ALTO DE LA MARITOSA (1736 M.) Y LA DEHESA VIEJA
Otro sábado tarde y domingo para salir con la Camper y vamos a impregnarnos del incipiente otoño en la Serranía conquense, ya que día y medio no nos da para irnos muy lejos. El otoño 2024 vino con sus tormentas de fin de verano, por lo que empezaban a despuntar los colores a la vez que la micología. Todo ello haciendo que los prados serranos ya estuvieran verdes. Nada que ver con el otoño 2025 que por estos lares ha sido excesivamente seco y micológicamente pobre. Desde hace 51 años no recuerdo un otoño tan malo.
Según escribo esto, a 20 de noviembre, en Cuenca capital está haciendo 0º/6º de min/max, menos todavía en los montes serranos, llevándose por delante las últimas esperanzas de de los que aún confiaban en el final de la temporada. En fin, hace ya años que no me hago
muchas ilusiones con las setas.
La furgoneta en tiempos otoñales/invernales nos permite
visitar varios lugares y andar por ellos en poco tiempo. Ya no es como antes,
que veníamos desde Cuenca, tras un buen madrugón, para hacer una ruta y luego
volverse, ya con la noche encima. No daba tiempo a más. La vida furgonetera nos permite ganar tiempo,
hacer varias rutas e ir cambiando sobre la marcha, si algo se tuerce o no nos
gusta.
En esta entrada vais a ver los dos lugares que visitamos ese fin de semana. Primero subiremos al Alto de la Maritosa (1736 m) Y algunas se dirán ¿una montaña conquense de más de 1700 metros que aún no ha salido en Magia Serrana después de casi 15 años de andadura bloggera? Pues sí.
La verdad que el término
de Valdemeca guarda tantos sitios que generalmente uno tiende a ir a otros
lugares más conocidos como el Collado Bajo (1840 metros), el Pico Peñalba (1780 m) o la Muela de Valdemeca, con bellos e indómitos parajes como el valle
del refugio de las Casas del Cura, la Nava y el Rincón de Palacios . Pero es que, incluso, he enseñado otros lugares mucho más
humildes y desconocidos como son los Cerritos de Valdemeca.
Por lo que el Alto de la Maritosa seguía pendiente. Dicho sea todo, la subida desde el pueblo no tiene mucha historia y no es una cima con enjundia, como sí puede ser el Peñalba o el Collado Bajo. Lo sé porque, aunque no haya salido en el blog, el aquí presente lo subió hace años, además con un poco de nieve, como mola más, cuando la nieve y el frío era un elemento más de los crudos inviernos de Valdemeca. Por lo tanto, veréis alternarse fotos de las dos ocasiones, donde Maru y el blanco elemento son las referencias para ubicarnos en las distintas ocasiones.
Esta ruta -la sin nieve- la completaremos bajando cerca de las Cordilleras de la Muela para acercarnos a ver la bella poza del Arroyo del Molino y de ahí vuelta a Valdemeca, cerrando esta pequeña circular.
Comenzamos la ruta en el merendero de la Dehesilla al lado del pueblo.
Pero llega un momento en que lo dejamos y nos tiramos a subir la ladera en zig zag para mitigar la pendiente.
Salgo de pinar a zonas más abiertas, asomándome el Pico Peñalba con su boina blanca.
Se acaba el día nevado y seguimos la ruta bajando al Collado del Cuervo, donde los bordes de la Muela se nos presentan altivos.
La confluencia del Arroyo de los Santos -izquierda- y el del Cubillo/Cubillejo -derecha.
Que rápidamente dejamos abajo mientras vamos cogiendo altura.
Aun así, al ser tan profunda, casi siempre tiene agua.
Curiosamente, nunca me he bañado en ella, al no salir mucho de ruta serrana en los veranos, cada vez más calurosos.
Aunque, como buen amante del invierno y el frío, si he estado varias veces cuando la rasca aprieta. El grosor del hielo era probado antiTonis.
Desandamos el camino para volver a la vaguada del arroyo Cubillo y subir ya en dirección Valdemeca.
Hasta enlazar con el sendero PR-105, que une Valdemeca (abajo) con el Collado del Cuervo.
Entramos en el pueblo, donde destacan casonas grandes, como esta casa rural que, años después, estuvimos alojados una vez que fuimos a comer al restaurante FuentedelGato con unos amigos.
Recuerdo que en la ocasión invernal para ir a tomarme una cerveza en el bar Cabezón después de la ruta estuve a punto de pegarme un buen hostión al estar la calle con la nieve helada.
Además, luego resultó que el bar estaba cerrado, habiéndome quedado, con el hostiazo y sin tercios, como esta calle.
Como ya indico en la foto, el vértice de la Maritosa hace de
mojonera con el término del pueblo de Laguna del Marquesado, y eso nos vale
para presentaros el otro lugar al que fuimos al día siguiente, domingo, conocido con el sencillo y bonito
nombre la Dehesa Vieja en el término de Laguna del Marquesado. Como otros
tantos sitios, me lo enseñó mi padre hace la tira de años y desde entonces la he caminado muchas veces.
Es uno de esos sitios no muy conocido. A primera vista, para
alguien que solo le encuentra interés a lugares espectaculares, sean cascadas rebosantes, mágicos hayedos o
robledales centenarios, barrancos con pozas, montañas picudas, angostos desfiladeros, etc, pasará un poco desapercibido, pero para los que sabemos apreciar un estupendo pinar con sus verdes pastizales, los que
sabemos disfrutar un buen ecosistema botánico y reconocemos su valía, la Dehesa
Vieja es toda una maravilla y, además, traer a Maru para que lo conozca y
terminar subiendo a los bordes del valle de la dehesa y ver la espectacular
vista de la excepcional Laguna de Laguna del Marquesado, es una gran guinda a la visita a este lugar.
Por último, si a todo esto le sumamos los pequeños momentos y delicadas visiones que nos otorga la naturaleza, como las casas de valdemeca, las cervezas en el pueblo, la micología en ciernes, una bella poza y algunas de las ricas comidas en la furgoneta, pues sale otro fin de semana estupendo
empapándonos de serranía.
Amanecemos con un buen café humeante, música relajada y la lectura de la noche anterior.
Nos vamos a la Dehesa Vieja que nos recibe con esta hermosura de prados.
Y para hermosura también nuestra furgoneta. Aquí aparcaremos para empezar nuestra ruta de domingo.
La Dehesa Vieja es un alargado valle cerrado por ambos lados por sendos cordales como el que se ve delante de Maru.
La quitameriendas está presente ya.
Muy numerosa, dándole un matiz morado muy chulo al pastizal.
Subiendo al lateral de la Dehesa nos salen viejos gamellones que enmarcan las vistas.
Los Suillus como siempre pegando el pistoletazo de salida a la temporada.
Elogio del Slow Mountain, o delicadas visiones que surgen a los que no vamos deprisa por el monte.
En busca de estos bordes para enseñarle a Maru la Laguna desde aquí.
Encantado de responderle a Maru cualquiera de sus dudas, como por ejemplo, existe un documento fechado hacia el año 1300 que la nombra como la Laguna Bernaldet, según me contó el difunto historiador Niceto Hinarejos.
Nos acercamos para ver esta laguna completamente natural, formada al represarse el río por la calcita del agua creando tobas, a modo de presas, a los largo de los siglos.
Con el zoom vemos que el otoño aún no ha llegado con sus colores a la laguna.
Como si lo había hecho en otra ocasión que vine años atrás. Recomiendo pichar y verla en grande.
Volvemos a la Dehesa, viendo ya a Gina al fondo, aunque nosotros ahora torceremos a la izquierda.
Pues vamos a bajar de piso para ir a la Laguna.




















Comentarios
Publicar un comentario