LA DESPOBLACIÓN DE LA SERRANÍA CELTIBÉRICA

 
Uno de los temas más en actualidad por lo grave, problemático e impactante en estos días es la despoblación de una gran parte de España, teniendo una densidad de población por debajo de la región escandinava de Laponia, lindando con el Polo Norte, además de una extensión mayor de dos veces el país de Bélgica. Hablamos de una vasta comarca que engloba casi la totalidad de las provincias de Soria, Teruel, Cuenca y Guadalajara, luego el interior montañoso de Castellón y Valencia, y áreas concretas de Zaragoza, Burgos y la Rioja. Básicamente gran parte del Sistema Ibérico, lo que se conoce como la Serranía Celtibérica.


España en gran parte de su territorio se despuebla. La gente abandona paulatinamente los pueblos y la vida rural yéndose a vivir a las ciudades, cayendo estos en el abandono en algunos casos, el silencio y la soledad siempre, si exceptuamos los veranos. El resultado es cruel, pues en la mayoría de los casos la historia de estos rurales núcleos de población se van perdiendo con el tiempo, emigrando o muriendo sus últimos habitantes, sus términos municipales son invadidos por la naturaleza, desapareciendo las sendas, caminos, fuentes, huertas, tinás, molinos y una larga lista de construcciones de valor en el campo para la sobrevivencia de sus habitantes, además del patrimonio oral e intangible.


No voy a entrar en detalles de este problema pero hay que remarcar que su gravedad es alarmante, pues no es un problema coyuntural, sino estructural y no tiene visos de solucionarse.
Esta zona se despuebla a marchas agigantadas, siendo principalmente Madrid, Barcelona y otras ciudades grandes y sus pobladas periferias por un lado, y todo el corredor del litoral mediterráneo por otro, destinatario final de toda esta población que emigra en busca de más oportunidades.


Gran cantidad de pueblos están en riesgo de desaparición o lo han hecho ya, y otros muchos sus cifras demográficas decrecen ostensiblemente, pero hasta las capitales de provincia como Teruel, Soria o Cuenca, ven como su población se estanca o incluso decrece lentamente.

         Nuestros mayores se van muriendo. Hay que pintarlos. El pueblo se extingue.



Magia Serrana quiere dar su visión de este triste fenómeno, incluyendo los textos y las fotografías que jalonan la entrada. También he querido incluir textos ajenos, en este caso del escrito Sergio del Molino, presentando extractos de su magistral libro: La España vacía, y también del periodista Paco Cerdá: "Voces de la Laponia Española" Completamente recomendables los dos.


Como ya he dicho, también incluiré unos textos míos sobre este tema por eso de darle el toque personal, aunque muy lejana queda mi intención de equipararme con estos profesionales de la literatura y el periodismo. Cuando los textos sean suyos, pondré al final de los mismos sus nombres. El resto de textos serán míos. Dar las gracias de antemano a Sergio del Molino y Paco Cerdà por coger prestado sus escritos.



Los últimos habitantes de estas sierras parchean las casas, evitando que se desmoronen por completo, como en este Rento.



                        Todo comenzó con el abandono de caleras, pegueras, hornos, etc....



                   Tinás o corrales de ganado donde árboles ya han crecido dentro.



        Siguieron otras construcciones como los molinos de agua invadidos por la naturaleza.



De los que cada vez cuesta más ver su forma y funcionalidad, ante el deterioro progresivo.






Toda la gran comarca de esta Serranía Celtibérica engloba unos 1355 municipios contiguos. Casi la mitad tienen menos de 100 habitantes. De esos 1355 pueblos, 1160 tienen menos de 500 habitantes. Solo 6 poblaciones superan las 5000 almas: Cuenca, Teruel, Soria, Calatayud, Almazán y El Burgo de Osma.


Es el 1% de la población española ocupando el 13% de su territorio. El extraordinario desequilibrio se va ampliando de forma acelerada. En 1930 España tenía 26 millones de habitantes y esta área, la Serranía Celtibérica, rozaba el millón de habitantes. En los casi 90 años trascurridos, España ha duplicado su población mientras que la Serranía Celtibérica ha pedido la mitad de ese millón de habitantes.


456 pueblos no llegan a dos habitantes por km cuadrado; otros 369 municipios oscilan entre dos y cuatro habitantes por km cuadrado. Desiertos demográficos sin posibilidad de regeneración, los llaman los geógrafos. En diez años desaparecerán la agricultura y la ganadería en los 631 municipios de menos de 100 habitantes. En veinte años su población permanente se extinguirá, porque la pérdida de población es exponencial debido al envejecimiento.

El Catedrático Francisco Burillo ha acuñado un concepto nuevo para entender esto. La palabra asusta: demotonasia. Demos: población; Tanatos: dios de la muerte pacífica. Ahí está la definición: un proceso que tanto por acciones políticas, directas o indirectas, como por la omisión de las mismas está provocando la desaparición lenta y silenciosa de la población de un territorio, que emigra y deja la zona sin relevo generacional. Es una muerte inducida, no violenta.
(PACO CERDÀ)




El abismo que separa la España llena de la España vacía es demasiado grande. Probablemente no se borre nunca. Conforme pasa el tiempo y los españoles se alejan más y más de sus orígenes rurales, las mitologías familiares que componen esa España vacía mental también se diluyen. En parte, se hacen más fuertes, porque los mitos son más mitos cuanto más brumosa es su narrativa.

A medida que se pierden fechas, nombres y parajes, se gana en sugestión y en capacidad para amarrar nuevas identidades.
La infancia es una patria poderosa, pero la infancia de los padres y de los abuelos lo es mucho más. Como la España vacía no se va a llenar y las tendencias demográficas, si no se alteran radicalmente en los próximos años, auguran más desierto y más vacío, con la desaparición de miles de pueblos, esa mitología se va trasformar y robustecer.
(SERGIO DEL MOLINO)



Durante 9/10 meses aproximadamente, muchos pueblos están intactos, con las casas enteras y/o reformadas pero nadie por sus calles. Ni personas mayores. El silencio es descomunal.



Ante la continua despoblación, las líneas de trenes se vuelven obsoletas, convirtiendo en fantasmas las estaciones.



 Muchos oficios y costumbres hay que escenificarlas o recrearlas para que no caigan en el olvido.






Alberto huye de idealizar el entorno rural, un pecado mortal que ha sembrado tantas frustraciones en emigrantes utópicos que pretendían dejar el asfalto urbano y abrazar cielos de mariposas y pajarillos que jamás hallaron en el pueblo. Habla de un alcoholismo acentuado en los hombres, un rasgo que acude a la mente al contar 96 cajas de cerveza apiladas a las puertas del Casino de Checa. Suman casi tres mil botellines vacíos.

Habla también de la falta de iniciativa en la gente, inducida por un acomodamiento y una resignación que amodorran. Habla de mentes refractarias a los cambios, aunque sean nimios: cuesta mucho cambiar la vieja Mahou por la nueva Turia.

Habla de la necesidad imperiosa que tienen aquí de saber enseguida quién eres, qué quieres, de dónde vienes y si pueden saber quién carajo son tus padres, mejor. Alberto es crítico desde el amor. La crítica más pura; quizás el amor más auténtico.

(PACO CERDÀ)

Para un europeo, el paisaje es un parque. El paisaje se pasea, se disfruta, se contempla. Un español, en cambio, necesita hacer algo más. Necesita salvar a las gentes que se achicharran en el yermo, necesita llenarlo de árboles, modernizarlo con autopistas, irrigarlo con canales y pantanos. Un español tiene que intervenir porque le ha tocado un paisaje que no es paisaje, sino un problema a resolver. En cualquier caso, algo que no forma parte del que observa. (SERGIO DEL MOLINO)



Entrar dentro de las casas es ver el desmoronamiento de estilos arquitectónicos de pasado.



El tamaño real de las ruinas nos hace comprender el verdadero sentido de esta tragedia.



El avance de la naturaleza es un proceso tan natural como necesario pero ahonda en el dramatismo de este asunto.



Las plantas trepadoras son un buen ejemplo de como la naturaleza, ante la ausencia del hombre, pide que todo regrese a su estado primigenio.








Primero inquietan los titulares. Después estremece el contexto. Pero ni los titulares ni su correlato explicativo. Nada golpea con tanta fuerza ni rasga las entrañas tan a fondo como llegar a la aldea valenciana de Arroyo Cerezo -10 habitantes en invierno- y ver cómo, al grito de Vicente, sale Vicente Lázaro con paso lento y vacilante de entre la penumbra de la casa.
Es pastor. Tiene 80 años: los suficientes como para haber presenciado el goteo constante de puertas que se cerraron para siempre, de campos que nadie volvió a trabajar, de paisajes que se han ido degradando. Vive en el techo poblado del País Valencià, la última aldea lindando ya con sierras conquenses y turolenses, a 1340 metros de altitud.

Yo aquí estoy muy bien, dice. ¿Más gente para qué, para reñir más?

Esta aldea que llegó a 265 habitantes puede quedar despoblada por completo en veinte años. (PACO CERDÀ)




Los pueblos con una tradición que inventar para placer del turista son pueblos afortunados. Mucho peor es no tener siquiera unas piedras medievales. La desesperación de muchas comarcas ha llevado a sus alcaldes y vecinos a caer en manos de timadores. Cualquier huerta heredada de los abuelos podía ser fuente de riqueza. Cualquier parcela podía interesar a los constructores de fantasías, aeropuertos y autopistas. En la Mancha hay municipios que han llegado a competir para quedarse con un cementerio nuclear.
Lugares como Sanabria, Sigüenza, Albarracín o Almagro y todas esas viejas ciudades de interior, en las que los automovilistas paran a comer asado y a comprar miel o berenjenas en vinagre, existen como proyección de un pasado eterno. En sus plazas hay un tiempo distinto, que remite a lo de siempre, a esa eternidad que inspiró los muros de los pueblos abandonados. A la España vacía real no le han quedado más que dos caminos: negar y destruir su propia tradición o representarla en una función ininterrumpida al gusto de aquellos que abandonaron hace mucho sus casas y sus calles.(SERGIO DEL MOLINO)



Los aperos y utensilios de la España vacía sirven -óxido mediante- para recordarnos lo que tuvo que ser el duro día a día en estas sierras.


                      La de migas, gachas y morteruelos que habrá visto esta sartén.



El asno, animal de carga por antonomasia, al igual que los hombres, está en proceso de desaparecer de estas sierras.


Una imagen reveladora: mi amigo Paco en los restos de la Tiná de los Rasos, la tiná de su abuelo, donde él recuerda ayudar a su abuelo siendo más niño. Nos costó encontrarla un buen rato.



Ni las Iglesias se salvan, sumidas en la soledad y abandono de pueblos fantasmas completamente ruinosos.


           Algunas ya se han venido abajo, aceptando en su seno a la Madre Naturaleza.






El silencio nos recibe. La desolación nos rodea. La belleza de la despoblación se despliega con toda su fuerza. Parece una contradicción, una paradoja. Pero es una innegable sensación de placer estético y sentimental que, a un tiempo, inocula el sentido de culpa en quien la experimenta.

Nadie debería gozar de la catástrofe etnológica, de la muerte de un pueblo y de su reducción a evocadoras ruinas. No debería uno permitirse el lujo inhumano de sentir regocijo visual de un silencio que es enmudecimiento forzoso, de una paz que es el resultado de una guerra perdida, de una melancolía ajena que no fue más que bilis negra sin ápice de encanto ni atractivo sensorial en quien la padeció en sus entrañas.

Nunca la fascinación romántica por el tempus fugit de un pueblo, jamás la decadencia con rastro de muerte civilizatoria debería –por muchas teorías sobre lo bello y lo sublime- conmover nuestro espíritu con fruición y deleite. Uno no debería.

Y sin embargo resulta imposible detraerse a la contemplación de esta cruda belleza”   (PACO CERDÀ)



"La España vacía, vacía sin remedio, imposible ya de llenar, se ha vuelto presencia en la España urbana. Tantas cosas remiten a sus huecos. Como aquellos judíos de Sefarad que, varios siglos después de la expulsión de sus ancestros, conservan la llave de su casa de Toledo o de Gerona o de Córdoba, la casa que ya no existe en la patria que sólo se conserva en el léxico del ladino, en ese español arcaico lleno de palabras turcas, hebreas, árabes y griegas.
Hay llaves imaginarias en muchos salones de España. Llaves que siguen pasándose de generación en generación. Y lo nietos, los bisnietos y tataranietos miran mapas de regiones devastadas. Los miramos. Los volvemos a cartografiar. Alteramos las distancias y las toponimias. Distorsionamos los recuerdos para mantenerlos vivos y legarlos a nuestros hijos. 
Hay un país en España que ya no es, pero a veces parece más fuerte y sólido que el país que es, tan negado a sí mismo, tan arrugado en sus propias vergüenzas, tan asediado por las otras patrias que se levantan orgullosas para desquicie invertebrado de los nietos de Ortega y Gasset." (SERGIO DEL MOLINO)


            Se empezó con viejos poblados que nacieron al calor de la actividad minera.



                      Siguió con Balnearios que llegaron a conocer tiempos mejores.



Refugios forestales donde antaño íbamos con la familia o amigos a pasar varios días de campo.



                                          El abandono ya ha penetrado en ellos.



                                       
        Y hoy en día, solo es habitado por las vacas que pacen tranquilamente.



Hubo varios proyectos del pasado para revitalizar la comarca que hoy duermen el sueño de los justos, completamente abandonados y cerrados a cal y canto.



  El abandono de los merenderos es otro claro ejemplo de que la despoblación no perdona.



Quedando como testigos mudos de tiempos mejores donde eran el centro de la actividad campestre.



El estado de las barbacoas no deja lugar a dudas; también acabaran siendo un montón de piedras sin sentido.



Los mejores testigos de la decadencia de la Serranía Celtíbérica, del desplome de estas antiquísimas sierras y del huir de la mayoría de sus moradores, es el estado de los Castillos medievales (árabes y cristianos). España, tan ajena de si misma, deja de lado gran parte de su territorio, y con ello, desgraciadamente sus ruinas y su pasado.

La Historia, que cada vez  va quedando más en los libros, y menos en la tierra, es encubierta, cuando no desmoronada, por el inexorable avance de la soledad, la belleza y la resignación en forma de desaforada vegetación. Ante la inacción del hombre, ante el abandono, la Madre Naturaleza pide derecho innato de ocupación.


Castillo cristiano medieval de Aliaga (Carboneras del Guadazaón), perteneciente al Marquesado de Moya. Origen: siglos XI/XII.



Castillo árabe de la Magdalena/Las Malenas (Salinas del Manzano). Época de Taifas, siglo X.


Restos de su torre. No pasaran muchos años antes de que se desmorone del todo, y sea un montón de piedras sin sentido.


Una joven y vigorosa encina nació a pie de muralla y sus raíces y ramas se van cargando las muralla lenta e inexorablemente.


No solo castillos, hay puentes medievales que se están viniendo abajo. Este ha tenido la suerte, y tras años así, ha empezado a reformarse.


Pero otros no tuvieron tanta suerte, y son ruinas pintorescas, hasta que las crecidas del río y el paso de los años lo desmoronen por completo.


Desde un punto de vista senderista, se puede llegar a pensar que no hay consecuencias nefastas sino ventajosas, al quedarse unos parajes donde la naturaleza y la falta de masificación los hace grandiosos y vírgenes, pero no es tanto así. La despoblación va haciendo que dentro de dos o tres generaciones, lo que vuelvan al pueblo a pasar unos días durante los dos meses de verano, solo lo van a haber conocido siempre en verano, es decir, siempre vacío el resto del año, sin haber conocido a los últimos habitantes del pueblo. Volverán a las casas reformadas de sus ancestros por unos días en verano pero como ya no vivirá nadie que tuviera relación con los últimos habitantes, todos serán, en cierta manera, nuevos.


Puede sonar cruel pero se puede decir que el pueblo va a acabar como un sitio completamente vacacional donde los bisnietos y tataranietos de los últimos habitantes serán como turistas, eso sí, con la bella casa de pueblo allí puesta, en el caso que la sigan manteniendo, y varios álbumes de fotos donde poder ver como eran sus ancestros y como era el pueblo cuando lo habitaban.

Eso hará que los caminos, sendas y fuentes principalmente, que antes podían ser limpiados y recuperados por esos últimos habitantes, ahora caigan en el olvido y sea arduo y difícil caminar por ellos. A la larga, los senderistas y amantes de la naturaleza de las grandes ciudades que vengan a la Sierra de Cuenca, se las verán canutas para transitar por muchas de sus sendas, como ya me va sucediendo a mí hoy en día.
Obviamente, habrá sitios de indudable atractivo turístico y rutas y senderos que por su celebridad se salvaran de ese olvido, pero la mayor parte de la Serranía acabara asalvajada y agreste, y será muy duro recorrerla.
Si no hay hombre, vuelve la naturaleza, y esto que a priori parece muy bonito, no lo es tanto, porque volverá descontroladamente, invadiendo todo.
Por seguir poniendo crudos y claros ejemplos. La gran nevada acaecida en Abril del 2018 en las Serranías de Cuenca y Guadalajara ha tronchado y quebrado una ingente multitud de pinos y otros árboles sobre el terreno, cortando muchas sendas, caminos, carriles y pistas. Algunas se limpiaran, pero muchas, las más recónditas seguirán allí cortadas, inutilizando el transito por el monte. Imagínense cuando esto vuelva a pasar dentro de X años, cuando haya mucha menos población. Ni se cortará, ni se limpiará y todas estas pequeñas vías para poder moverte por la sierra y acceder a los sitios, tanto para el caminante como para el todoterreno, serán inutilizables.



Al no haber gente en los pueblos, las fuentes se terminaran obstruyendo, pese a estar en época de lluvias.


El proceso de abandono y obstrucción de las venas de la fuente hará que empecemos a verlas así.



Dejaran de manar agua y se desmoronaran, quedando como testigos los tornajos o gamellones hasta que tierra los cubra.



Otras, auténticas obras de arte serranas, aguantaran, sin uso ninguno, el paso de los años, recordando su esplendor pasado.






Entré en Valdemoro de la Sierra; tuve que dirigirme por otra calle distinta a lo que suelo hacerlo, ya que tres coches aparcados en hilera me impedían entrar. Nada más girar a la derecha vi un grupo de mujeres jóvenes charlando de pie; además el hecho de llevar todas la misma camiseta morada es lo que hizo darme cuenta que era una peña. ¡¡Valdemoro estaba en fiestas!!
 Entré en la plaza, donde atisbé un sitio para dejar el coche, entre dos grupos de niños que jugaban alegremente. En la plaza había tres bares abiertos con sus terrazas, y gente bebiendo y comiendo como se hace en las fiestas de un pueblo, con exceso, euforia y regocijo. 
Las clásicas banderitas cruzaban de un lado a otro de las calles dándole al pueblo un aspecto idílico y lleno de vida, alegría y jolgorio. 
Se me hizo extraño aquello a la vez que sentí un poco de lástima al saber que eso que estaba viendo no era ajustado a la realidad, al día a día el resto del año.
Entré al bar al que suelo venir a tomarme mi clásica jarra de cervecita fría después de una jornada de pateo por sus montes. Decenas de botellines vacíos en la barra mostraban el jaleo que tenía la mujer del bar a la hora de recoger, no dando abasto para tanta demanda. Algunos clientes jóvenes del bar se me quedaron mirando como preguntándose de donde había salido yo, solitario, sin camiseta de peña, con mi aspecto de senderista, y no siendo conocido por alguien.


Una vez apoyado en la barra con mi cerveza, recordé..


(Cinco meses atrás)


Entré en Valdemoro de la Sierra. Era un gélido día de febrero. Venía de pegarme un tute a andar y subir cuestas siguiendo el río Guardarroyo, afluente del Guadazaón, en una preciosa, solitaria y dura jornada de senderismo. Llegué rápidamente a la plaza del pueblo, donde un gato esmirriado cruzó veloz por delante de mí huyendo de la rasca inclemente que azotaba allí. El gato era lo único vivo que había visto hasta ahora en el pueblo, ya que un silencio descomunal se escuchaba en las calles.
Pude comprobar como la fuente de la plaza tenía principio de congelación, y dirigí mis pasos, acuciado por el frío, hacia el único bar que se encontraba abierto.
Siempre que hago una ruta por toda esa parte de la Serranía, no perdono nunca la cerveza en ese bar de la plaza de Valdemoro.
En la plaza existen otros dos bares, pero yo no los he visto abiertos nunca. Eran las 17:00 de la tarde, y la noche iba a llegar en breve, con un desplome de las temperaturas de las cagarse la pata abajo.
Entré en el bar, y rápidamente una oleada de calor de madera serrana me recibió de sopetón. ¡¡Señor, que gusto poder ver y sentir una gran estufa de leña caldeando el ambiente!!

Saludé a la mujer, me coloqué bien cerca de la estufa a degustar mi jarra de cerveza, mientras notaba el calor penetrar por todos los poros de mi piel.

Al final de la barra había otro parroquiano apoyado en la barra, y esbocé una sonrisa al comprobar que parecía que estaba durmiendo con todas las de la ley. No es fácil dormirse así, pero juraría que ese hombre se encontraba bajo el influjo de Morfeo, acrecentado por el calorcete de la estufa, y la inestimable ayuda de unos anises, pues una botella de tan espirituosa y cabezona bebida estaba cerca de él, en la barra.


Éramos solo los tres en el bar, y pocos más en el pueblo.

Una agradable conversación con la mujer del bar sobre las bondades de los bosques de Valdemoro, una estufa de leña soltando calor, y una jarra de cerveza enfrente mío para hidratarme bien después de la paliza a andar que me había dado, era todo lo que necesitaba en ese momento.


Aunque también me entró una profunda sensación de lástima, y al final, de seguir esto así,  no tendría ni bar para tomarme la cerveza en invierno en el pueblo de Valdemoro, como ya sucede por ejemplo en el vecino pueblo de Campillos Sierra, y en otros muchos pueblos de la Serranía de Cuenca. 
El cierre del último bar del pueblo es como el seco martillazo al ultimo clavo del ataúd.

                                                                  (TONI VIRTUDES SEGARRA)



                                             Hay un España que se agrieta.






                                  Las ruinas, un elemento más del paisaje.






De seguir así, las próximas y exiguas generaciones de estas tierras verán muchos más montones de piedras, cascotes y tejas que nosotros.




Junto con las ruinas se van al olvido las mil historias de los sitios, ya que no va quedando nadie para contarlas, y nosotros nos quedaremos sin saber.




Esta foto resume el poderío de la Madre Naturaleza a la hora de ir ocupando y regresando, como cuando se le clavó o ató ese madero al venerable chopo, que lejos de amilanarse, ha ido creciendo y cubriendo el madero.





Trascurren los años, y el tema de la despoblación vemos que se agrava a pasos agigantados. No es que se vaya a solucionar, sino que uno comienza a pensar, viendo los derroteros que van tomando las distintas actuaciones y la omisión de acciones,  que esto no se quiere solucionar. Sé que puede parecer algo osado pensarlo, pero creo que desde un principio hay “macro” intereses,- grandes poderes en la sombra- que esperan en que esto se despueble.

¿Y por qué? Así poder traer a estas extensas sierras despobladas otro tipo de actividades que de existir una densidad alta de población no podrían hacerlo. Si hubiera población en la Sierra con esas actividades, habría oposición y protesta, y al final no prosperarían.

Unos buenos casos son por ejemplo, una actividad de muy dudosas consecuencias como las Macro Granjas Porcinas, que de un tiempo a esta parte,  han empezado a proliferar por todos los partes, que producen excedentes de purines de cerdo, y solo de pensar que se filtren a los muchos acuíferos de la Serranía de Cuenca dañándolos, estremece. Por ahora, su eliminación de purines de cerdo y otros animales está muy regulado y se hace de manera benigna y legal, pero se están dando incumplimientos por parte de algunas de estas Macro Granjas, aparte que a la larga, tanta apertura de Macro Granjas por todos los sitios no parece los más deseable.

También desmanes de grandes Empresas como la que ha llevado las Minas de Henarejos, zona de la Serranía con un alto déficit de población, donde una Empresa ha estado estos últimos años explotando el Carbón allí existente, dejando un desastre ecológico de altos vuelos, ante la pasividad -y aquiescencia- de las Administraciones y la ocultación a la escasa población de la comarca.

Otra actividad más ambiciosa, es convertir la Serranía en grandes Cotos de Caza exclusivos, privatizándola.

Están los ejemplos en la Serranía de Cuenca de las grandes Fincas privadas del Valle del Cambrón y el Valle de Torrefuerte, pero la finalidad, pienso yo, es que haya muchas más, todas ellas con sus vallas y su seguridad, siendo reclamo para gentes de las grandes ciudades en venir a la Serranía a cazar, como si se vinieran a un Safari en el Serengueti (África). 
(Que conste que no estoy en contra de la caza. Pienso que la actividad cinegética controlada es necesaria en nuestras sierras)
Se pueden ir trayendo más ejemplos que nos hablan de la crudeza del problema y el pésimo futuro que tienen estas tierras a medio y largo plazo, pero no quiero explayarme de más.

Solo mentar de pasada otro gran problema: la despoblación lleva consigo la desaparición de votos y por tanto el desinterés de la clase política, que ignora estos desiertos demográficos, lo que lleva consigo la condena a estas tierras. Tenemos el tristemente celebérrimo caso del Trasvase Tajo-Segura que lleva ahí mucho tiempo, dando como resultado el empobrecimiento de todas estas extensas comarcas de Cuenca y Guadalajara alrededor del Tajo en detrimento de las populosas regiones de Murcia, Almería y parte de Alicante. 
(Estos veranos pasados donde el pantano ha llegado a estar por debajo del 10% de su capacidad -siendo gran parte de eso, cieno-, ha habido muchos pueblos de alrededor que tenían que ser aprovisionados para poder beber agua de camiones cisternas)
El principio de solidaridad interterritorial lleva décadas ahondando en el brutal desequilibrio entre distintas partes de España, y lo peor es que la voracidad de la parte receptora del Trasvase no para de crecer.




                                  Finca privada del Valle de Torrefuerte.


                                             Con su castillo dominando el valle.



                                       Finca privada del Valle del Cambrón.



  Con su Monasterio en el centro del mismo, donde vienen a "cazar" personajes famosos (por lo menos hace unos años)



                                  Casa y finca privada en el Castil de Cabras.





"Durante más de medio siglo, el patriotismo ha sido una expresión marginal en España. La apropiación de todo el patriotismo por parte de una dictadura larga y sanguinaria, de la que cualquier persona sensata querría alejarse, explicaban esa omisión sana y, seguramente, imprescindible para el fortalecimiento de una cultura democrática y pacífica. Tocar las ruinas de la España vacía, pasear entre ellas, es pasearnos. No es que reconozcamos el paisaje, es que somos él. Somos esa España vacía, estamos hechos de sus trozos. Es la única forma plausible de patriotismo que queda para un español". (SERGIO DEL MOLINO)


                       La España vacía, tan desoladoramente bella como triste.




Esto ha sido todo, que no es poco. Sé que esta entrada desprende algo de pesimismo pero la realidad, hoy en día, no es nada halagüeña. ¡Ojalá cambiara, apreciados lectores! 

Ante un panorama tan negro, solo me queda proclamar el lema de este Blog con mucho orgullo: ¡¡Serranía y Libertad!!


Comentarios

  1. Gran reportaje. Muchas gracias por compartir, junto muchos otros y asociaciones de esta Serranía Celtibérica, la preocupación y la divulgación de este gravísimo problema que está matando el territorio del interior. Muy pocos pueblos, si no se hace una intervención de urgencia, quedarán con algo de vida y dejarán de ser, como el resto, un amasijo de ruinas y de naturaleza salvaje. Será el momento de los grandes explotadores, de los grandes expropiadores, de los lugartenientes y señoríos, de los vallados y de ponerle puertas al campo en toda su dimensión. En, ese momento, y ante la anterior pasividad de las Administraciones y de su propia población, sólo nos quedará entonar un Réquiem por el Mundo Rural que no quisimos o no supimos mantener vivo.

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    1. Hola José.

      Encantado que os guste, y sí esto lleva por ahora muy mal camino. En ese caso, nosotros no lo veremos en su crudeza pero nuestros hijos y nietos seguro que sí.

      Un abrazo.

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  2. Miré los muros de la patria mía,
    si un tiempo fuertes ya desmoronados
    de la carrera de la edad cansados
    por quien caduca ya su valentía.

    Salíme al campo: vi que el sol bebía 5
    los arroyos del hielo desatados,
    y del monte quejosos los ganados
    que con sombras hurtó su luz al día.

    Entré en mi casa: vi que amancillada
    de anciana habitación era despojos, 10
    mi báculo más corvo y menos fuerte.

    Vencida de la edad sentí mi espada,
    y no hallé cosa en que poner los ojos
    que no fuese recuerdo de la muerte.
    F. de Quevedo.

    Deprime leer esta entrada de hoy pero era necesario hacerlo.
    Así también es nuestra Serranía.
    Un abrazo, Toni

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    1. Hola Ignacio.

      Ese soneto de Quevedo es una de las cumbres de la Literatura española de todos los tiempos.
      Encantado que te haya gustado esta entrada.

      Un abrazo.

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  3. Interesantísimo post, muchas gracias... Os sigo desde hace tiempo y siempre planteais temas con un criterio certero y un tono muy interesante. En este caso más aún siendo este tema tan sangrante...Enhorabuena por el reportaje.

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    1. Hola Virginia.

      Muchas gracias por tus palabras. Me anima mucho tener buenos/as lectores como tú.

      Un saludo.

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  4. Sin pesimismo, más bien con plena responsabilidad, estimo -con datos en la mano y estudios multiprofesionales ya realizados y presentados- que hay que planificar y programar un "repoblamiento" (no sólo demográfico, sino socioeconómico, con garantías inversoras de la Unión Europea y de la CE) de esta zona geográfica. Creo sinceramente que existen personas muy capacitadas que ya se hallan dispuestas a trabajar para que ese cambio llegue cuanto antes.
    Me estoy refiriendo al esperanzador Colectivo Grupo Recoveco, que, cn colaboración con las Administraciones Públicas y la iniciativa privada en su conjunto, va a dedicarse a la mejora general de la zona afectada en Cuenca, Teruel, Guadalajara y Soria. Sé que están trabajando -por ahora con medios económicos bastante menguados- en la elaboración de su página web y en la presentación de su gran apuesta; dejando la política electoralista en un segundo plano, pues, como digo, es un grupo de profesionales de distintos ámbitos y con diferente formación, al que les guía básica y principalmente su sentimiento por el desarrollo rural en esta amplia región pluriprovincial. Sólo les deseo suerte, valentía, dedicación y muchos triunfos. Las nuevas generaciones esperan de este modo disponer de esas nuevas llaves para abrirs un futuro esperanzador.
    En esto deben contar con todo nuestro apoyo y colaboración, en la que incluyo obviamente a MAGIA SERRANA.

    Juan Andrés Buedo

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    1. Hola Juan.

      Pues todo esto que cuentas de estas asociaciones e iniciativas son rayos de luz ante un panorama tan negro, y ojalá que todo diera un vuelco en los próximos años, y pudiéramos empezar a poner las primeras piedras para el fin de este brutal fenómeno de la despoblación de toda esta gran comarca.

      Un abrazo.

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  5. Hola Toni,

    Impresionante análisis y reflexión de esta lacra que afecta a gran parte del interior de España.

    Como hijo de Cuenca y el interior de Castellón, yo puedo dar fe de primera mano de la diferencia de tener algún atractivo turístico a no tenerlo, de Arrancacepas, donde solo hay gente durante la temporada estival, sobretodo en sus fiestas, al extremo de Montanejos, donde gracias a sus aguas termales tiene vida durante todo el año, llegando a extremos agobiantes en verano.

    Da lástima ver como estos pueblos poco a poco se van quedando sin gente y se abocan a su final desaparición a no ser que las administraciones ayuden de algún modo, con proyectos que puedan hacer la zona más atractiva para que los jóvenes no tengan que emigrar a las grandes ciudades.

    Esperemos que en un futuro breve la tendencia pueda llegar a revertirse.

    Salud y esperanza!!!

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    1. Hola David.

      Buen ejemplo el que has traído a colación con Arrancacepas/Montanejos. En el caso de Arrancacepas es más negro todavía, pues la comarca de la Alcarria tiene en un principio muchos menos alicientes turísticos que la Serranía donde por ejemplo hay pueblos que están empezando con vías ferratas, explotación de trufas, etc. Cualquier manera vale para que tu zona no se deprima demograficamente.

      En el caso de Arrancacepas y muchos otros pueblos pequeños de la Alcarria el panorama no es halagueño. Si es verdad que se está empezando a dinamizar esa zona con la apertura de minas de Espejuelo (lapis specularis), visitas a bodegas de vino o la creación de miel pero solo son algunos pueblos. Si Cuenca capital creciera mucho pues a lo mejor esa zona se podía beneficiar de eso, pero no es el caso.

      En fin, que hasta que no te toca vivirlo, aunque sea de pasada, no te das cuenta que es una verdadera lástima.

      Salud y esperanza!

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  6. Interesante reflexión respecto a un problema que no es nuevo pero parece que está "de moda" últimamente.
    Para mi gusto la mayoría de los análisis parten de una implicación emocional hacia la zona rural que se despuebla y, en demasiados casos, culpan de ello a factores externos concretos. Habría que poner en su contexto este proceso y comparar con otros lugares y otras épocas para comparar.
    Sin ser pesimista estamos delante de un proceso mundial de abandono del campo y concentración de la población en las ciudades que empezó hace doscientos años en Gran Bretaña y se va extendiendo por el mundo. Este fenómeno no es nuevo en España pues la emigración del campo a la ciudad empezó a finales del siglo XIX. En la, para mi mal llamada, Serranía Celtibérica (no me gustan las resonancias carpetovetónicas del nombre ni buscar un nombre nuevo para un espacio que ya tiene el suyo: Sistema Ibérico), en fin en este espacio muchos municipios llegan a su máximo poblacional en los años que van del 1890 al 1910 momento a partir del cual comienzan a perder población. Cabría preguntarse porqué aunque seguramente por cuestiones puramente económicas; la tierra no puede mantener a tanta gente en condiciones mínimamente aceptables. A partir de ese momento comienza la emigración a las ciudades y también a ultramar (esta última bastante olvidada). Situación que se frena con la autarquía franquista no por mejorar el nivel de vida del campo sinó por la pésima situación en las ciudades y que se acelera con el desarrollismo de manera que en una década muchos pueblos pierden la mitad de la población.
    ¿Es por culpa de la administración? Más bien a causa de la evolución general del capitalismo industrial y postindustrial y la sociedad que genera.
    ¿Es reversible la situación? En este momento no por mas dinero que intenten invertir las administraciones (y no es poco pues las zonas rurales viven a dia de hoy de las subvenciones de las urbanas). Sólo a modo de ejemplo comentar que en la gran mayoría de pueblos la principal fuente de ingresos son las pensiones de jubilación. La segunda fuente de ingresos son las actividades agrarias, que en Europa se mantienen gracias a la Política Agraria Común y sus subvenciones. Hay que recordar que dentro de las políticas de cohesión de la Unión también ha habido transferencia de rentas a las zonas rurales (FEADER, programas LEADER+) que, en general no han mejorado la situación excepto en casos muy puntuales.
    ¿Qué se puede hacer? En mi humilde opinión no mucho. La única forma de revitalizar el campo seria con una red de ciudades medias (2-5.000 habitantes) que mantuvieran los servicios suficientes para fijar población en ellas y sus inmediaciones. Eso no es posible ni con el turismo ni con la agricultura, solo seria posible con la industria pero estamos en un proceso de desindustrialización que rema en contra.
    Hace años (décadas) que intento informarme sobre el problema de la despoblación y si algo he aprendido es que nadie llegará con la varita mágica a solucionarlo, que quienes tienen que buscar maneras de revitalizar el territorio es la gente que vive allí y que en los pueblos donde ha habido emprendedores el problema de la despoblación no es tan grande.
    Pondría ejemplos de todas las afirmaciones precedentes pero creo que sería excesivo, siento haberme extendido tanto en el comentario

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    1. Hola Xavier.

      Muy interesante tu aportación, y no puedo más que darte la razón; es un viejo tema recurrente, que ya pasó a finales del XIX y que ahora vuelve con mucha fuerza. Seguro que podríamos estar charlando de esto un buen rato.

      Pero te voy a contar esto desde mi punto de vista personal, que en la entrada no lo he hecho. En un principio siempre he pensado que era un punto de vista un poco egoísta.

      Me explico: Soy y vivo en Cuenca, ciudad de 50000 habitantes. Una ciudad pequeña pero realemente puedes encontrar casi todos los servicios que demandes, y si no, tenemos Madrid a 1 hora y media y Valencia a 1 hora y 45. en coche. Si vas en AVE estos plazos se acortan la mitad.
      Hasta no hace mucho el tema de la despoblación ni me iba ni me venía. Tenía mil rutas distintas de monte desde ir andando, a 5 o 10 minutos en coche, o a una hora. Siempre me han gustado las rutas sin masificar, rutas solitarias, cosa que en la Serranía de Cuenca es lo normal. Volvía a mi casa, a Cuenca, tan satisfecho por tener la sierra tan accesible y cómoda.
      Pero de un tiempo a esta parte, he tomado conciencia del problema viendo lo que sucede en la misma capital. Cuenca está decreciendo demográficamente. Si es cierto que ahora lentamente pero según se vayan muriendo los mayores, lo irá haciendo más rápido. Cada vez, cierran más negocio. El tejido empresarial es casi nulo, por ahora el único es el turístico pero no es suficiente para que la ciudad crezca. Encontrar trabajo hoy en día resulta muy difícil. También resulta paradójico que una ciudad tan bien situada entre Madrid y Valencia se vaya despoblando. Al hacerlo la capital, todos los pueblos de una extensa circunferencia alrededor de ella, se hunden demográficamente mucho más deprisa.

      De los pueblos de la sierra; antes al acabar la ruta había sitios para tomarte la cerveza. Ahora, muchas veces tengo que coger el coche y acercarme hacia Cuenca para encontrar un pueblo con bar abierto.
      Por supuesto que estoy hablando de cualquier época menos el verano, aunque como no llevo muy bien el calor, es la época que menos salgo al campo. Además, ya hay muchos pueblos que no quedan ni viejos, es decir, todo el pueblo intacto, las casas nuevas y ni coches ni personas, como si estuviera el pueblo cerrado. Y andar por esas calles es algo triste.

      En fin, son impresiones mías que cada vez siento más esto, y dices tú, Xavier, que te habías excedido en extensión, jjejeje pues yo te gano ;-)

      Un saludo y gracias por comentar.

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  7. Muy buen reportaje fotográfico y muy buena semblanza de cuál es el estado de esta España desconocida por las nuevas generaciones y por aquellos, muchos por desgracia, que proviniendo sus familias de pueblos ya inanimados han renegado de ellos al refugio cómodo de la ciudad.
    Mi familia proviene de la desolada y vieja Castilla (Palencia y Valladolid) y me casé con descendiente del recio Aragón, en concreto de una de las comarcas que describes en tu entrada, la de Albarracín.
    Muchas gracias por el rato de lectura. Un abrazo.

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  8. Hola Eduard.

    Encantado que te haya gustado, y este parece que es el rumbo que lleva la sociedad del siglo XXI, la de ir todos las grandes ciudades, porque además, ya no es solo referidos a los pueblos, sino que capitales de provincia como Soria, Cuenca y Teruel llevan el mismo camino.

    Un saludo y gracias por tus palabras.

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  9. Hola Toni.

    Poco puedo aportar yo en un comentario a lo que tu has contado tan bien en este magistral artículo, pero esta es mi opinión al respecto

    Primero que estamos ante una triste y lamentable realidad, de la que por desgracia en los medios no se le da la importancia que tiene. Luego aparece la palabra patriotismo durante la crónica y a eso es a lo que voy. En estos tiempos en los que está tan de moda hablar que si España se rompe y tal y tal se obvia por completo que esta despoblación si que es una auténtica rotura, y aquí nadie, o casi nadie, pone el grito en el cielo; se rompe la España rural, la de tradiciones que nos pueden gustar más o menos, pero que están en el ADN de los pueblos, se rompe la autenticidad, la cercanía y la calidez en las relaciones con la gente, se pierden y se olvidarán muchos oficios, en definitiva, se rompe todo a cambio de una vida más urbanita, y por lo tanto más fría, superficial y consumista. Y lo peor de todo es que todo indica que la situación sea ya irreversible, pues las instituciones, ahí has estado muy acertado con lo de los votos, parece ser que esto les preocupa lo más mínimo.

    No me queda más que felicitarte, nuevamente, por la crónica, que como te dije por wsp, ha llegado a sobrecogerme (la parrafada de Valdemoro de la Sierra me ha encantado).

    Un abrazo, Serranía, Libertad, y aunque cueste...optimismo.

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    1. Hola Dani.

      Pues si, te doy la razón en lo que comentas. España se esta rompiendo en el sentido que todo se está volcando a las ciudades y sus pobladas periferias y en el contraste es tan brutal ya que lo demás van a ser auténticos desiertos demográficos. Según nos hagamos viejos los que vivimos en estas comarcas -ya que los jóvenes ante la falta de oportunidad laboral deben irse a las ciudades- las dejaremos más vacías.
      Me comentaba alguien en Facebook que decía que se estaba haciendo una tragedia con lo de la despoblación cuando no la hay, que no veía tanto el problema, que en otras partes del mundo ha pasado y seguirá pasando.
      La verdad que no le contesté porque paso de charlas por Facebook, pero si es verdad que yo hace bastantes años, vamos a poner unos 20/15 años aproximadamente, pensaba un poco parecido, en el sentido que yo vivía en una ciudad, y tenía el monte y la naturaleza desplegada ante mi para hacer mis rutas, y luego al terminar volvía a mi casa, a mi ciudad y no reparaba mucho que si los pueblos se iban despoblando.

      Pero ya desde hace unos años, ya no pienso así, he tomado conciencia real de esta tragedia. Es lo que sucede cuando vives en ellas. Hay gente que vive en ciudades grandes, y tienen estas serranas áreas como escape, como vía liberatoria a la rutina urbanita, como destino de vacaciones, sea de fin de semana o de periodos más largos, y si los pueblos están poco o mucho despoblados les da un poco igual.

      Pero ya te digo que de unos años a esta parte, cuando vemos que una capital de provincia como Cuenca, donde los chavales tienen que irse porque no hay trabajo, cada vez cierran más negocios, los que trabajamos y vivimos aquí ya somos gente de una edad avanzada, y que esto no crece (al igual que en los pueblos pero de una manera más paulatina, la despoblación también va afectando a ciudades como son los casos de Cuenca, Teruel y Soria).

      En cuanto a lo del patriotismo, cuando leí ese párrafo del Sergio del Molino me gusto. Eso que somos la España vacía, estamos hechos de sus trozos. Además, que sencillo y claro explica eso que mucha gente se echa las manos a la cabeza cuando se pregunta qué porque no hay aquí sentido de sano patriotismo como en otros muchos países; ese medio siglo de apropiación total, completa y exclusiva por parte de una Dictadura de cualquier expresión patriótica tiene la culpa, cuando aún, 40 años después, sus herederos siguen campando a sus anchas por todos los recovecos de la sociedad española.

      En fin, no sé quien decía aquello de que un pesimista es un optimista bien informado. En todo caso, crucemos los dedos a ver si por lo menos se puede detener esta brutal tendencia hacia la despoblación.

      Un abrazo.

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  10. Hello Toni!

    Si ir más lejos. en esta comarca castellonense en la que vivo, concretamente la localidad de Montanejos, se vive y se contempla como un buque fantasma, como poco a poco esta comarca (junto a la de Els Ports, las mas despobladas de la Comunitat Valenciana) se esta yendo a la deriva y en cuando haya un agujero en el casco, muchos pueblos serán solo residenciales.

    En esta comarca solo se salvan; Montan (residencia de ancianos y Parque de bomberos forestales), Cortes de Arenoso (embotelladora) Villahermosa del Río ( parque de bomberos forestales y residencia) y Montanejos ( balneario y hoteles) con su flujo de veraneantes y turistas, gracias a esas aguas mineromedicinales. Y algo de construcción. Y cuando cierra el balneario (ya ha cerrado) también cierran los hoteles y nos sumamos a ese buque fantasma.

    Para mi una solución, seria implantar pequeñas empresas que entre otras cosas, tengan descuento fiscal, para para favorecerles la ubicación en algunos de los pueblos que no tienen nada; si te descuidas no te tomas ni un café, y no exagero.

    A mi se me ocurre, una planta de reciclado, en vez de venir un camión y llevarse los inertes a Castellón, en cada comarca un planta y así fijaría unos puestos fijos.

    Luego es cierto que un joven, en estos pueblos no tiene nada que le haga plantearse quedarse (véase ocio) a menos que seas un "pirao" como yo, que me entretengo; haciendo leña, Boulder, investigando nuevos senderos, cuidando un poco los frutales de mi suegra, etcc y encendiendo la estufa de leña con una copita de vino en la mano o un golpe de ron, jijiji.
    Bueno es mi pequeña visión vista desde dentro, se podría debatir largo y tendido, pero como siempre, la administración tiene el mango y los habitantes de estas zonas rurales somos la sartén.

    Bueno, no me enrollo más, voy a ver si enciendo la estufa y...

    Saludos rurales!!

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  11. Hola pirao.

    Muy bueno Javi. Pues si, está claro que la solución debería empezar con temas fiscales y ayudas para establecerse en estas sierras. No debería pagar lo mismo un hombre que va a abrir un bar en un pueblo de Soria que otro que lo va a hacer en el Paseo de la Castellana. Por eso, como tú bien dices, el principio de cambiar esto está en la Admon. y ahí está el tema de si interesa o no.

    En la Sierra de Cuenca también hay pueblos que son islas, como son Vadillos/Cañizares con el Solán de Cabras, Huerta del Marquesado con la embotelladora de Fuente Liviana y alguno más pero esta todo tan cogido con pinzas que a la mínima se va todo al garete.

    Si es verdad que cuando más joven es uno, más llama la ciudad y su amplio abánico de oportunidades, pero yo por ejemplo ahora ya cada vez mayor, no me importaría vivir en uno de ellos, siempre y cuando, haya algo de base, que no tenga mala comunicaciones, buen internet, algo de población de edad semejante, aunque lo difícil es lo del trabajo pero bueno......como tú dices, esto da para hablar horas y horas..

    Hasta aquí llega el olor de la estufa y ese lingotazo de ron!!

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  12. me ha encantado leer este post. Esperemos lleguen hordas de neorurales a éstas tierras a poblarlas de nuevo y no esos macroproyectos que comentas que no aportarían nada de riqueza más que a sus 4 propietarios. Hay que salvar los montes!!!

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