POR LA OLMEILLA Y EL RINCÓN CHICO DE VALDECABRAS


Toca hoy otra ruta por nuestro gimnasio particular, el mejor granero de rutas para los senderistas de Cuenca capital. Valdecabras, pueblo pedanía de Cuenca, que al estar tan cerca de la ciudad son multitud las veces que me he ido por allí solo, pero a decir verdad me gusta ir con mi amigo Paco, hijo de un autóctono de allí, y nieto de pastores de Valdecabras. .
Antes teníamos un pequeño ritual que era hacer una ruta por allí los dos solos, incluso alguna vez nos acompañaba Segundo, de los mayores expertos del monte de Valdecabras, y al acabar la excursión íbamos al Bar de Cabras que regentaba por aquel entonces el hijo de Segundo, a que nos pusiera los tercios más fresquitos de la comarca. Una pena para nosotros pues el bar cerró y ahora ya no podemos disfrutar de esas cervezas en la plaza del pueblo.




 
En todo caso, en la ruta de hoy vamos a salir justo de la carretera donde está el desvío hacia el pueblo. Por allí nace la senda que va a salvar los cortados rocosos, aunque nosotros volveremos por esa senda unas horas después. Ahora para subir nos iremos para la izquierda, subiendo por la ladera inclinada al modo de ciervos y demás bichos, dándole la vuelta al Puntal de la Olmedilla, hasta que ya tengamos la vista del Rincón Grande y el Estrecho de Valdecabras más allá. Subiremos al Llano del Calar para de allí dirigirnos al Rincón Chico. 
Este lugar ya os lo enseñé la vez que conocimos el Rincón Grande, el Chico y el Polvoso, pero esta vez pasaremos de refilón por el Rincon Chico, yendo por la parte superior.



                 Tiramos ladera para arriba, lo mejor para entonarse cuanto antes.

Nos engulle el bosque, a ratos pinar, a ratos robledal.

                          En algún punto tenemos podemos echar la vista atrás.

                                     Y poder ver el bonito pueblo de Valdecabras.

Estamos dándole la vuelta al Puntal de la Olmeilla, mientras subimos en diagonal por la ladera.

Se nos abre la vista, con el comienzo del Rincón Grande en primer plano, y al fondo se intuye ya el Estrecho de Valdecabras.

    Seguimos dando la vuelta al puntal. ¿Y porqué no subir directamente a la parte alta?

Por que la parte alta es una boina rocosa de unos tres o cuatro metros que no es fácil subirla.

                      Nos pegamos a ella, buscando un desplome para poder subir.


                                          Por aquí conseguimos subir a la parte alta.


        Me encanta encontrarme en los pedregales con la Rosa maldita (Paeonia broteri)


 Avanzamos por los bordes laterales del Puntal de la Olmeilla hasta subir al Llano del Calar.



Los incipientes gamones (Asphodelus albus) le ponen un tapiz muy bonito al Llano del Calar.


                         Nos empiezan a aparecer rocas que hay que investigar.


    Desde lejos nos parecía una cueva pero realmente era una oquedad solamente.


                                  Paco mirando al fondo el Rincón Grande.


En esta anterior vez fuimos por el otro lado. Esta vez toca entrar al Rincón Chico por este lado.


                                       Vamos a asomarnos al final del Rincón.


                                    En la anterior vez estuvimos por ahí abajo.


                                                 Nos asomamos a estos puntales.





                                         Este trampolín me tiene fascinado.


                            Que bonito me ha parecido siempre el final de este rincón.


De ahí nos meteremos en el magnífico pinar de la muela, el cual lo cruzaremos buscando rocas caprichosas, encontrándonos con unas que nos encantaron. Como verán, he puesto varias fotos de ese capricho geológico kárstico tan proclive en nuestra sierra. 
La vuelta cogeremos un tramo  de la senda que va por los bordes superiores del Rincón Grande, y que ya utilizamos en aquella excursión. 
Tras cruzar el Llano del Calar, llegaremos al borde del valle donde Valdecabras, para bajar por esa senda que mediante lazadas salva tanto el corte rocoso como la pendiente de la ladera, dejándonos al lado del coche, donde comenzamos la ruta unas 3 horas antes.


     Nos metemos por por el pinar de la muela, saliéndonos al paso rocas caprichosas.


            Y otro de los santos y señas de sus montes, sus corralizas para el ganado.


     Hasta que nos encontramos con esta maravilla.  Fíjense en los agujeros de la roca.


        Lo primero es un vistazo al interior de la tinada y su sistema de palos para sujetarla.


Vamos a ver la gran roca que hay detrás de la tiná para que veáis la elegante delgadez de la misma.


                  Nos vamos a recrear en las siguientes fotos en este conjunto pétreo.









   Mis dos grandes calibradores de tamaños: Maru para los árboles y Paco para las rocas.





                Cuando hay que trepar o hacer el cabra, yo soy mi propio calibrador.


                                  ¡Cómo se integra este modelazo con la roca!



 
   Es tan fino donde estaba tumbado que había que tener cuidado de no caerme a los lados.


                                         Doble arco con el menda al fondo.


                  Investigamos otras rocas de al lado, con sus puertas y ventanas.



                           Nos alejamos de estas dos bestias antediluvianas.


De repente, se oyen ruidos atronadores y veo a este brutal mastodonte venir a la carrera desbocada hacia mí.




                          Tengo la imagen del Señor de los Anillos en la cabeza.




Dejamos la muela y nos ponemos en el borde del Rincón Grande para volver, cogiendo este tramo de senda que cogimos la anterior vez.


                       Cruzamos el Llano del Calar para ponernos encima del pueblo.


        Nos ponemos en el borde del valle de Valdecabras, donde hay que buscar el paso.


                                      Vemos que la tarde cae sobre el pueblo


                  Comprobamos que no se ven muchas sitios por donde poder bajar.


                     Esta senda tan vieja como el pueblo lo hace de manera cómoda.


                       Va adaptándose a la orografía de la ladera para ir bajando.



                  Visión del final del valle con la carretera que va a la Ciudad Encantada.


                   La senda sigue con diversas lazadas para mitigar la pendiente.


   Las lluvias están haciendo que algunos tramos de la senda estén en malas condiciones.




Y damos por finalizada la ruta llegando a la carretera donde unos metros más abajo tenemos el coche.


Plano de la ruta realizada, siendo el círculo el inicio, el el desvío al cementerio, y con una estrella os marco donde se encuentra el pequeño tormagal, con la rocas enormes de las fotos.


¡¡Hasta la próxima!!

Comentarios

  1. ¡Muy bonita, me la apunto en la agenda!

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    1. Hola Jose.

      Encantado que te haya gustado. Aunque no tengo track de las rutas, espero que con el plano que he puesto al final, te quede más o menos claro la ruta realizada y donde están las rocas mastodónticas y el camino de ida y vuelta.

      Un saludo.

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  2. Hola Toni,

    Que maravilla de rincón kásrtico que nos has mostrado, me encantan esas formas que es capaz de coger la roca, que además gana muchos enteros si pones a un figurante amante del dorado elemento en mitad de los agujeros... jejeje

    La subida por esa senda entre pinos y robles es brutal, me encantan ese tipo de caminos, que aunque las lluvias hayan podido dejar algo tocados, se ven en muy buen estado.

    Lástima que no pudierais acaba la ruta como antaño, en el bar del pueblo tomándoos unas frescas cervezas.

    Salud y caliza forever!!!

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    1. Hola David.

      Jeje en este caso, los figurantes amantes del dorado elemento somos los dos porque Paco cuando abre el gaznate, no lo cierra.

      A mi también me encanta cuando el pinar se mezcla con robledal. Esta es la típica ruta mía que mezcla trochemoche y senda.

      Si, es una lástima que nos cerraran el Bar de Cabras, con lo que las cervezas nos las tomamos en Cuenca, y eso es más peligroso, ya que al no tener que conducir después Paco no para de pedir y al final caen 4 o 5 tercios, jajaja.

      Salud y tercios sin fin!!

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  3. Hola Toni.

    Menuda vuelta más maja, con ese primer tramo de bosque y luego con la visita al rincón Chico y Grande, que de chico tiene bien poco, porque menudas formaciones, más guapas y que tamaño!, aunque para tamaño el de esa tinada bajo la roca, construidas de una forma simple pero muy eficaz, seguro que no les hizo falta ningún ingeniero.

    La senda de bajada, desde luego una maravilla, mira que está bien trazada, para bajar por donde desde lejos parece imposible. Desde luego, una suerte poder tener en la puerta de casa, este lugar, una gozada.

    Un saludo

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    1. Hola Eduardo.

      Las tinadas del monte de Valdecabras son una pasada. Si esto estuviera más puesto en valor, se podría hacer un sendero interpretativo de las mismas, que por esta zona les llaman corralizas cuando la pared (o paredes) de la tiná está adosadas a una enorme roca.

      Esa sendecita de bajada fue toda una delicia. Había oído hablar de ella, pero curiosamente nunca la había hecho, y mola ver como hace largas lazadas todo ello adaptándose a la orografía de la ladera.

      Un saludo.

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