemplo) y siempre ha estado abierto, ofreciendo la cerveza fresquita en verano y la estufa calentando en invierno. 

A esto me refiero con la infalibilidad de la entrada de hace dos semanas. ¡Qué enormes lugares estos bares de pueblos serranos! Ofreciendo con total seguridad solaz, bebida y comida al visitante que aparece por allí, como en mi caso, después de haber pateado unas cuantas horas su monte. Antaño, recuerdo beberme mi cervecita debajo de la fresca sombra de la enorme Olma que había al lado del bar, orgullo del pueblo y que la maldita grafiosis termino matándolo (vean la foto de su tronco). Años después, han vuelto a plantar unos olmos y allí se les ve prosperando.

Curiosamente, el día de antes en Fuertescusa, cuando acabamos la dura ruta las cervezas también nos las tomamos en otro bar de los de antes, el Bar Peral, bar que tampoco lo he visto cerrado nunca y mira que he aparecido por ahí un jueves de un febrero gélido a las 16:30 de la tarde por ejemplo. Su estufa caliente en invierno con el jamón o queso de tapa imbatible o los tercios helados en magnifica terraza circular rodeado de cajas de botellines vacíos, perros y gatos de lugar, y las magníficas vistas a la vega del Arroyo del Peral es otro de esos pequeños placeres del senderista.

En estos pueblos serranos, aparte que cada vez quedan menos bares; tristemente lógico por la despoblación, ya es difícil encontrar bares como estos dos que menciono. Ahora muchos suelen abrir solo en verano o solo abrir el fin de semana. Muchos también suelen cerrar justo después de la hora de comer y vuelven a abrir a eso de las 7 u 8 de la tarde. 

Como comprenderán, no critico nada. ¡quién soy yo para decirle al del bar cuando tiene que abrir o cerrar! Con mi edad, todavía recuerdo cuando por las tardes con las partidas de cartas todos los bares de los pueblos estaban a tope de gente echando la partida, el cubilete, viendo la tv, estando los bares abiertos ininterrumpidamente.

Que sirva la mención al bar Siro de Santa María del Val (83 habitantes) y al Bar Peral de Fuertescusa (69 habitantes) como homenaje a todos estos resilientes bares de los pueblos de la provincia de Cuenca.

 

Lo 1º de todo es ver que han plantado unos olmos jóvenes que ya empiezan a dar sombra a la plaza otra vez.

 

                                      Donde antaño estuvo la enorme olma de la plaza.


                                                Maru con dicha olma hace muchos años.

                                                   Pero vamos al bar Siro que la sed acucia.


                                                                                                  Impagable este momento.


                                                                                              ¡Ojo al aguardiente del medio! 


                          Durante años era normal en las casas de Cuenca capital y de los pueblos de la Serranía ver rocas de carborundo de Vadillos decorar los salones. En la mía siempre hubo.


                            Antaño también era más normal en las baldas de bares y salones ver estalactitas, que si eran recogidas del suelo de la cueva vale, pero no siempre era así, y había casos lamentables que eran arrancadas.


                         Antes de bajarnos a Cuenca, vamos a parar en este merendero.


                                   Este tipo de barbacoas antiguas ya no se suelen ver.


La fuente se nota auténtica y poco le quede para que se le obstruya la vena, pues para estas fechas primaverales, poca agua cae.


       Hay que echar el resto y terminar de comer bien, y si es regado con una sidriña, mejor.

Una cosa que siempre me ha gustado de los merenderos de la Sierra de Cuenca es que casi todos son de piedra y roca, al contrario que en un montón de sitios foráneos que los hacen de cemento y hormigón.



                   Voy a acabar con este panel de uno de los senderos de Santa Mª del Val.


Porque en él encontramos este curiosísimo topónimo. Y en el video de abajo, en absoluta primicia, tenemos a la tía.





                                                             Hasta la próxima





Comentarios

Entradas populares