EL HAYEDO RAJAO Y LA CASCADA DEL ARROYO MATUTE


Al día siguiente, domingo, teníamos toda la mañana para irnos a ver el Hayedo Rajao, otro de los objetivos del viaje. Una cómoda pista forestal que sale del pueblo de Tobía y que penetra en este valle, tan característicos de la Sierra de la Demanda, donde la profundidad de los mismos han conformado una serie de hayedos verticales y húmedos que son toda una gozada recorrer. Lo comprobé yo hace unos pocos años cuando visité el valle de la Valvanera. 

En su parte final, andaremos este valle del Hayedo Rajao y del río Tobía por la parte de abajo y también subiremos a sus partes superiores, donde el haya deja paso al pino y al sol. El día fue muy distinto al de sábado, salió soleado con cielo azul y una temperatura más agradable, ya despojada de la tremenda humedad del txirimiri del día anterior.


 En la entrada de hoy van a ver este hayedo, junto con la pequeña excursión que hicimos el día de antes cuando acabamos la ruta de la Peña Tobía y el Cerro Peñalba y que trataba de un corto paseo por el Arroyo Matute a ver una pequeña cascada. 

Todo ello para admirar y sentir como la vegetación de ribera otoñal se funde con la roca conglomerada de esta parte de Matute y Tobía, creando un paisaje cautivador, apuntalado sin duda alguna por esa luz húmeda del día que hizo que hace brillar, aún más, el otoño.

Volvemos a Matute, ya que desde el aparcamiento vamos a hacer la ruta corta a ver la cascada.


Un paseo perfectamente señalizado que remonta el angosto barranco por donde baja el Arroyo Matute.

                  
Un rato antes íbamos volviendo del Peñalba por el carril encima de por donde vamos ahora.


                                        El paseo, y más en esta época, es de gran belleza.


                    
          No obstante, las cantarinas aguas del arroyo ayudan a que el paisaje entre por los ojos.


                                                        A ratos el barranco se abre más.


                   Que se enfosca más, siempre con un bosque fluvial de ribera estupendo.


                      
                           Una enorme piedra se desgajó y la senda tiene que pasar por el hueco.


                                             Estamos llegando al final, donde la cascada.

                     
Llegamos a donde ya no se puede seguir, donde está la cascada a la que ladra la buena de Laia. 


                     
Hay piedras sueltas a la que se puede ir saltando para entrar mas en el precioso rincón acuático. Nuestras caras dicen que mal, lo que se dice mal, no nos lo estamos pasando.

                  
 Lo curioso que la vuelta se puede hacer en parte por arriba, al haber una senda que sube....



Y que te permite tener esa sublime visión de paisaje circundante. Atención a la montaña del fondo....

Desde un poco más arriba ya es más reconocible. Sí sí, es el Peñalba donde estuvimos por la mañana.


                 
 Enorme acierto venir por esta senda para poder ver el Peñalba desde la bella cicatriz de su barranco.

   Vistazo atrás antes de iniciar la bajada al aparcamiento y dejar el fantástico día finiquitado.

                    
Parte del finiquito vino con unas birras vascas con te otorgan alcohol y salud. Jajaja, solo a estos vascos se les ocurre esta mezcla de dos conceptos tan políticamente incorrecto.


Al día siguiente amanece con un día distinto con un poco de nubes mañaneras y sobre todo un cielo azulado.

En la Jalapeña de Dani haremos los pocos km que hay hasta el punto que comenzaremos la ruta.

                      Son las diversas áreas recreativas del El Rajao, entre hayas monumentales.

                                                      Y extrañas caras en su troncos.

                                             Visitamos el refugio abierto que hay por allí.


                  Teniendo en este comienzo unas ligeras nieblas que esas de disfrutarlas.

                              Algún frutal despistado alfombraba el suelo con sus frutos.

        Por lo pronto, esta zona baja con los merenderos y el río Tobía corriendo era ya preciosa.


                  Paulatinamente vamos ascendiendo y va entrando un poco de luz al hayedo.

                          Ya que encima de la neblina, un impoluto cielo azul nos espera.


                             En esta 1ª parte también había una buena mancha de robles.

                                               Una maravilla este Hayedo del Rajao.

                   
                   Lo de los rayos del sol rasgando la niebla y entrando al hayedo era de locos.


                                                            Os dejo que hable el hayedo.


                   


                 


                  Llega el momento en que dejamos abajo el Rajao y entramos en otro día.



                                Viendo ya la parte superior de la Sierra de la Demanda.

                                   Con lo que yo creo que es el Pancrudo (2062 metros)

                                       El tapiz vegetal que nos rodea es fascinante.


                                              El límite Haya/Pino se ve claramente.

                                     De hecho, ahora transitaremos por el pinar silvestre.

                     Encontramos un manantial llena de berros y otras plantas acuáticas.


                                  El azafrán silvestre empieza a alfombrar el suelo.

Y también sale el honguito que cogimos unos cuantos. La IA me dice que en la Rioja se le dice indistintamente Níscalo o Robellón.


                     
                 Curiosidad al canto: a las babosas les encanta las laminas deliciosus del níscalo.


El tramo de pinar dura poco, pues rápidamente comenzamos a descender hasta entrar otra vez en denso hayedo.

 Nos encontramos mesas sueltas de los muchos y pequeños merenderos que hay ubicados.


                               Estamos otra vez en el mágico y exuberante bosque.

                                           Y el Arroyo Tobía sublimando los rincones.

                         Iniciamos la vuelta, arroyo abajo, por el fondo del valle.



                                                   El embelesamiento es continuo.



 Aunque también nos da para hablar de lo divino y de lo humano. Hoy en grata compañía, pero otras veces en gozosa soledad.



Y como decía Pepe Mujica: hay que conversar mucho más con uno mismo y buscar ese tiempo de amparo personal, de fortalecer tus creencias y pensamientos vitales, ya que el mundo de hoy grita burdamente tanto que la gente se acostumbra a ese vocerío y rechaza la soledad espiritual y la intimidad necesaria. Bueno, esto último no es de Pepe, sino de Toni, jejeje.




Lo que tengo más claro que el agua del Royo Tobía es que somos unos privilegiados por buscar y disfrutar de esto, ya sea solos o en compañía de amigos.


                               Siempre con empatía, con ironía, cachondeo y espíritu crítico. 


                                      Ultima imagen del Hayedo Rajao antes de llegar al coche.


Para comer nos acercamos al bello pueblo de Anguiano, viendo las muchas posibilidades senderistas que tiene.


Y apretarnos unas judías ricas, conocidas como caparrones, en uno de sus restaurantes, finiquitando antes de volver a nuestras casas, un genial finde en la otoñal Sierra de la Demanda.



                                                        ¡Hasta la próxima!

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