EL RÍO DE SAN MARTÍN DE BONICHES (1ª PARTE)
En esta
ocasión, nos cambiamos hacia el este, dirección a la Serranía Baja, y más en
concreto a lo que yo llamo el centro neurálgico de la soledad y el
desconocimiento de esta parte de la Sierra.
La ruta
de hoy, hecha esta primavera, va a trascurrir por el bello pueblo de San Martín
de Boniches, y más en concreto, recorriendo el río San Martín y siempre
teniéndolo como eje vertebrador de la ruta.
Cuando
uno, desde Cuenca ciudad, se dirige hacia esta comarca por la carretera de
Teruel, lo más normal es que se quede en la zona de Pajaroncillo, Boniches o
Cañete, no llegando a esa extensa parte que engloba los términos de San Martín
de Boniches, Henarejos o Narboneta, al estar más alejadas y con carreteras más curvosas. Cierto es que la ingente extensión de la Serranía de Cuenca da para más de una vida, como me recordaba mi padre en alguna ocasión.
Conocedor
del peculiar paisaje de toda esa área, tenía en mente desde hace tiempo
recorrer el río San Martín, que viene a nacer allí mismo debajo del pueblo de
la conjunción de varias fuentes y regueros. Este arroyo, que paulatinamente y
según rasga de norte a sur la Sierra, va cogiendo más caudal hasta convertirse,
sino en un río grande, si en otro de los muchos afluentes que le dan fama,
empaque y aguas limpias al célebre río Cabriel.
Elegí la primavera del 2018, aunque cualquier época menos el tórrido verano es buena para conocer estos parajes. Por un lado, así me aseguraba que hubiera agua; nunca se sabe cómo van a estar los ríos en zonas que uno conoce y frecuenta menos, y más todavía, después de salir de la tremenda sequia del 2017.
Elegí la primavera del 2018, aunque cualquier época menos el tórrido verano es buena para conocer estos parajes. Por un lado, así me aseguraba que hubiera agua; nunca se sabe cómo van a estar los ríos en zonas que uno conoce y frecuenta menos, y más todavía, después de salir de la tremenda sequia del 2017.
Por
otro lado, mi intención era abarcar andando mucha ruta, e intentar llegar hasta
las casas de la Menglana, caserío abandonado puesto sobre los bordes del valle
del río San Martín, pero como siempre me suele ocurrir en las rutas, mi
“burrez” es excesiva y además, me desvíe como dos veces de la ruta trazada en
mis mapas, para explorar afloramientos de piedra rodeno, como embrujado por
estas rocas, con la consiguiente demora, teniendo que volver en otra ocasión
para poder llegar a las casas de la Menglana y contároslo en una 2ª entrada que colgaré más adelante.
Dejamos el coche en la entrada del pueblo y, bajando, nos dirigimos a buscar el Arroyo San Martín.
Al fondo se ve el verde valle donde de diferentes manantiales viene a formarse el arroyo San Martín.
Me llama la atención una antigua estanque puesto en un lado de por donde pasa el arroyo.
Ya a pie de arroyo, transitamos por una senda que se crea en un estrechamiento del barranco.
Pronto salimos del ese estrechamiento a campos más abiertos, mientras nos salen ricas fuentes donde probar las aguas.
Llevamos un rato andando y hemos dejado el pueblo atrás.
Voy por una pista que va paralela al río, pero a los lados veo hermosos castillos macizos de rodeno que me llaman como la miel a los osos, y más aún cuando me parece ver una tiná adosada a ella.
Ya solo por ser un buen mirador sobre estos montes, merece el desvío a verlo pero a la izquierda de la foto veo algo raro.....
Esas piedras puestas a modo de escaleras para subir a la parte alta del edificio de rodeno.
Entre los pinares de rodeno, las hileras de chopos nos marcaran el camino del río San Martín y sus afluentes o manantiales.
Las paredes de esta roca comienza a llenarse de taffonis.
Donde despunta lo que parece ser un bello nido de golondrina daurica.
Me asomo a un borde y allí veo un poco más arriba el muro de piedras que había visto desde la pista forestal.
Qué bonitas son las tinás serranas adosadas al rodeno.
Investiguemos por dentro cosas curiosas como este otro taffoni, donde dan ganas de meter una canica para ver como baja.
Tiná de gran uso con el paso del tiempo, en vistas del grosor del humus de estiércol que se ha formado en el suelo de la misma.
Después de ver la tiná, bajo y vuelvo al camino. En estas, me empiezo a decir que si sigo saliéndome del plan previsto a la mínima, apenas voy a avanzar y poder ver el tramo del río San Martín que quiero hacer.
Llegar a las Casas de la Menglana, ya sé yo en mi fuero interno que son demasiados kilómetros, además que los seguidores del blog sabréis ya que un servidor es un confeso valedor de la teoría del Slow Mountain.
Eso de las prisas y las carreras cuando hay tantas cosas que ver, oler, admirar, explorar y fotografiar, no va conmigo.
Avanzo por la pista forestal entre el pinar. El río San Martín estaría a la izquierda, aunque se va poco a poco apartando.
Pero no hay remedio, no me puedo sustraer al poder hipnótico de rodeno y otro enorme castillote me hace dejar el camino e internarme entre el bosque.
Entre ese delirio naranja que son estas paredes, me llama la atención la formación de la izquierda.
La geología erosiva nunca dejará de sorprenderme.
Explorando a pie de la gran pared encuentro estos restos de muros semienterrados, y con un aspecto de muy antiguo. Qué de misterios guardará la Serranía de Cuenca, y desgraciadamente se van a perder la inmensa mayoría de ellos.
No se avanza mal por el pinar y paso cerca de otro gran mole donde me atrae....
Ese puntal triangular a modo de trampolín.
Vuelvo al carril, camino en subida un buen rato, y en este punto decido dejarlo y bajar por esta ladera de la izquierda para buscar el río San Martín, e intentar volver remontando el río. Fíjense en aquella montañita que se ve al fondo.....un viejo conocido mío.
No sin antes, echar la vista atrás y ver poder ver esta primera perspectiva del valle del río San Martín. La 1ª piedra rodeno de la tiná sería esa que se ve a la izquierda de la foto.
Después de cruzar la ladera, llego a los bordes del valle del San Martín, por donde tengo que buscar un paso cómodo para bajar.
Vamos con lo que se ve: a la izquierda del todo, el Castellar (1222 metros), un poco más a la derecha el Colladillo Rubio, al otro lado del río, un puntal sin nombre, y al fondo del todo asoma ese viejo conocido mío.
En las laderas del Castellar aún se nota los efectos del más devastador de los incendios acaecidos en Castilla La Mancha, hace más de veinte años.
Hasta ahora mucho rodeno y mucha historia pero no os había enseñado el río San Martín.
Cristalinas aguas que se dirigen hacia Enguidanos, para, junto con el río Ojos de Moya, el propio Cabriel y el Guadazaón, crear el Embalse de Contreras.
Se me empiezan a aparecer ricas pozas, y porqué hacia un tiempo fresquete primaveral, si no, me habría zambullido entérico.
Me encuentro con una sorpresa, el Molinillo o Molino de Abajo que no viene en mis mapas, pero consultando los antiguos, si me aparece este topónimo.
Ubicado en un precioso sitio entre diminutas pozas del río.
Su deterioro es tal que hay que tener cuidado con meterse dentro.
Sitio idóneo para refrescarme la cabeza, comer y descansar un rato.
Como desde río abajo no hay senda ninguna, ya que yo vengo de allí, aquí debe haber un buen camino acceso para la gente del molino, y con sus muros se mantiene aún.
Me encuentro una gran piedra de toba que chorrea agua por su fuente hecha en la propia toba y dos vasos de resinero para beber. Una maravilla.
El camino va paralelo al río siendo un tramo muy vistoso.
Ya que van apareciendo tramos del río muy bonitos
Con pequeñas cascadas.
En fin, la belleza de los ríos que corren por la sierra del Rodeno. Vean como se ve el camino de para entrar/salir del río y acceder al Molino.
Ahora saldremos del río y volveremos a donde estaban los afloramientos de rodeno, pero en vez de regresar al pueblo por el mismo camino, nos desviaremos un poco, y atravesando el Prado de los Caños, llegaremos al paraje del Serval, y de allí subiremos a la Atalayuela para entrar en San Martín de Boniches por la parte de atrás.
Lo primero que llama la atención es la cantidad de encinas de grandes proporciones que diseminadas por allí.
Llegamos a el Serval donde sobresale ese viejo refugio de ganado. El pueblo estaría al otro lado de la loma.
Subimos al alto para ver el Serval desde arriba y comprobar el enorme tamaño del cordal montañoso que separa los valles y términos de Villar del Humo y San Martín de Boniches, o lo que es lo mismo, los valles fluviales de los ríos Vencherque y San Martin.
Llegamos a la parte alta donde volvemos a tener la vista del valle del río San Martín, donde al fondo sobresale.....
Pues sí, la Pata de Mulo, esa peculiar montaña del término de Henarejos y que subimos en esta Ocasión.
Aquí veo por el rastro de chopos, de izquierda a derecha el río San Martín, y de frente venir el Arroyo de la Masegosa, afluente suyo.
Arroyo que viene a nacer debajo de Cabeza de Jorge (1362 metros)
La pista nos lleva a lo que parece un merendero.
Con su fuente hecha en 1949.
Donde parece que han estado comiéndose los bocatas de tortilla, Legolas, Gimli, hijo de Gloin, Frodo Bolsón, Samsagaz Gamyi y Gandalf el Gris.
A la ida fuimos por el fondo del valle, y a la vuelta, como podéis ver, vamos a entrar al pueblo por detrás.
Me llama la atención la iglesia ubicada sobre una gran roca y dominando el valle.
Entramos en el pueblo, donde no vi ni al Tato.
Me dirijo hacia la Iglesia y su pórtico con este magnífico mirador.
La vista hacia el sur con el valle del río San Martín, y la Pata de Mulo al fondo del todo es muy limpia y bella. No es mal sitio para estar con una cervecita en la mano. ¿Como? ¡¡que es una iglesia!! Ah coño! es verdad!
Y me despido con el escudo del pueblo donde me llama la atención, aparte del árbol, significando que siempre ha debido ser una tierra de bosques, esa especie de traje papal armado con espadas, a la manera de los monjes guerreros o templarios. A ver si alguien sabe decirme la historia de este curioso escudo.
Plano de la ruta realizada. Pinchen para verlo más en grande.
¡¡Hasta la próxima!!
Me asomo a un borde y allí veo un poco más arriba el muro de piedras que había visto desde la pista forestal.
Qué bonitas son las tinás serranas adosadas al rodeno.
Investiguemos por dentro cosas curiosas como este otro taffoni, donde dan ganas de meter una canica para ver como baja.
Tiná de gran uso con el paso del tiempo, en vistas del grosor del humus de estiércol que se ha formado en el suelo de la misma.
Después de ver la tiná, bajo y vuelvo al camino. En estas, me empiezo a decir que si sigo saliéndome del plan previsto a la mínima, apenas voy a avanzar y poder ver el tramo del río San Martín que quiero hacer.
Llegar a las Casas de la Menglana, ya sé yo en mi fuero interno que son demasiados kilómetros, además que los seguidores del blog sabréis ya que un servidor es un confeso valedor de la teoría del Slow Mountain.
Eso de las prisas y las carreras cuando hay tantas cosas que ver, oler, admirar, explorar y fotografiar, no va conmigo.
Avanzo por la pista forestal entre el pinar. El río San Martín estaría a la izquierda, aunque se va poco a poco apartando.
Pero no hay remedio, no me puedo sustraer al poder hipnótico de rodeno y otro enorme castillote me hace dejar el camino e internarme entre el bosque.
Entre ese delirio naranja que son estas paredes, me llama la atención la formación de la izquierda.
La geología erosiva nunca dejará de sorprenderme.
Explorando a pie de la gran pared encuentro estos restos de muros semienterrados, y con un aspecto de muy antiguo. Qué de misterios guardará la Serranía de Cuenca, y desgraciadamente se van a perder la inmensa mayoría de ellos.
No se avanza mal por el pinar y paso cerca de otro gran mole donde me atrae....
Ese puntal triangular a modo de trampolín.
Vuelvo al carril, camino en subida un buen rato, y en este punto decido dejarlo y bajar por esta ladera de la izquierda para buscar el río San Martín, e intentar volver remontando el río. Fíjense en aquella montañita que se ve al fondo.....un viejo conocido mío.
No sin antes, echar la vista atrás y ver poder ver esta primera perspectiva del valle del río San Martín. La 1ª piedra rodeno de la tiná sería esa que se ve a la izquierda de la foto.
Después de cruzar la ladera, llego a los bordes del valle del San Martín, por donde tengo que buscar un paso cómodo para bajar.
Vamos con lo que se ve: a la izquierda del todo, el Castellar (1222 metros), un poco más a la derecha el Colladillo Rubio, al otro lado del río, un puntal sin nombre, y al fondo del todo asoma ese viejo conocido mío.
En las laderas del Castellar aún se nota los efectos del más devastador de los incendios acaecidos en Castilla La Mancha, hace más de veinte años.
Hasta ahora mucho rodeno y mucha historia pero no os había enseñado el río San Martín.
Cristalinas aguas que se dirigen hacia Enguidanos, para, junto con el río Ojos de Moya, el propio Cabriel y el Guadazaón, crear el Embalse de Contreras.
Se me empiezan a aparecer ricas pozas, y porqué hacia un tiempo fresquete primaveral, si no, me habría zambullido entérico.
Me encuentro con una sorpresa, el Molinillo o Molino de Abajo que no viene en mis mapas, pero consultando los antiguos, si me aparece este topónimo.
Ubicado en un precioso sitio entre diminutas pozas del río.
Su deterioro es tal que hay que tener cuidado con meterse dentro.
Sitio idóneo para refrescarme la cabeza, comer y descansar un rato.
Como desde río abajo no hay senda ninguna, ya que yo vengo de allí, aquí debe haber un buen camino acceso para la gente del molino, y con sus muros se mantiene aún.
Me encuentro una gran piedra de toba que chorrea agua por su fuente hecha en la propia toba y dos vasos de resinero para beber. Una maravilla.
El camino va paralelo al río siendo un tramo muy vistoso.
Con pequeñas cascadas.
En fin, la belleza de los ríos que corren por la sierra del Rodeno. Vean como se ve el camino de para entrar/salir del río y acceder al Molino.
Lo primero que llama la atención es la cantidad de encinas de grandes proporciones que diseminadas por allí.
Llegamos a el Serval donde sobresale ese viejo refugio de ganado. El pueblo estaría al otro lado de la loma.
Subimos al alto para ver el Serval desde arriba y comprobar el enorme tamaño del cordal montañoso que separa los valles y términos de Villar del Humo y San Martín de Boniches, o lo que es lo mismo, los valles fluviales de los ríos Vencherque y San Martin.
Llegamos a la parte alta donde volvemos a tener la vista del valle del río San Martín, donde al fondo sobresale.....
Pues sí, la Pata de Mulo, esa peculiar montaña del término de Henarejos y que subimos en esta Ocasión.
Aquí veo por el rastro de chopos, de izquierda a derecha el río San Martín, y de frente venir el Arroyo de la Masegosa, afluente suyo.
Arroyo que viene a nacer debajo de Cabeza de Jorge (1362 metros)
La pista nos lleva a lo que parece un merendero.
Con su fuente hecha en 1949.
Donde parece que han estado comiéndose los bocatas de tortilla, Legolas, Gimli, hijo de Gloin, Frodo Bolsón, Samsagaz Gamyi y Gandalf el Gris.
A la ida fuimos por el fondo del valle, y a la vuelta, como podéis ver, vamos a entrar al pueblo por detrás.
Me llama la atención la iglesia ubicada sobre una gran roca y dominando el valle.
Entramos en el pueblo, donde no vi ni al Tato.
Me dirijo hacia la Iglesia y su pórtico con este magnífico mirador.
La vista hacia el sur con el valle del río San Martín, y la Pata de Mulo al fondo del todo es muy limpia y bella. No es mal sitio para estar con una cervecita en la mano. ¿Como? ¡¡que es una iglesia!! Ah coño! es verdad!
Y me despido con el escudo del pueblo donde me llama la atención, aparte del árbol, significando que siempre ha debido ser una tierra de bosques, esa especie de traje papal armado con espadas, a la manera de los monjes guerreros o templarios. A ver si alguien sabe decirme la historia de este curioso escudo.
¡¡Hasta la próxima!!
Toni, lo que me he reido, xk sabes que soy muy de Tolkien con esto: Donde parece que han estado comiéndose los bocatas de tortilla, Legolas, Gimli, hijo de Gloin, Frodo Bolsón, Samsagaz Gamyi y Gandalf el Gris. Eres muy bueno.
ResponderEliminarUna pregunta: este río entinces es el que nutre de agua a las chorreras de Enguídanos? Donde el barranquismo
Soy Javi Carrión, que a veces me lío con los google ��
EliminarHola Javi.
EliminarNo te preocupes, que ya sé que Torcans eres tú. Jejeje, los tolkenianos reconocemos rápidamente las referencias a la Tierra Media.
No, las Chorreras de Enguidanos las forma el río Cabriel solamente. Justo después, le entra el río Guadazaón. Pasaría al lado de Enguidanos, y justo después del pueblo, le entraría el río San Martín, considerándose ya pantano de Contreras, donde le entraría el Ojos de Moya o río Mira.
Un saludo.
Gracias por la aclaración. Un saludo.
EliminarToni este trabajo es magnífico. De haber caído en mis manos, cuando era profesor de Geografía, lo hubiese calificado con un sobresaliente. Muchas gracias. Guardado queda en mi archivo correspondiente.
ResponderEliminarHOla Unknown.
EliminarGracias por tu generosas palabras. Jejeje, estaría bien que sacara ahora Sobresalientes cuando casi siempre se me han negado ;-)
Un saludo.
Precioso trabajo. Lo mismo que existe la "Tierra Muerta", a esta habría que llamarla "Tierra Inhóspita", una gran desconocida. Tan desconocida como antigua. El río San Martín a partir de su próximo pueblo, se le conoce como río Villora y es el mismo que pasa por el Castil de Olivas (ya en Enguídanos), el puente feroviario de los Imposibles (o el Imposible), para llegar a la Vega de Enguídanos y fundirse con el Cabriel en la cola del embalse de Contreras junto al yacimiento de Cabeza Moya. Existe todo un área desde San Martín de Boniches hasta Henarejos, Villora, Narboneta y Garaballa que apenas se conoce. Es la gran olvidada; agreste, inhóspita... pero no hay que olvidar que también, en siglos anteriores, fue camino de vuelta de los madereros bonacheros de las maderadas del Cabriel y también cauce para transportar maderas cuando su hidrografía y caudal lo permitía.Desde Enguídanos existe una ruta secundaria desde época celtibérica y romana remontando este cauce para acceder a Aragón y Zaragoza (Cesaraugusta). El río San Martín nos depara mucha historia ya que sirvió para recorrer la Serranía Baja en dirección Norte-Sur. En sus inmediaciones se encuentra mucha historia celtibérica (gran desconocida) y una geología muy particular. Muchas gracias por traernos esta maravilla que los habitantes de San Martín de Boniches siempre te agradecerán.
ResponderEliminarHola José.
EliminarGracias por tus palabras y por tus detalladas explicaciones. En efecto, como digo, es el centro neurálgico de la soledad y el desconocimiento.
Cuando hago rutas por allí, es de esos sitios que a la falta del hombre se le une el avance de la naturaleza y para un senderista es muy gozoso, y como tú bien dices, todo aquello rezuma historia prerromana por los cuatro costados.
Un abrazo.
Truco o trato Toni!! jajaja.
ResponderEliminar¿Te imaginas a los de la Compañía del Anillo en plan Slow Mountain? "...¡¡¡sentaros insensatos!!! ¿pero que prisa hay?, vamos a ventilarnos el bocata tortilla ahora y si no tiramos el anillo hoy ya lo tiraremos mañana, qué le den al Ballrog, a los Orcos y a Sauron!!..." jajaja. Me encanta cuando metes en tus crónicas referencias tolkienenses.
Coñas a parte me ha parecido un recorrido muy bonito, con esas formaciones de rodeno, fascinantes los taffoni, primero y la parte fluvial del final.
Quedamos a expensas de esa segunda parte de la ruta.
Un abrazo.
jajajaja Dani, no sé que es mejor mi foto y alusión a la Compañía del Anillo o tu comentario: !!Sentaros insensatos!! ya tiraremos el anillo mañana, jajajaja
EliminarLa segunda parte aún no la tengo hecha, pero la aldea o caserío abandonado de la Menglana debe ser un sitio chulo. Lejos de todo, sobre unos cortaos rocosos sobre el río San Martín. A ver si un día de este invierno la hago.
Un abrazo.
Hola Toni.
ResponderEliminarQueda patente la soledad de éstos parajes, que si bien son un gozo para el senderista, no están exentos de la tristeza por su despoblación.
Veo que en tu incursión por el rodeno se te ofrecen nuevas imágenes para esa galería de arte... como no apartarse un momento para indagar!!
Muy acertado eso de que la Serranía da para más de una vida, pero a fuerza de recorrerla, a uno le van sonando muchos topónimos y accidentes geográficos. Poquito a poco se va conquistando el terreno.
Un abrazo.
Hola Andres.
EliminarTienes razón, en estas comarcas, el gozo del senderista se mezcla con una sensación de abandono y soledad que es algo triste.
Jejeje, otra de las entradas que tengo casi hechas en mi cabeza y que saldrá a principios de año es otra exposición pero esta vez de roca arenisca del rodeno.
Lo de los topónimos es lo más recurrente que hay. Me atrevería a decir que en todos y cada uno de los pueblos existen 6 o 7 nombres que se repiten pero no solo en la provincia de Cuenca, sino que saltas a los pueblos de otras provincias aledañas y se siguen repitiendo
Un abrazo.
Hola Toni,
ResponderEliminarQue gozada es esperar leer cada semana tus crónicas de la Serranía de Cuenca y descubrir rincones mágicos.
Esas zonas de rodenos tienen un encanto y una magia espectacular, y que decir de esos impresionantes bosques que tenéis en la zona, no hay palabras lo suficientemente bellas para describirlos.
Me ha encantado ese merendero al más puro estilo el Señor de los Anillos, tiene que ser toda una gozada comerse el bocata con una fresca y rica cerveza para refrescar el gaznate.
Salud, hobbits y montaraces!!!
Hola David.
EliminarMuchas gracias por tus palabras, que vengan de alguien tan amante de la naturaleza como tú, es un halago.
Pues si la verdad, como no sabía que estaba ese merendero allí, como media hora antes, por el refugio de ganado paré a hacer una 2ª comida, o mejor dicho, un picoteo. Si llego a saberlo, me espero y lo habría hecho en ese merendero élfico.
Salud y Orcos!!
Hello Sr. Tolkien,jaja.
ResponderEliminarQue parajes tan chulos con ese joven río abriéndose entre taffonis y apriscos (uy perdón tu eres más de llamarlos tiná ;) yo creo que a esa parte de la Serranía habría que denominarla del Rodeno.
Jopa!! con una tortilla de papas con cebolla y la cerveza en su punto y seguro que aparecen todos esos personajes tolkinianos.
Saludos y a por la segunda parte.
Hola Javi.
ResponderEliminarNo, pues es mas ajustado a lo que es, llamarlo aprisco como bien dices tú, ya que cuando son mitad covacho, mitad tiná, por estos lares también les dicen apriscos, pero yo ya llega un momento que a todo le llamo tiná.
Seguro que algo conoces de esta zona de tus viajes en bici pero es de lo más solitario de la sierra (hay tantas zonas.....que ya me vuelvo repetitivo)
A ver si la hago este invierno.
Saludos y orcos!!
Molino de Abajo que no viene en mis mapas, pero consultando los antiguos, si me aparece este topónimo. Muy bien!
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