GUADALAVIAR (BARRANCO DEL RÍO)- VILLAR DEL COBO (DOLINAS) - GRIEGOS (DEHESA)


Suelo planear las rutas senderistas saliendo y acabando por en un punto en mitad del monte; otras muchas veces, saliendo del un pueblo y acabar en el mismo pueblo. Las de salir de un pueblo y acabar en otro distinto no son usuales, pues harían falta dos coches. Esta que vais a ver es más rara de ver todavía, pues empezaremos en un pueblo (Guadalaviar-237 habitantes), iremos a otro (Villar del Cobo-162 hab), iremos a otro (Griegos-142 hab) y volveremos a Guadalaviar, uniendo estas tres poblaciones turolenses de la Sierra de Albarracín.

1519 metros, 1433 metros y 1601 metros son las altitudes a la que están cada uno de los tres pueblos que recorremos en esta ruta. Y eso es buscado por mí, ya que, a principios de este verano, cuando el calor ya se hace notar por la Cuenca ciudad y alrededores, me gusta acercarme a esta zona turolense que conozco bastante bien y andar más fresquito debido a esas altitudes. La ocasión es propicia además para subirnos con nuestra furgoneta y dormir por allí arriba, y como suele ser usual estos últimos años, para que Maru los conozca.


En cuanto a la ruta, empezamos en Guadalaviar y mi interés es ir lo más pegado posible al río homónimo, que por entonces es poco más que un arroyo, pues acaba de nacer como un km más atrás, para ir por dentro de un bonito barranco, no tan conocido y que yo le tenia echado el ojo desde hace muchos años. Casi todo el rato fuimos por arriba, por los bordes, aunque hubo un corto tramo que bajamos a él para verlo a ras de arroyo.

Este geológico barranco nos va a llevar hasta el mismo pueblo de Villar del Cobo, que se ubicó a la salida de varios de ellos, el del río Guadalaviar que es el que traemos, el del río de Griegos que es por donde va la carretera y un 3º, más pequeño y subsidiario que es por donde saldremos de Villar del Cobo hacia Griegos, atravesando una parameras moteadas de sabina rastrera, que tras cruzar las curiosas Dolinas de Villar del Cobo terminaremos entrando a Griegos por donde sale el rio del pueblo, otro arroyo, este de menor enjundia que el río Guadalaviar.




Nada más bajar de la furgo en Guadalaviar, nos sale este curioso cartel. De la conquense Tía Coja y su labio..... al turolense Tío Alpargatas. ¡Menuda pareja buena harían los dos!


                                 A estas horas mañaneras, no vemos un alma por el pueblo.

                                                Algún que otro artista vive en el pueblo.

                           Buscamos el viejo camino pegado al río que nos saca del pueblo.


                        Al fondo vemos como el inicio del barranco por donde va el río.

Sopeso meternos por dentro, pero la ruta de hoy es larga y lo mejor es ir por el borde superior de la izquierda.


El barranco consta de dos partes; esta primera que vemos que no es de proporciones grandes.

                                Pero con unos meandros y una geología muy sugerente.


          Vistazo hacia atrás para ver Guadalaviar a 1519 metros de altitud. Y  a su derecha.....


La extensa Muela de San Juán a más de 1800 metros. Entre esta muela y la Muela de San Felipe en Cuenca solo hay 10 km en línea recta, pero nacen 4 ríos, el Júcar, el Cuervo, el Tajo y el Guadalaviar (Turia)


                                       Volvemos al barranco del incipiente Guadalaviar


                 Que se pone muy interesante con unas grietas y unos salientes muy chulos.


Un poco más adelante bajaremos de esta 1º parte del estrecho a una zona donde el río vuelve a la vega antes de girar al fondo a la derecha y meterse en la 2ª parte del barranco.

                 El móvil de Maru hace buenas fotos, incluso con el figurante ahí presente.


                  
          Bajamos a pie de río para ver que se forma alguna pequeña poceta. Venga Toni, metete...

                                              Por lo pronto, acompañamos al río.

              Este es el tramo final de la 1ª parte del barranco, todo muy solitario y bonito.

Después del corto tramo llano, cuando empieza la 2ª parte del barranco decidimos subir a su lateral.


                                                      Visto en amplia perspectiva.

                             Y comenzamos a ver el siguiente tramo que se pone espectacular....

            Claro que si bajamos allí ya no se puede salir del Bco. hasta Villar del Cobo.


Por ahí dentro se nos iría mucho tiempo, pero sí es verdad que daría para otra entrada distinta.


          Hay que seguir subiendo porque el bco. coge proporciones cada vez más grande.


    Aquí podemos ver como en un santiamén se vuelve imposible de salir más que río abajo.

                                                Y la elegancia escultórica caliza aflora.

Y las laderas cogen esa forma ibérica que me recuerdan al cercano río de la Hoz Seca y sus ramblas.

Al barranco del Guadalaviar le van entrando diversas vaguadas que vienen de las adyacentes muelas.

Que buen acierto está siendo esta vieja idea que tenía de recorrer esta parte del Guadalaviar.


Empecemos con las frikadas. Maru había visto en internet un cargador solar para el móvil y así no gastar tanta batería, pero no le funcionó y llevaba un cisco de cables.

                                          Las curvas y meandros se ven sucediendo.


                                        Aún nos queda un buen trecho de barranco.

                       En el que seguimos deleitándonos en los recovecos del mismo.


            Que ganas de bajar y ver por ejemplo esa gran bóveda que se ve en la orilla derecha.

Seguimos subiendo. Decir que todo este trayecto se hace sin senda, pero como veis está muy despejado.

                         La espectacularidad no cede y al fondo del todo nos sale un nuevo actor.


                                                                    Os lo voy acercando.

                                                        Increíble vista del siguiente pueblo.

                      Villar del Cobo. Tenemos ganas de conocer la senda que accede al pueblo.

                               La perspectiva del barranco va cambiando según subimos.

                                                    Enamorado estoy de estos farallones.

Quizás vuelva en otra ocasión  a recorrer el barranco por dentro y con más agua el río, asegurándome el meterme en un buen berenjenal, pero seguro que con mucho disfrute.


  Detrás de esa loma debe empezar la bajada hacia el pueblo. Y el sendero de Guadalaviar debe venir a la izquierda de Maru.


En efecto, ya hemos cogido la senda que es el viejo camino de Guadalaviar a Villar del Cobo.

                                 Comprobamos en esta parte que va haciendo lazadas.


                                         Esta vistaza del pueblo no es tan conocida.

                                            Las lazadas de la senda son de gran longitud.

                    Pasando por tramos donde grandes bloques se desgajaron de la ladera.


                                       Y muros ancestrales ayudan a sujetar el camino.


Vamos bajando y recorriendo los diferente pisos naturales de la ladera. Fíjense al fondo...


                                   Bueno Moai serrano vigila la entrada a Villar del Cobo.


                                                      ¿Qué no habéis visto su cara?


                                        Vistazo atrás, ya muy adentro del barranco.
                
                                            Nuestra entrada en Villar del Cobo.


               Donde al joven Guadalaviar se le unen las escasas aguas del río de Griegos.


                       Detalle de una casa serrana con esa hermosura de rosal y su banco debajo.

                          Pasamos de largo pues aún nos queda ruta, dejando atrás el pueblo.

Vamos a remontar un pequeño barranco que a su vez tiene ramblas que le entran perpendicularmente.

                                 Salimos del paisaje de rambla y barranco tan chulo...

Para entrar en estos altos paramos que fue la parte algo tediosa de la ruta, además el sol apretaba aquí y nos hizo pasar algo de calor al apenas haber sombras. Tocaba apretar el paso.


               
                                E ir apartando esqueletos y vertebras del camino.


               
Un buen observador, como quién yo sé, se habrá dado cuenta de mi camisa. Cantosa? escandalosa? Ridícula? Atrevida? Pueden pensar lo que deseen. Yo buscaba una camisa de manga larga que no diera calor, me tapara los brazos y en el Rastro de Cuenca encontré esta de muchos pajarillos que me hacían volar por estas sendas de Dios.



Rápidamente vuelve el interés, además de mi camisa, a la ruta pues llegamos a la 1ª de las dolinas que nos muestra su inmenso tamaño.


En el cartel leemos sobre la curiosidad de los Pipkrakes, fenómeno muy curioso, que se pueden ver en los duros inviernos de este vértice que se crea entre Teruel/Cuenca/Guadalajara, aunque cada vez menos.


                                                                            Otra dolina.

Aunque en algún sitio vienen como las Dolinas de Griegos, realmente están en el término de Villar del Cobo.

                                                  Un poco de pose estrenando outfit


Nuestro próximo objetivo es llegar a aquellos prados verdes del fondo, pues allí torceremos a la izquierda para ir a Griegos.


                                           Por lo pronto ya estamos otra vez en el verde pinar.


                           Y por este carril accedemos a Griegos que es lo que se ve al fondo.

    Ya estamos en el pueblo y en un vistazo atrás vemos por donde hemos entrado al mismo.

Otro riesgo que guardan este tipo de rutas entre tres pueblos, y más aún con calor, es que del 2º pueblo (Villar del Cobo) se puede pasar de largo por la hora que es, pero en el siguiente, en este caso, Griegos, y siendo mediodía algo caluroso, sustraerse al libidinoso influjo de las sombrillas de la terraza, donde corrían los tercios que daba gusto, es muy difícil, bueno mejor dicho, fue imposible. Allí nos sentamos Maru y yo con la lengua colgando de los lados de la boca, como los perretes que teníamos a nuestra vera en la plaza del pueblo.

Nuestro plan era habernos pedido una o dos raciones con los tercios, pero casi todo el bar estaba ocupado por una ruidosa y numerosa excursión de ciclistas que tenían montada una escandalera de órdago, hasta las cejas de chupitos y cervezas. Sin problema por nuestra parte, tan tranquilos como estábamos en la terraza y, además, nos echamos unas risas, escuchándoles por la ventana, entre voces etílicas y apuestas surrealistas.

El inconveniente fue que solo nos podían dar de comer del menú de los ciclistas, ya que ese día no se cocinaban raciones de la carta. Como no nos apetecía comer tanto, ya que aún nos quedaba la larga tirada desde Griegos a Guadalaviar, lo que hicimos fue preguntar en el bar si podíamos abrirnos en la terraza una lata de chicharros y otra de mejillones que devoramos con un par de tercios de acompañamiento. Maru se tomó un botellín y una coca cola, que si bebiera lo que yo me hubiera tocado llevarla a costalete, o como dicen en Villar de Olalla, a costalín.

Bien hidratados, con los ánimos renovados y algo chispeantes y con el hambre mantenida a raya, cruzamos el pueblo, abrimos la cancela y entramos en la gran Dehesa a las faldas de la Muela de San Juan; bella dehesa que es compartida por los tres pueblos que hemos recorrido hoy. Solo nos queda terminar en Gualaviar, buscar el sitio para montar nuestra merienda cena y dormir en la furgo, terminando de una vez por todas con el hambre y la sed y finiquitando otra bonita jornada por la Sierra de Albarracín.






El la plaza del pueblo nos recibe este perrete al sol. Lógico sería verlo a la sombra, pero los perros de Griegos deben echar mucho en falta este calorcete ante el frío que les hace el resto del año.

                                 Otro bar infalible de Griegos y Maru ya me espera sentada.


                      También nos esperan estas Turias increíblemente ricas y frescas.

                  
                                         Uno con sus tontás y los grafittis de Griegos.



                        Salimos de Griegos, abrimos la cancela y entramos en la Dehesa.

                                                 Unos bonitos caballos nos reciben.


                                               Al fondo asoman algunos pinos gordos.

                                 Nos desviamos un poco a ver un merendero que hay por allí.


              Y un poquito más para ver un lugar que llevaba sin ver desde hace muchos años.

                                                               Esta pequeña balsa de agua.


                          Que en realidad es un pequeño represamiento del arroyete.


             Atravesamos campo a través en busca del carril principal que cruza la dehesa.

Encontrándonos rincones como este donde Maru conjunta maravillosamente como siempre con la flor (y nata) de la naturaleza.

Una curiosidad: del paso del monte de un pueblo a otro hay que abrir una cancela. Aquí entramos en el término de Villar del Cobo.

                                                        Donde también tienen sus caballos.

                                                        Y hermosos rebaños de vacos.

                   Aquí ya estamos en la Dehesa de Guadalaviar, donde despunta esa fuente.

                                                Y unos hermosos pinos banderas.


            De tan cuidada que está la dehesa, daba la sensación de ir por un campo de golf.


    Y aquí es donde entramos ya al pueblo de Guadalaviar, finiquitando la ruta del día de hoy por la Sierra de Albarracín.


                         Finiquitada solo la ruta, pues aun quedaba algo de tarde para esto....


         Un ducha, una merienda-cena bien rica y bien regada con cerveza 1907 y sidra asturiana.


Y luego pues las consecuencias lógicas y previstas, antes de irnos bien pronto a la piltra, ahora sí, dándole el carpetazo a nuestro serrano y furgonetero día.


                                                     ¡Hasta la próxima!

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