LA ERMITA DE NUESTRA SEÑORA DE LA BIENVENIDA DESDE LA VEGA DE VINDEL

 

Hace unos años colgué la entrada, donde visité el Pico del Fraile y el valle de la Bienvenida. Todo ello entre los pueblos de Alcantud y el Recuenco, es decir, entre Cuenca y Guadalajara, Aquí. En ella, otro de mis objetivos era subir a ver la Ermita de Ntra. Sra. De la Bienvenida, pero unos inoportunos disparos, delatando a unos cazadores, hicieron que desistiera de mi plan y reculara para volver al coche.

Tiempo después he querido llegar a esta recóndita ermita guadalajareña, y lo he hecho desde la vertiente del conquense pueblo de Vindel. Hay que recordar que estamos en lo que yo llamo la Alcarria Serrana, todo siempre andando casi por encima del limite provincial entre Cuenca y Guadalajara.



Para elegir la ruta, como siempre, mucho vistazo a las fotos aéreas y al mapa, hasta descubrir unas laderas llenas de pinos, pero con secciones muy rocosas que me animaron a intentar subir por ahí. En el mapa vienen dos topónimos en alto por los que pasaba el carril que veía en los mapas: Peña del Torrejón y Cerro de la Chimorra. En este último, en su superficie amuelada, es donde se encuentra la ermita de la Bienvenida.


Unos km antes de llegar al pueblo de Vindel, cogemos una pista forestal y donde está esa viejo corral, dejo el coche.

                      Pues detrás de dicha construcción sale un carril hacia la montaña..

                                      Que, exprimiendo el zoom, vemos al fondo.

                A la parte alta de la derecha es donde quiero llegar, el Cerro de la Chimorra.

             Mientras la caliza es la que manda en esta sección de la Sierra de la Bienvenida.

                                       El carril tira para arriba, sin apenas hacer lazadas.

                   El estrecho que se forma entre esas dos montañas es muy sugerente.

                     Ahora individualizo lo que yo creo que es la Peña del Torrejón.

                                         La parte alta de la sierra desde otra perspectiva.

No hay tregua con el carril, de que me imagino que se hizo, o para sacar madera, o para llegar más adentro en caso de incendio.

                            Vistazo atrás, a lo que llevo subido, y si miro al fondo del todo....

                                            El pueblo de Vindel en el fondo del valle.

                    Otra vista de la bonita Peña del Torrejón con eso ojo/cuevecilla.

  De pronto, el carril gira a la derecha y viene a acabar en este promontorio con vistas a.....

                                                        A la Vega del pueblo de Alcantud.

                                   Y detrás de dicha vega, se alza el Estrecho de Priego.

                                              Con la Degollá, erigiéndose en protagonista.

La Peña del Torrejon (974 metros) si la vi desde varias perspectivas, pero lo que descubrí es que el carril se acababa sin llegar a lo alto del Cerro de la Chimorra (1226 metros) , al estar la pendiente más tiesa y el bosque más cerrado. ¿Qué significa esto? Pues más claro, agua: trochemoche marca de la casa, entre sudores y resoplidos, hasta encontrar llegar a lo alto y toparme con un viejo carril que nos llevaría hasta la ermita. Nada que suponga mucha dificultad para el que suscribe estas líneas.


Aquí a la izquierda se acaba el carril, y el Cerro de la Chimorra es lo que se ve delante mío a la derecha.

                          Toca trochemochear, que cuando está así, no se sube mal del todo.

                             Pero cuando hay vegetación variada, ya no es nada cómodo.

Eso sí, hay que ir asomándose a los puntales que se pueda para ver el barranco este de la Chimorra.


Llego a la parte alta del Cerro de la Chimorra, donde ahí abajo veo esa cresta rocosa por donde anduve la vez que conocí el valle de la Bienvenida, que sería lo que se intuye a la izquierda.

      Os pongo una foto de aquella vez, cuando iba recorriendo esa bonita serpiente pétrea.

                       Siguiendo el sentido horario, aparece el pueblo de Alcantud.

   Parte del robledal, junto a la laguna de Alcantud (L. del Cerrato), que se encuentra bajo mínimos.

                                                       Inconfundibles las Tetas de Viana.


               Al igual que la sierra madrileña, con Peñalara a la cabeza, y las cumbres blancas.

        Avanzo por el pinar en busca de un carril o camino que me saque cómodamente.


Disfrutando del sano pinar de toda esta parte de la sierra, llegué a la gran y sorprendente ermita de Nuestra Señora de la Bienvenida, perteneciente al pueblo del Recuenco, pero bastante alejado del mismo.  La vuelta otra vez por la misma vertiente pero por otro sitio; todo ello para llegar a la vega del río Vindel, nombre que comparten el pueblo y el río. 


 Los pinos por esta zona no tienen, al contrario que en otras zonas, ni rastro de procesionaria.

           Curioso encontrarme la malformación genética (escoba de bruja) en un enebro.

                                    El mordisqueo de las piñas delata a las ardillas.

A mí me gusta mordisquear las bolitas de enebro, que me recuerdan a los Gin Tonics, bebidas de mi pasado.

                                                                Encuentro el carril.

                               Que tras un rato me lleva a aquello que se ve en el fondo.


            La solitaria y recóndita ermita de Nuestra Sra. de la Bienvenida (siglo XVIII)

Llama la atención su gran tamaño, en contraste con lo pequeñas que suelen ser las ermitas de todos estos pueblos.

                                     Me acerco a ver el vértice de la Bienvenida (1253 metros)

                                Donde a las Tetas de Viana se le suman dos nuevos actores.

                                          El humo le delata: la Central Nuclear de Trillo.

                           Mucho más atractivo es el otro actor: el Ocejón (2049 metros) 


Camino a buscar un barranco o rambla para bajar a la Vega de Vindel, me topo con esta cruz.

Que tiene esta curiosa historia. Yo un Padrenuestro no, pero tiro la piedra y lanzo un Requiem por los tercios que me voy a pimplar en Priego.

                                              Mirando los mapas, decido bajar por aquí.

                  Que empalma con esta rambla donde abajo del todo va un camino.

                                            Curioso el color terroso rojizo de esta rambla.

             Ya estoy en la senda que me va a llevar hasta la pista donde está el coche.

           Antes de llegar al coche, tengo la primera toma de contacto con el río Vindel.


Una vez en el coche, me acercaré a ver Vindel, este solitario y casi despoblado pueblo, donde el buen estado de casi todas sus casas, nos sugiere que en verano recobra toda la vida; todo tan tristemente normalizado, dentro de lo que se conoce como la España Vacía. Tengo suerte, al estar el pueblo de Priego cerca para encontrar un bar abierto entre semana y poder tomarme las cervezas, mientras vuelvo a la realidad paulatinamente.


                                     Me doy un paseo por Vindel, donde no veo ni un alma.

                           Bonita su iglesia de Ntra. Sra. de la Asunción del siglo XV.

                                          Con las tumbas adosadas en su parte trasera.

         Bajo a ver el río que lleva unas aguas cristalinas, ya que nace un poco más arriba.

Probablemente que sea llamado río en vez de arroyo, es porque suele llevar agua todo el año.


Aguas que en épocas lluviosas son aumentadas por manantiales tan espectaculares como el del Ojo de la Higuera.

Me despido con el único habitante que me encontré en Vindel y que me acompañó en todo el paseo.


                                                         ¡Hasta la próxima!

Comentarios

  1. Birra Nuestra que estás en las barras
    Refrescante y gaseoso sea tu líquido
    Venga a nosotros tu lúpulo
    Hágase tu espuma así en los tercios como en las cañas
    Danos hoy nuestra malta de cada día
    Perdona nuestras chispas
    Así como nosotros también perdonamos a los que les gusta la 0,0
    No nos dejes caer en la tentación (Heineken)
    Y líbranos del mal (Cruzcampo)
    Salud.

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    Respuestas
    1. Jjajajajaja mira que lo leo y releo y, aparte de descojorme, veo resumida de forma genial y poética, nuestra filosofia, nuestra forma de ver la vida. No tomarnos en serio la religión, que no viene a decirnos apenas nada, y anteponer el buen humor y las risas a todo en esta vida.

      No sé cual pareado pater nostrum me gusta más si el de heineken/cruzcamo o el de perdona nuestras chispas, así como nosotros perdonamos a los que les gusta la 0'0

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