DEL MERENDERO DE SAN BLAS A LA MESA DE OCAÑA POR EL VIEJO ESCALERÓN

 

Desde que la temperatura media en los veranos ha subido tanto, respecto con hace 15 aproximadamente, no solemos salir al monte de rutas de senderismo por nuestras sierras en plena canícula. Y mucho menos, en plena y espantosa ola de calor. Si es cierto que al ser una parte de la Serranía conquense/turolense una sierra a bastante altitud hace que el calor sea menos y se pueda disfrutar sin padecer demasiado.

Pasa que desde que tenemos nuestra furgoneta Camper nos surge algún finde sin planes urbanitas y nos apetece salir al monte. Resulta que a 16/17 de este infausto mes de agosto del 2025 en que media España estaba ardiendo no era la fecha idónea con temperaturas altísimas, pero hoy nos vamos a ir por la raya Cuenca/Teruel, lo conocido como los Montes Universales, aunque la ruta senderista de hoy transcurrirá todo el rato por tierra conquense, rondando entre los 1500 y 1800 metros de altitud.

Una pequeña muestra del encanto de la sierra: Salimos de Cuenca ciudad a las 19:30 de la tarde con 34º y cuando llegamos al alto del Puerto del Cubillo, nos recibió un tiempo movidito que hizo, poco después, que hiciera acto de aparición la deseada lluvia, y sobre todo hizo que el termómetro bajara a 13º a las 22:00 de la noche. Ese refresque del tiempo hizo que por la noche nos tuviéramos que arropar con la manta. Algo maravilloso, viendo la que estaba cayendo de calor por todos los sitios.


                


Hoy voy a llevar a Maru por entorno de merendero de San Blas en Tragacete, que es donde empezaremos a andar, pero no haremos la ruta de subida a San Felipe ni la que va a ver el Nacimiento del Júcar por el Estrecho del Infierno, sino que la llevaré de las mediterráneas tierras del Júcar a las atlánticas del Tajo, cogiendo el ancestral y olvidado escalerón que salta de divisoria fluvial. 

Todo ello para ponernos encima de la Cañada del Chispo, barranco que tributa al Tajo y acercarnos por el bello, pero ingrato lapiaz de los bordes, hasta lo conocido como la Mesa de Ocaña, un rinconazo que conforma el valle primerizo del Tajo en un tris de convertirse en el Alto Tajo.


                                          Llegar al sitio donde vamos a dormir de noche requiere de conocimiento previo de los lugares.


                          Amanece con esas brumas mañaneras tan chulas desperezándose.


  El desayuno furgonetero es un momento top: tostadas de huevo revuelto, tomate y aguacate con pimentón.


             Hacemos la cama como si estuviéramos en casa....buenos estamos en casa, jejeje.


          Nos acercamos con la furgo a este merendero que es el inicio de nuestra ruta de hoy.


                  La Fuente de San Blas, lugar en el que hemos estado multitud de veces.

Recuerdo que le hice una foto a la fuente y Maru me dijo que cuantas cientos de fotos le habría hecho a esa fuente. Aquí va una del joven río Júcar a su paso por el estrecho de San Blas, de la que no tengo ninguna foto, jajaja.


               Allí está las barbacoas, donde a la vuelta nos explayaremos bien a gusto.


Nada más pasar el estrecho nos sale un gran ojo o amanadero (izquierda) que vierte agua al río. El verano muy seco, pero este ojo nunca falla.


        Un joven Júcar, más arriba, aún aguanta para estas secas y calurosas fechas de agosto.

                      La 1ª parte es camino compartido con la ruta de subida a San Felipe.


                                                                                Ventanilla perfecta hecha en su día en el pino.


Aunque no tardaremos en dejar ese camino y coger la vieja senda que nos llevará al antiguo escalerón.


                              Los muretes de piedra derruidos nos marcan bien pronto por donde va el camino haciendo lazadas.


                                            Y vamos notando cómo se levanta la senda.


Convirtiéndose en el escalerón que salva tramos como este, donde queda bastante del muro que sujeta verticalmente el camino.


         Vamos llegando a la parte superior de la ladera, siendo todavía identificable la senda.


La parte final se angosta entre calizas y pinos albares. A la izquierda de Maru, el barranco tiene varios saltos que hizo necesario la construcción del Escalerón por este lado derecho del bco.

A punto de llegar a la derecha, donde está la loma divisoria fluvial. Miraba esta maravilla tan grande de pinares de pino silvestre y me estremecía. Estos días en Zamora, Ávila, Orense, León ardían ingentes cantidades de bosques.


               Camino a asomarnos hacia tierras del Tajo nos topamos con este pino muerto.                                                            

                        Llegamos a los bordes, donde Maru me sirve para calibrar.


                                                                            Y yo a ella. Detrás mío asoma la Mesa de Ocaña.


Ahora es Maru quien deja su espalda el próximo objetivo, la Mesa de Ocaña. Curioso nombre.


En la otra dirección tenemos la bella Cañada del Chispo, barranco tributario del Tajo, y donde la calima intenta chafarnos las vistas.


El arroyo del Chispo pega esa brusca curva a derechas, dejando la Mesa a su izquierda, y llevar las aguas al Tajillo.


Vayamos hacia la Mesa. Yo iba todo el rato pensando en el pueblo toledano de Ocaña (dónde, anecdóticamente, estuve trabajando casi un año) Fue Maru la que sugirió que el topónimo lo mismo venia de Ocaña como apellido, hipótesis que vi más plausible.


                                                        En el camino nos salen jóvenes tejos que seguramente, comparados con nosotros, no                   son tan jóvenes.


                               Nos vamos encontrando una serie de hitos muy grandes, y mi teoría es que eran así para que destacaran en el paisaje nevado. Ahora no, pero antes por aquí había nieve varios meses al año.


Llegamos a los primeros bordes de la mesa y nos llama la atención como ha conseguido prosperar allí un Tilo silvestre, árbol este que con la subida de las temperatura no tiene un futuro muy halagüeño en estas sierras.


                                Nos asomamos ahora a estos bordes de la Mesa.


                               Vista "calimera" de como baja la cañada del Chispo. 


                                Si hay alguien al que le guste asomarse....ese soy yo.


                                        Decir que el avance por los bordes de la Mesa era muy arduo, aparte que el calor reverberaba en la caliza del lapiaz y era muy poco soportable.                                            


                                        Vemos vertiginosamente como el arroyo del Chispo se dirige a la izquierda, hacia el Tajo. 


                      En las cornisas de la Mesa, como es lógico, los Gyp fulvus Ocañiensis.

Detrás de mi, abajo del todo, se ve donde estaría la confluencia entre arroyo y río, cerca del Puente de las 3 provincias.


         Os pongo a Maru allí abajo en otra ocasión. La punta caliza que veis arriba..


                                                                Es la Mesa de Ocaña.


El Arroyo del Chispo echa sus aguas el Tajo un poco después del Puente de las 3 provincias, de donde os muestro una foto del Tajillo semi helado.


                Con su bonito merendero a sus orillas y que os he enseñado varias veces.


                                   ¡Qué ganas de volver a ver el monte así de verde!


Mi intención era alargar la marcha y haber bajado hasta el Tajillo, por el hecho de tocar las aguas del Júcar y del Tajo en la misma ruta, pero, según avanzaba la mañana, el calor iba en aumento y no nos apetecía sentir el agobio del excesivo calor en ruta. Por lo que volvimos a bajar por el Escalerón, pero desviándonos a mitad de bajada hacia los Ojuelos de Valdeminguete, es decir, las primeras aguas del Júcar que, sorprendentemente, manaban agua. No iremos río arriba a buscar los ojos, pues lo que queremos es iniciar la vuelta cruzando el Estrecho del Infierno, lugar por el que no pasábamos desde hace muchos años.

Al terminar, el plan fue sacarnos la comida y la cerveza en el merendero de San Blas, donde a la fresca sombra del interior de sus barbacoas comimos tan a gusto. Intentamos primeramente comer en sus mesas a la sombra de los arbolillos, pero la excesiva proliferación de ortigas nos disuadió de ese plan. Quizás estos pequeños merenderos con unas pocas mesas habría que cerrarlos mejor para que no entre el ganado. Los excrementos de ovejas fertilizan y regeneran el suelo, haciéndolo rico en nitrógeno y siendo excelente para la aparición de la ortiga.

Luego nos bajamos a Tragacete a tomarnos un café y un helado en alguno de los varios bares de su concurrida plaza y para casa, regresando al excesivo calor y deseando que se acabara cuanto antes esta espantosa y larga ola de calor de agosto del 25.


Hemos decidido volvernos y, primeramente, salir del lapiaz. Fue dejar la roca al sol y meternos a la sombra de los pinos y la temperatura bajaría 3 o 4º, o por lo menos la sensación térmica.


Después del lapiaz, toca salvar la sabina rastrera. Estas altas mesas y cañadas entre el Júcar y el Tajo me traen reminiscencias del paisaje de Javalambre.



Los pinos silvestres toman formas formas muy sorprendentes, como estos alargados que solo echar floresta en su parte alta.


Enfilamos otra vez en Escalerón, pero un poco más abajo, antes de meternos al tramo de muros que sujetan el camino, nos desviaremos a la derecha.


                  
Aún con esta ola de calor, generalmente, a mediados de agosto, a estas altitudes de la Serranía en los prados ya aparece la florecilla que nos avisa de la llegada del fresco serrano. En mi familia siempre la hemos llamado la Quitameriendas.


                  
                                              Y llegaremos al Estrecho del Infierno.


                                              El agua igual corre que se filtra en este tramo.


                
     El Estrecho del Infierno es corto pero angosto. Al fondo se ve la ladera de San Felipe.


De hecho, quedan marcas de las barrenas de la dinamita para hacerlo más transitable. Pero ¿para quién?


                                   Trepo un poco para coger otras perspectivas más aérea.


                          Una mariposa se posó en el agua, mojándose las alas y no podía volar.


                      
                    La ayudamos a salir, dejándola en la roca para que, al poco, se fuera volando.


                                   Allí dentro del estrecho hay otro ojuelo que echa agua.


 Maru hace fotos al pequeño cauce que ha creado el agua, donde se ven vetustos troncos enclavados en el suelo.

                  
        Curioso el dato de rellenar de troncos el cauce del estrecho para hacerlo transitable.


Incluso en los lados del estrecho. Sé que por aquí pasaban antes con los todoterrenos, pero las marcas de la dinamita me inclinan a pensar que fue coetáneo con los troncos y se hizo así para, antes de los coches, poder pasar con carros y mulas. Hoy en día, a la salida del estrecho, hay una valla de madera para que no se metan coches.



Regresamos a San Blas, y en su barbacoa nos montamos el campamento post ruta para comer.
                                


Desde aquí vemos las mesas donde intentamos comer, pero, excepto en la de la izquierda al sol, la masificación de ortigas no te dejaba estar en las otras.



 Estas barbacoas están preparadas para hacer fuego, cerradas y con matachispas, por eso no se ve que estén precintadas.


Pero es obvio que estamos en unos días que el IPP es extremo, por lo que está terminantemente prohibido hacer fuego.


                     
Lo que nunca debería estar prohibido es ver a este señor darle a la birra y a la sidra con un empuje inusitado.


                  
                    Sardinas ahumadas con asadillo de pimientos. ¡Cómo ruge el estómago!


                  
El bocatín de hummus con jamón ibérico no se queda corto. ¿Qué será ese algo que hace que esto esté más bueno aquí que en nuestra casa de la ciudad?


                       Esta chica lo sabe muy bien y por eso este momento rutero es impagable.


Terminamos en la ajetreada plaza de Tragacete, donde en estas fechas de agosto hay un nuevo bar abierto que se une a la buena oferta del pueblo y que lo hace rara avis en la sierra conquense.




Vaya esta entrada, mi blog entero y estas palabras dedicadas a la memoria de Jaime, cordobés afincado en Betxí (Castellón) desde hace muchos años, otro senderista de bien, excelente persona que conocimos a través de Dani y que nos ha dejado recientemente. Su ánimo, su tesón, su energía, quedan como un tremendo ejemplo de fuerza, de resiliencia y de luz para todos los que le conocimos.


                                                      ¡Hasta la próxima!

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