OTOÑO EN LAS PEÑAS DE TOBÍA Y MATUTE EN LA SIERRA DE LA DEMANDA

 

Se acerca el otoño y tenemos la suerte de que se acerca también otra quedada Cuenca/Betxí, jejeje. Si eres lector de este blog habrás comprobado que la conexión de Maru y mía con Dani/Laia (y otras veces con Esther) y nuestras furgonetas de por medio está generando una cantidad de viajes por toda la geografía peninsular que estamos disfrutando sobremanera. Paisajes y rutas novedosas, increible vida furgonetera y la posibilidad más numerosa de celebrar la amistad y sus intensos momentos con Dani, Laia (y Esther) es algo que a Maru y a mí nos hace muy felices.

Esta vez el sitio elegido gira en torno a un estupendo reportaje de la revista de naturaleza Nuevos Espacios que tenía Dani, donde hablaban de unos hayedos y unas enormes peñas parecidas a los Mallos de Riglos, pero en otra parte, esta vez no lejos de Logroño. La zona no era especialmente conocida, por lo menos por mí, pero las fotos se mostraban bellas y visitarlo en época otoñal parecía, a todas luces, una elección idónea. Estamos hablando de los pueblos de Matute y Tobía, enclavados en las laderas este de la riojana Sierra de la Demanda.



Ni cortxs ni perezosxs, Maru, yo y la furgoneta Gina nos hacemos el viernes por la noche las casi 5 horas que tenemos hasta el pueblo de Matute, donde Dani ya nos espera con su furgo Jalapeña en la verde y extensa área de aparcamiento que hay en la parte baja del valle del río Tobía, donde está este pueblo y el pueblo de Matute.

El día como verán en las fotos es de los de muchas veces no salir al monte y quedarte en casa o buscar un plan B con mejor climatología, pero a nosotros nos daba igual. Somos curtidxs trotasendas y la lluvia no nos va a amilanar y chafarnos nuestro deseado reencuentro. 

Y así fue, bien pertrechadxs disfrutamos de un día donde el txirimiri lluvioso, las cambiantes neblinas y la exuberante humedad nos otorgó unas visiones chulísimas de un lugar que nos cautivó por su belleza.





               Esta es el área de aparcamiento de Matute y ya estamos con Dani y Laia.


                             Resaltando al fondo Matute y detrás el conjunto de las Peñas.


                             La iglesia de San Román de finales del siglo XV nos recibe.


                   Con esta maravilla de portón que destaca por el detalle en la madera.


Mientras por el resto de España proliferan las jornadas gastronómicas, a cual más finolis y con los alimentos rebuscados, aquí es bien sencilla..............Vino y Chorizo. ¡Chim pum!


                                    Dejamos Matute y hacemos un tramo corto de carretera.


                     Que nos sirve para llegar y atravesar también el pueblo de Tobía.


                           Mirada al track, pues por aquí anda el desvío para iniciar la subida.


Fugaz remojón de la verdadera guía del grupo, esa que en caso de confusión o desaparición del camino, nos encuentra rápidamente la senda transitable.


         La Peña Tobía desde abajo y con el bosque arracimado tiene una estampa preciosa.


                                  Por esta vaguada subiremos pegados al lateral rocoso


                  
Y atentos al distintos detalles de este tipo de roca que, al contrario que la de los Mallos de Riglos, no era idónea para la escalada. 


                                                                    Más detalles.



                                             Sigue nuestra suave subida bien abrigadxs.


                      Sobre todo por el tema agua, pues la lluvia calabobos era incesante.


Estamos llegando a verde collado que separa la Peña Tobía de la montaña que veis detrás de Dani y a la que también subiremos.


                                        Que guapas están las chicas en el verde del collado.


                                         Nos dirigimos primero hacia la Peña Tobía.


                                           Y las vistas que se nos presentan son brutales.


                    Ese pináculo rocoso es la cota más baja de la Peña Tobía y a su derecha...


                         Los buitres en contraste con el pueblo emergiendo entre nieblas.


Para llegar a Peña Tobía hay que hacer unas trepadas con las manos que al estar la roca tan resbaladiza hizo que Maru no subiera y nos esperara.


Dani y yo ya vemos la cima donde nos espera un Gyp fulvus. Dani hoy tendrá su historia con ellos.


Aunque veáis esto fácil, había que tener un cuidado de la leche. A la bajada por aquí nos pasó algo gracioso.


Dani y Laia en los 1059 metros de la Peña Tobía. Detrás suyos aparece una hermosa montaña.


                             Nuestro próximo objetivo, el Cerro Peñalba (1208 m.)



                           Las fotos del pináculo rocoso y el pueblo abajo no defraudan.


                  
                                    Podría ser inspiración para un cuadro de Fiedrich



Daniel Matutes, conocido empresario de discotecas y hoteles de las Islas Baleares y Antonio Tobía, polémico representante de DJs de la noche ibicenca.



        Con el zoom y entre nieblas conseguimos sacar la Gina y la Jalapeña esperándonos.


En este punto debo narraros el suceso inusual que nos sucedió. Os diréis a ver con qué trastada nos sorprende ahora el amigo Toni. Pues no, a mi no me pasó nada en este fin de semana (o por lo menos que yo me acuerde). El que hizo la trastada de turno fue Dani, jejejeje, aunque al final, por los pelos, tuvo final feliz.

Cuando estábamos bajando de la Peña Tobía con cuidado ante lo mojada que estaba la roca se dio cuenta que no llevaba el móvil cuando minutos antes sí recuerda tenerlo. Con seguridad se le ha tenido que caer al descender de culo una rampa. La cuestión es que la citada rampa acaba en un prado colgado muy cerca del borde vertical que cae en picado hacia abajo. 

Dicho así parece fácil encontrarlo, pero es que este prado tenía la hierba muy alta, además, empapada por completo. Lo estuvimos buscando los dos y no lo encontrábamos. Solo se podía haber caído a ese prado, cualquier otra posibilidad de caída hacía que Dani ya se podía despedir de su móvil.

Menos mal que como yo tenía el mío y había cobertura al estar tan cerca del pueblo, le llamé y con el pitido conseguimos localizarlo, bien metido dentro de la hierba e imposible de localizar en la búsqueda anterior.


               Ya con el móvil recuperado, decidimos bajar a donde está Maru por otro sitio.



       También con cuidado, pero consideramos que menos peligroso que por donde subimos.



Después de subir a la montaña de la derecha, volveremos por esa pista que veis en medio. El valle de abajo es el del Arroyo Matute, que lo recorreremos por dentro en la ruta del día siguiente.



      Ya hemos bajado ese corte vertical y en el colladete verde se ve a Maru esperándonos.


                                     Hacia allá vamos siempre lo mas pegado a la roca.



                       Una vez con Maru y Laia, nos dirigimos hacia la montaña Peñalba.



                                             Es inevitable que siga mirando para atrás.


                    Y coja a Maru salvando el desnivel de esta montaña a priori fácil.



                              Pero con la que hay que concentrarse en lo que tenemos delante


     Ya que, aunque los cortes rocosos del Peñalba no son difíciles, con la roca mojada cuidado.


     Las nubes están completamente alborotadas, lo mismo ocupan ocupan todo lo bajo.


Que se retiran dejando el lateral de la Peña Tobía para verse, aunque el objetivo de la cámara de fotos la tenía con humedad.



                                   Un poco más arriba la postal se nos presenta excelente.


     En las inmediaciones de la cima del Peñalba un pequeño ejército de buitres nos espera.


Dani se pone en guardia, todo parece en tensión, pero sabemos que los poderes de este hombre son para mostrar y salvaguardar a los señores alados de las sierras.


Senderismo y fotografía. Eso son nuestras pacíficas armas para interactuar con los Gyp fulvus.



                              Unas cuerdas fijas ayudan a que la roca mojada sea más segura.



 Y alcanzar la puntiaguda cima del Peñalba (1208 m.). Miren los alrededores qué bonitos se ven.


                                          El equipo al completo en la cima del Peñalba.

           En las montañas adyacecentes, los hayedos/robledales escalan con verticalidad.


Y la caída hacia el valle del río Tobía es preciosa. Al día siguiente recorreremos ese valle en pos de un hayedo.



En un buzón pequeño encontramos notas que deja la gente y en una de ellas las mariquitas habían hecho su casa.



    Los Diaz-Virtudes por montañas riojanas, gentileza de la furgo Gina y los amigxs-guías Dani/Laia.


                 Vamos a bajar del Peñalba por el otro lado por una empinada cuesta herbosa.


  En la parte final de la cuesta, cogeremos esta sendecita que bordea la montaña por este lado.


Una vaca en el camino, por lo que Dani sujeta a Laia para que no se lance a por ella. ¡No será a Maru a quién sujete! jijijijiji.


Nos topamos con un cartel que nos indica este célebre monasterio riojano ubicado en un valle cercano al de Matute y Tobía.


                         Y que yo sí conocía de otra ocasión que me vine por estas sierras.


                     La lluvia vuelve mientras la nieblas siguen encima del pueblo de Matute.


Y así fuimos engullidos por ellas. Al llegar a las furgos y antes de cerrar el día, nos fuimos a ver una cercana cascada que está el valle del arroyo Matute, pero que os enseñaré en la próxima entrada junto con la actividad del día siguiente, el Hayedo Rajao.


Y como es costumbre cerramos el día con nuestra rica merienda cena con una cervezas IPAS, Ideales Para Alcoholic.......digo Ideales Para Amigos. Jajajaja, la inventiva de Dani no tiene rival.


                                                      ¡Hasta la próxima!

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